Tarda cuatro horas en comerse unas patatas para no tener que ponerse la mascarilla en un vuelo a Tenerife
Se tomó una patata cada dos minutos y medio
EasyJet ha asegurado que ningún pasajero se quejó de la actitud del hombre
Un turista británico ha tirado de picaresca para evitar usar la mascarilla durante un vuelo. Esta protección es obligatoria en todas las compañías aéreas durante las horas de vuelo, pero se puede retirar para consumir bebidas o comidas.
Aprovechando ese vacío en la normativa, el turista de 41 años, Michael Richards, compró un tubo de la marca Pringles de patatas de sal y vinagre a bordo del vuelo que le iba a trasladar hasta aeropuerto de Tenerife Sur desde Huddersfiel, según recoge Daily Mail.
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Como al comer no tiene que ponerse la mascarilla, alargó esta actividad durante cuatro horas con la excusa de que estaba comiéndose las patatas. Tras su peculiar 'hazaña', publicó en redes sociales lo logrado y se jactó de su acto con el que pudo evitar la mascarilla.
Desde la compañía del vuelo, EasyJet, un portavoz ha asegurado que ninguno de los pasajeros a bordo se quejaron de la actitud del británico, y ha confirmado que desde la aerolínea exigen el uso de mascarilla en el vuelo excepto para comer y beber, por lo que el pasajero no infringió las normas. A pesar de ello han hecho hincapié en la necesidad de su uso y han pedido la "responsabilidad de todos los pasajeros a bordo".
Tras su publicación en Facebook el hombre recibió cientos de comentarios, algunos criticando su actitud irresponsable. Muchas personas le echaron en cara que utilizara el tiempo para comer como una estrategia para librarse de las normas.
A pesar de las críticas, Michael hizo caso omiso y aseguró que no es antimascarillas, ya que comprende que en algunas ocasiones "son necesarias" y se las pone, como en las tiendas. Pero narra que, simplemente quería comprobar si era capaz de lograr ir todo el viaje sin ponerse la mascarilla.
Así, según cuenta en sus redes, calculó el número de patatas que contenía el recipiente y lo dividió por el tiempo de vuelo: se tomó una patata cada dos minutos y medio.
Para acudir al servicio y para acomodar el equipaje, eso sí, no pudo librarse de la mascarilla obligatoria. Junto a él viajaba su mujer, Della, de 37 años y sus dos hijos, Sapphire, de seis, y Zarina, de 10.