Madrid es, en estos momentos, el epicentro del coronavirus y del caos en nuestro país. Las idas y venidas del Gobierno central con el autonómico mantienen a los ciudadanos en vilo. Finalmente parece que, obligada por una orden Ministerial, la capital cumplirá la ley y aplicará las nuevas restricciones de movilidad.
Estas nuevas limitaciones afectarán a los municipios de Alcalá de Henares, Alcobendas, Alcorcón, Fuenlabrada, Getafe, Leganés, Torrejón de Ardoz, Móstoles, Parla y a Madrid capital. En ellas quedan prohibidos los desplazamientos a excepción de actividades esenciales como trabajar, ir al médico o al colegio.
Es entonces cuando vuelve a saltar la duda sobre la utilidad de estos 'confinamientos': ¿sirven de algo estas restricciones en la capital cuando los ciudadanos se tienen que seguir desplazando por las localidad para acudir cada día a sus puestos de trabajo?
Los datos son claros: el 86,5 % de las personas trabajadoras que estaban confinadas desde un primer momento en las 37 zonas básicas iniciales se tenían que desplazar a diario al resto de lugares 'no confinados' para cumplir con su jornada laboral.
En medio de esos desplazamientos, la mayoría en transporte público, se juntaban con decenas de personas en su misma situación con las que mantener las distancias era, cuanto menos, complicado. Eso sí, una vez acabada la jornada laboral y al llegar a casa, sus movimientos quedaban limitados a los esenciales: compra o médicos, nada de llevar a los niños al parque.
¿Sirven de algo, por tanto, estas restricciones si no se consigue limitar la movilidad real y el distanciamiento social?
Sobre estas medidas, Natalia de Andrés, la alcaldesa de Alcorcón, ha sido contundente: "Estas medidas no van a evitar la movilidad de la gente, puesto que incluso hoy mismo hemos visto un estudio que nos indica que el 80% de las personas que están en las zonas de movilidad restringida tienen que trasladarse a otras zonas de la Comunidad para poder desarrollar sus trabajos".
El estudio de los investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, es clave: "La realidad funcional de un área urbana como la de Madrid, especialmente segregada social y económicamente, hace difícilmente viable la contención de la pandemia mediante restricciones parciales que no afecten a la movilidad laboral."
Una de las medidas por las que apostó la Comunidad de Madrid fue por la realización de test en las zonas donde la incidencia del virus era mayor. Sin embargo, a pesar de que solo llevan varios días de realización, parecen no estar funcionando como se esperaban.
Este miércoles, de las 1.600 personas que estaban convocadas de la zona de Entrevías, en Puente de Vallecas, solo han acudido 435, una cuarta parte. El pasado martes, al llamamiento acudieron un tercio de los requeridos.
Estos test se comunican a través de mensajes de texto en el teléfono móvil, indicando la hora a la que tienen que acudir los vecinos aunque el Alcalde Martínez Almeida ha confesado que "puede que haya habido algunos fallos" en la comunicación.
Ya sea por fallos en la manera de comunicar la convocatoria o por la falta de responsabilidad ciudadana, el resultado son unas muestras de cantidad de población muy inferiores a las esperadas.
Ya lo anunciaba el titular de Sanidad tras las primeras restricciones en la capital. Llevar a cabo un control absoluto de la movilidad es algo imposible para las fuerzas de seguridad del Estado. "Ni en el confinamiento del mes de marzo", aseguraba Ruiz Escudero.
Es evidente que el control absoluto de una comunidad como Madrid, capital del país, es bastante complicado. Por ello estas restricciones solo han podido basarse en controles aleatorios en los que Policía Nacional, Guardia Civil, y Policía Local tratan de restringir los movimientos.
Otro de los puntos claves está en el cumplimiento de las cuarentenas: antes de las primeras restricciones, en solo tres días se detectaron 1.500 personas que no estaban cumpliendo las cuarentenas por coronavirus. Una irresponsabilidad por parte de los ciudadanos ante la que las autoridades exigen concienciación.
Además, las irrefrenables ganas de algunas personas por volver a la 'nueva normalidad' ha hecho que vemos día sí día también numerosas reuniones sociales que están lejos de cumplir las normativas: sin mascarilla y con una distancia social inexistente.
Parece evidente, por tanto, que todas estas medidas de restricción en la comunidad resultarán ineficaces si no se acompañan de un incremento de los recursos, tanto materiales como profesionales, en los servicios sanitarios, un potente sistema de rastreo y la concienciación ciudadana para cumplir las normas.