España hizo obligatorio el uso de mascarillas para proteger a las personas de nuestro entorno ante un posible contagio por covid. Por ello, el Ministerio de Sanidad recomienda las higiénicas o quirúrgicas, ya que sirven como barrera para evitar la dispersión vírica cuando una persona estornuda, tose o habla. Y de ahí también que se desaconseje, e incluso se prohíba en algunas comunidades, las mascarillas con válvulas.
Ahora bien, un artículo publicado por The New England Journal of Medicine sugiere que las mascarillas tienen un papel mucho más relevante en la lucha contra el coronavirus puesto que protegen también a quien las lleve. Apunta que su uso generalizado podría estar detrás del repunte del porcentaje de casos asintomáticos o con síntomas leves (al reducir la exposición al virus).
El texto, que recoge varios ejemplos reales, no demuestra nada pero presenta una hipótesis muy interesante que podría resumirse en pocas palabras. Llevar mascarilla no protege (si el otro interlocutor no la lleva) pero sí reduce la exposición al virus ya que ejerce como una especie de barrera. La cantidad de gotículas inhaladas es menor y de ahí que los casos de coronavirus sean más leves o incluso se presenten de forma asintomática.
"Si se confirma, el enmascaramiento universal podría convertirse en una forma de variolización que generaría inmunidad y, por lo tanto, ralentizaría la propagación del virus", escribe en Twitter el pediatra Ángel Hernández. El epidemiólogo Jacobo Mendioroz, director de la Unidad de Seguimiento del coronavirus en Cataluña, añade que "podría servir como vacuna atenuada al reducir considerablemente la exposición".
La variolización, de la que habla el artículo, es el procedimiento que se aplicó antes de la invención de la vacuna de la viruela por el británico Edward Jenner. Dicha técnica, que frenó el avance de la enfermedad y que sirvió para salvar muchas vidas, consistía en hacer una incisión en la piel de la persona y ponerle el polvo de las costras de viruela, luego se le cerraba y se le aislaba hasta que la enfermedad le atacara de manera leve y lograse su recuperación.
A mediados de julio, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) estimaron que en términos mundiales la tasa típica de infección asintomática era del 40%, pero el dato supera el 80% en entornos en los que el uso de mascarillas es obligatorio.