Laura recibe un diagnóstico de autismo con 23 años: "Me siento liberada, ya no soy un bicho raro"
Esta joven de Girona sabe que tiene asperger tras años de diagnósticos erróneos: "Ya no voy dando tumbos, ya no me van poniendo parches"
Quiere combatir la imagen del TEA como algo que afecta solo a hombres tímidos, motivo por el que "pasa desapercibido" en muchas mujeres
Lo ha publicado en sus redes sociales para reivindicar que no es diferente al resto: "Que nos traten como a iguales y, si necesitamos algo, ya lo diremos"
Para muchos, puede parecer que recibir un diagnóstico de autismo es una mala noticia; a Laura, le ha liberado. Laura Lee Clara lo ha hecho a los 23 años y tras un periplo de ocho, en los que ha dejado atrás un sinfín de valoraciones erróneas. Y ha dejado de ser un "bicho raro".
Esta joven natural de Sant Feliu de Guíxols, ciudad costera de Girona, ha sufrido acoso escolar durante mucho tiempo como tantos otros, y siempre ha sabido que hay algo distinto en ella, pero que no por ello es diferente al resto. Amante del arte, se refugia en los lienzos que ella misma pinta, en la música (toca la flauta travesera) o en la danza, que practica desde los dos años. Ahora, vive con su pareja en Girona y ha publicado en sus redes sociales que tiene el síndrome de Asperger.
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"Ser neurodiverso no es una enfermedad, es una manera de funcionar que tiene mi cerebro, y no es nada malo", en palabras de Laura, convencida de que su testimonio puede ayudar a muchas personas (sobre todo, mujeres) que estén dentro del espectro autista sin saberlo.
Pregunta: Te han diagnosticado asperger con 23 años... ¿Por qué a esta edad?
R: He buscado un diagnóstico desde hace mucho tiempo. Siempre le he buscado una respuesta a todo, desde por qué la luz del sol es blanca si el cielo es azul hasta por qué soy como soy, por qué soy tan diferente al resto. Y, desde los 19, me han ido poniendo 'parches': me decían que tenía depresión, luego ansiedad, luego trastorno límite de la personalidad... todo con su correspondiente medicación. Hasta que empecé a pensar que podía estar dentro del espectro autista.
P: ¿Cómo te diste cuenta?
R: Una de las muchas psiquiatras que me han visitado en mis diferentes ataques acertó: "¿A ti te pasa que hay ciertos tactos que te provocan aversión, olores que no soportas, sabores que te dan asco hasta la ansiedad?". Me quedé a cuadros porque no se lo había explicado. Y me recomendó pedir a mi psicóloga que me hiciera unos test para saber si formaba parte del espectro autista.
P: ¿Por qué no te lo planteaste hasta entonces?
R: Porque no tengo los rasgos típicos de una persona con TEA [Trastorno del Espectro Artista], los que salen en la televisión. Siempre se piensa en un chico (siempre un chico) tímido, antisocial, que no expresa emociones...
P: Y tu no lo eres...
R: Yo soy bastante tímida, pero cuando cojo confianza soy muy abierta. Y nací sin llorar; mis padres siempre dicen que la primera emoción que expresé fue a los dos años, cuando me reí al ver cómo a mi hermano se le cayó una lata en el pie. Ese podría haber sido un indicador, pero en no está suficientemente estudiado en mujeres y, en nosotras, pasa desapercibido en muchas ocasiones.
La primera emoción que expresé fue a los dos años, cuando me reí por primera vez. Podría ser un indicador, pero el TEA pasa muy desapercibido en mujeres
P: Hablas de olores, sabores, tactos... que no soportas. ¿Qué sientes?
R: Ansiedad. Todo el mundo no aguanta algo, pero a mí me provoca ansiedad.
P: Vayamos por partes... ¿qué sabor te lo provoca?
R: El amargo. Como el del chocolate negro. O el del alcohol.
