La Ley 28/2005 y la Directiva 2014/40/UE define el cigarrillo electrónico como “un producto, o cualquiera de sus componentes, incluidos los cartuchos y el dispositivo sin cartucho, que pueda utilizarse para el consumo de vapor que contenga nicotina a través de una boquilla. Los cigarrillos electrónicos pueden ser desechables, recargables mediante un contenedor de carga, o recargables con cartucho de un solo uso”.
El Ministerio de Sanidad español publicó el pasado año el Informe sobre los cigarrillos electrónicos: Situación actual, evidencia disponible y regulación. El documento sostiene que “la proporción de adolescentes y adultos jóvenes que han probado o utilizan los cigarrillos electrónicos es notable y está sufriendo un alarmante aumento”, como muestran encuestas realizadas en países como Francia, Polonia o Estados Unidos. En España, la encuesta ESTUDES 2018-19 señala que el 48,8% de los estudiantes de 14 a 18 años ha utilizado en alguna ocasión cigarrillos electrónicos, siendo su uso más frecuente entre los chicos. Un porcentaje que se ha duplicado en relación con el ESTUDES 2016 que recogía que el 20,05% de los usuarios en esa franja etaria utilizaban este tipo de productos. Sin embargo, la prevalencia del uso de cigarrillos electrónicos en adultos se invierte en Europa. Datos del Eurobarómetro del 2017 indican que el 84% de la población de esta franja de edad nunca han probado este tipo de productos. Solo un 2% de los encuestados afirmaron ser consumidores habituales y el 13% afirmaban haberlos utilizado en alguna ocasión.
En 2019, las autoridades sanitarias de Estados Unidos iniciaron una investigación por un brote de afecciones pulmonares asociadas al uso de cigarrillos electrónicos durante los meses de agosto, septiembre y octubre. Después de proceder a la recopilación de todos los casos registrados por la utilización de estos dispositivos, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estadounidense definió la enfermedad generada por los cigarrillos electrónico como lesiones pulmonares asociadas al vapeo o EVALI (siglas en inglés), basándose en criterios clínicos, microbiológicos y epidemiológicos. La principal característica de esta enfermedad, a diferencia de otras relacionadas con fumar o con el consumo de productos de tabaco, es que presenta síntomas de afección pulmonar mucho más rápido, causando incluso la muerte del paciente. Tras una evaluación de muestras de líquido pulmonar de los pacientes afectados, el CDC encontró restos de vitamina E (concretamente de acetato de tocoferol) en un gran número de muestras. Este compuesto se utiliza en los líquidos de recarga como ingrediente o espesante para otros ingredientes, especialmente en los líquidos que llevan THC (tetrahidrocannabinol), aunque la adición de vitamina E es la línea de más peso.
Eva Cabrera César, hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga y miembro del Comité SEPAR Jóvenes, junto a Abel Pallarés Sanmartín, del Hospital Montecelo, Complexo Hospitalario Universitario de Pontevedra, han publicado, en la revista científica Archivos de Bronconeumología el editorial “Lesiones pulmonares asociadas al consumo de cigarrillos electrónicos, no todo es Covid-19”, en el que reflexionan sobre como la aparición del SARS-CoV-2, a principios del 2020, ha dejado caer en el olvido otras enfermedades que se diagnosticaron en el 2019, con el riesgo de su infradiagnóstico.
En España, apunta Cabrera César, “aún no se han notificado casos de esta enfermedad, que se definió en el verano de 2019, con lo cual era poco conocida, y al llegar la pandemia se le ha dado menos visibilidad por eso probablemente en nuestro país no se hayan notificado casos. Además, en EEUU dejaron de actualizar las cifras en febrero de 2020”.
