La situación en las residencias, y lo peligroso de que se desate en ellas un brote, hace que no sea muy buena idea acudir a visitar a nuestros mayores. Eso en las que todavía dejan, porque algunos geriátricos llevan sin permitir la entrada de familiares desde marzo, cuando se desató la pandemia de coronavirus. Es el caso de un centro de Barcelona, que ha optado por llevar a cabo una iniciativa para que los ancianos no se sientan tan solos.
Tan cerca, y a la vez, tan lejos. Solo unos centímetros separan a nuestros queridos mayores de sus familiares...pero la distancia emocional, es incalculable. Desde antes de la pandemia Cristina no puede abrazar, darle un beso a su madre, de 94 años y que superó el coronavirus. "Es muy triste no poder acercarnos más. Algo tendrán que hacer porque ahora se están muriendo de pena", comenta.
Tambien Teresa tiene que conformarse en ver a su madre, de 92 años, desde un cristal. En su caso, no se resigna en hacerla feliz a pesar de la distancia. "La hago bailar. Si le gusta me dice que sí con el pulso", cuenta. Se llama soledad, y es la sensación de sentirse solo, separado, distanciado. Pero mientras sigamos viendo escenas entrañables, se la puede combatir. Porque nunca un adiós es tan agrio, y tan dulce a la vez.