P: ¿Olor?
R: El de la ensaladilla rusa. Es olerla y vomitar. O el café; lo huelo y me entran arcadas.
P: ¿Y qué no puedes tocar?
R: El pelo artificial, las pelucas. Es tocar una y necesitar tocar otra cosa para quitarme la sensación.
P: ¿Algo más?
R: Luces, como las de neón o la del sol: tengo que salir con gafas de sol incluso cuando está nublado porque me molesta mucho en los ojos. O ruidos fuertes como petardos, de unas obras o de un estadio de fútbol.
P: ¿Te cuesta hablar de ello?
R: Es pensar en ello y ponerme nerviosa. Y me está pasando ahora. También me pasa que, cuando quedo con alguien, hay un momento en el que me canso socialmente. Eso nos pasa mucho, que necesitamos recargar 'baterías', y cuando pasa tengo que estar un rato a solas. Y hay gente que lo entiende y lo respeta, y otra que no.
Me llamaban "bicho raro", cosa que reafirmaba esa sensación
P: ¿Qué impacto tiene en tu día a día? ¿Lo intentas cambiar?
R: No creo que tenga un impacto. Y sí, hay cosas que intento cambiar, muchas manías, como variar el camino que sigo cuando voy a la estación de tren de Girona porque sé que no pasa nada, pero si lo hago tengo la sensación de que algo malo me puede pasar. Hay cosas que se pueden trabajar, pero las que comentábamos antes aún no las sé controlar.
P: Hasta que, diagnóstico en mano, lo compartiste en las redes con un mensaje claro: "Ya no me siento un bicho raro".
R: Porque no me relaciono con el resto como los demás y no encajaba en ningún sitio. Pasé por muchos grupos de amigos distintos y todos se metían conmigo y me llamaban así, "bicho raro", cosa que reafirmaba esa sensación. Tuve bastantes malas experiencias en mi adolescencia, fue un infierno: empezar a descubrirme a mí, mi orientación sexual, cómo me relaciono con el mundo... era un caos.
P: Y ahora, te sientes libre...
R: Ya no voy dando tumbos. Ya no me van poniendo parches. No me cambian el diagnóstico cada seis meses. Cuando te dicen "no tienes esto, sino esto otro", te arrancan un parche del tirón para ponerte otro sin curártelo antes. Y cada vez duele más que el anterior. Los diagnósticos previos no encajaban conmigo y este encaja desde el día que nací.
P: ¿Por qué lo publicas en tus redes sociales?
R: Para que, ya que he pasado tantos años desapercibida, que la gente lo sepa. Me gusta que sepan de mí. Y para pedir que no me traten diferente por mi diagnóstico. Los que me quieren siempre me han tratado con respeto, pues que sigan. No es una enfermedad, es una manera de funcionar que tiene mi cerebro y no es nada malo.
Ya no voy dando tumbos. Ya no me van poniendo parches. No me cambian el diagnóstico cada seis meses
P: Y concedes esta entrevista por si tu caso puede ayudar a alguien...
R: Sobre todo por si puede servir a otras mujeres que estén dentro del espectro autista sin saberlo; quizá leerme le puede ayudar a hablar con algún especialista que le oriente. También para que se sepa que ser neurodiversa no hace que seamos diferentes al resto. No somos bichos raros y la gente debe darnos la oportunidad de expresar nuestras necesidades y nuestros sentimientos. Poder decir "yo no soy menos importante, ni menos persona" porque necesitamos que la gente nos trate como a iguales. Y si necesitamos algo, ya lo diremos.
P: Como buena amante del arte, utilizas la música para expresarte y Creep
R: Porque dice "soy un bicho raro" y lo dice literalmente. Ha sido mi canción durante muchos años. Pero ahora, la letra de Live forever, de Oasis, que ya la conocía de antes, me llena, me revive: "Solo quiero volar, quiero vivir, no quiero morir".