Andrea Ammon, directora del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) lo tiene claro. La pregunta no es si habrá una segunda ola de coronavirus ante la que habrá que estar preparados. Las preguntas son cuándo llegará y cómo de fuerte nos golpeará. En una entrevista de The Guardian.
"Observando las características del virus, observando lo que ahora emerge de los diferentes países en términos de inmunidad de la población, entre 2% y 14%, que todavía deja del 85% al 90% de la población susceptible: el virus está a nuestro alrededor, circulando mucho más que enero y febrero No quiero dibujar una imagen del fin del mundo, pero creo que tenemos que ser realistas. Que ahora no es el momento de relajarse".
Los gobiernos europeos han comenzado a flexibilizar sus restricciones de cierre, algunos en la medida en que los bares y restaurantes volverán a abrir pronto, otros de manera más tentativa. “Lo que vemos es la parte económica para las pequeñas y medianas empresas, pero también la experiencia de las personas que no pueden ejercer todas las libertades que normalmente tenemos: ir a donde nos gusta, estar con quién queremos ser. Y este es un cambio fundamental en nuestra forma de vida normal. La gente ahora piensa que se acabó”. Y no, el coronavirus no ha remitido y ya hay rebrotes hasta en China, que celebraba la victoria.
Ammon recuerda que solo a fines de enero se hizo evidente que un virus nuevo que causaba un grupo de muertes en la ciudad china de Wuhan podría transmitirse de humano a humano, con preocupaciones iniciales centradas en la posibilidad de que la enfermedad se propagara a través de las importaciones.
A medida que surgió la naturaleza extremadamente contagiosa del virus, el ECDC aconsejó a los gobiernos el 26 de enero que fortalecieran las capacidades de sus servicios de salud. Se temía que fueran abrumados, como ocurriría en breve con trágicos resultados en Lombardía, en el norte de Italia. Y da la punzada letal. No fueron los expertos sino los gobiernos los que subestimaron al virus. Porque los expertos dejaron claro que se necesitaban camas UCI. Y la frase se repetía. Los europeos no serán capaces de cerrar una ciudad como Wuhan.
La realidad ha demostrado lo contrario. Tal vez si las hubiéramos tomado antes no serían tan severas. La población, escasamente acostumbrada a este tipo de medidas, empieza a sentirse angustiada. Y la economía aprieta. Pues habrá que acostumbrarse a convivir con el coronavirus porque una segunda oleada llegará.