La doctora Dra. Ana Hernández Voth, neumóloga experta en tabaquismo de Ruber Internacional Centro Médico La Habana, explica que el término EVALI (E-cigarette or Vaping Associated Lung Injury) “se refiere a un grupo de lesiones pulmonares producto de la inhalación del aerosol creado por el calentamiento de un líquido que contiene varias sustancias tóxicas (nicotina, cannabinoides, glicerol, dietilenglicol, propilenglicol, nitrosaminas, partículas PM, cromo, níquel) y que se encuentran en este tipo de dispositivo”. Se trata de una patología pulmonar aguda o subaguda que consiste en daño alveolar difuso, bronquiolitis y neumonitis; esto es, inflamación aguda de los alveolos y los bronquiolos. “Estas alteraciones crean imágenes en radiografías o tomografías computarizadas torácicas en forma de infiltrados en vidrio deslustrado u opacidades, muchas veces indistinguibles de otros procesos inflamatorios o infecciosos, por muchas otras causas”, prosigue esta experta. Además, el doctor Andrés Zamorano, presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), asegura que “los efectos comienzan días o semanas después de usar un producto para vapear”.
Los síntomas respiratorios son principalmente la sensación de dificultad para respirar (disnea), tos persistente, dolor torácico y, en algunos pacientes, expectoración sanguinolenta (hemoptisis). Son frecuentes también síntomas digestivos, como las náuseas, vómitos, diarrea y dolor abdominal, así como la fiebre y los escalofríos. La especialista en tabaquismo de Ruber Internacional Centro Médico La Habana asegura que “en la gran mayoría de los casos la evolución de estas lesiones pulmonares, si no son tratadas, es el desarrollo de insuficiencia respiratoria aguda, un cuadro clínico grave y potencialmente mortal, que precisa oxigenoterapia para su tratamiento”.
Los expertos coinciden en que es posible que, con la aparición del SARS-CoV-2, se haya infradiagnosticado en muchos casos esta patología asociada al uso de cigarrillos electrónicos pues, continúa la doctora Ana Hernández Voth, “clínica y radiológicamente el EVALI y el COVID comparten algunas características, como los síntomas ya descritos, el hallazgo radiológico de infiltrados en vidrio deslustrado bilaterales y difusos, o el rápido y progresivo desarrollo de una insuficiencia respiratoria aguda hipoxémica”. La clave que ayudaría a diferenciar la EVALI de la enfermedad pulmonar por Covid-19 estaría, “en el caso de la primera, en realizar un diagnóstico de sospecha con una adecuada historia clínica en la que se pregunte por el consumo de cigarrillos electrónicos los 90 días previos. En cuanto al coronavirus, la detección microbiológica de SARS-CoV-2 es la que va a confirmar el diagnóstico de infección”, en opinión de la coautora del artículo.
Para realizar una correcta historia clínica del paciente y evitar así caer en posibles errores de diagnóstico, la doctora Eva Cabrera Cesar sostiene que “muchos fumadores de cigarros electrónicos u otras formas de consumo de tabaco que no son el cigarro tradicional piensan que "no son fumadores", con lo cual, en las historias clínicas del médico, debe incluirse de forma detallada la pregunta si fuma tabaco en cualquiera de sus formas, incluyendo cachimbas, e-cig... y todos los nuevos productos”. Además, prosigue la doctora Ana Hernández Voth, “ante la duda, la realización de un exudado nasofaríngeo para detectar la presencia de PCR del SARS-CoV-2 distinguiría las dos etiologías, si bien estas patologías pueden no ser excluyentes”. En cualquier caso, continúa esta experta, “el tratamiento de ambas patologías se basa en adoptar las medidas de soporte respiratorio necesarias para mantener una oxigenación adecuada, y el empleo de fármacos esteroideos sistémicos para el tratamiento de la inflamación”.
El presidente del CNPT cree que “el Covid-19 ha complicado el diagnóstico de EVALI, que sigue existiendo en el 2021 y la única vacuna que disponemos es dejar de usar cigarrillos electrónicos. Se intenta crear una falsa seguridad con los cigarrillos electrónicos y ni son seguros ni sirven para dejar de fumar”. Una conclusión que coincide con la expuesta al final del editorial y que incide en que “que la EVALI existe y seguirá existiendo en el 2021, ya que para esta enfermedad no disponemos, ni dispondremos, de vacuna, siendo fundamental la concienciación de la sociedad del riesgo de estos productos de vapeo. La Covid-19 ha complicado el diagnóstico, pero hay que recordar que convive con enfermedades previamente existentes, por lo que es esencial considerar diagnósticos diferenciales entre los que se incluya la EVALI”.