Podemos encontrar cipreses y arizónicas en todas partes. Tal y como afirma Antolín, quien también es secretario de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), "estos pólenes florecen en enero y febrero y, si coinciden con los días de más calor, contaminación y viento, el polen se volatiliza y se agravan los síntomas, tales como picor y congestión nasal, rinorrea acuosa (agüilla) o moqueo". El doctor recuerda que pueden parecerse a los del catarro, pero no son lo mismo.
"El tema está en que los días de más contaminación, las partículas diésel y también la combustión de calefacciones no solamente hacen que las moléculas se mantengan suspendidas más tiempo, sino que se ha demostrado que estos pólenes se vuelven más agresivos y los síntomas, tanto de rinitis como asma, se agravan".
Otro elemento que produce los llamados 'picos de polen' es la calima, "que ayuda a las partículas en suspensión del polen de cipreses y arizónicas a que permanezcan más tiempo en el ambiente".
¿Hasta cuándo dejaremos de estornudar?
El polen de las cupresáceas (la familia que engloba a cipreses y arizónicas, entre otros) permanece en nuestro país hasta la segunda semana de marzo, pero eso no quiere decir que la alergia vaya a acabar aquí. "El plátano de sombra, un polen también muy frecuente, comienza justamente en torno a mitad de marzo o principios de abril".
Por eso, es seguro que quien tenga alergia a las arizónicas y a los plátanos, tenga síntomas alérgicos hasta abril, por lo menos.
¿Por qué parece que hay cada vez más alérgicos?
La rinitis en España afecta a casi el 30 por ciento de la gente, una cifra que se ha disparado en las últimas décadas. "Hace 20 años, en ciudades grandes como Sevilla, Madrid o Barcelona, aproximadamente menos del 5 % de la gente tenía alergia a las arizónicas, y hoy esta cifra supera ya el 30 %, justo detrás de las gramíneas y el olivo".
En opinión del doctor, "vivimos en un ambiente contaminado y practicamos un estilo de vida donde prima la higiene excesiva, que nos vuelve más sensibles a la polinización". Eso sí, no hay que olvidar que el componente genético es fundamental: "Si un padre es alérgico, el hijo o hija tiene probabilidades de que lo sea; y si lo son tanto el padre como la madre, más".
El doctor añade que la plantación de arizónicas y cipreses se ha multiplicado en las ciudades, por lo que la exposición es mayor: "Cada vez son más los edificios, viviendas y parques públicos en los hay cipreses y arizónicas que adornan y delimitan las zonas comunes".
¿Cómo protegerse de la alergia?
El doctor sostiene que lo más efectivo es conocer los niveles de polen que hay en nuestro entorno, algo que, con ayuda de aplicaciones para móvil, permiten crear un sistema de alertas que te avisa de cuándo los niveles de polen de las plantas a las que tenemos alergia son peligrosos para nuestra salud: "así, la persona puede evitar hacer ejercicio extremo o exposición continuada ambiental si sabe que esa zona tiene unos niveles altos de polen".