Geriatras y gerontólogos avisan: tras la covid ya no se pueden hacer políticas sin contar con los mayores

  • Los especialistas reclaman nuevas políticas de apoyo y cuidados de larga duración para las personas mayores y solicitan acabar con los estereotipos

  • Asimismo, tanto geriatras como gerontólogos opinan que es necesario reconocer el valor de todas las personas mayores, independientemente de su capacidad funcional, y su derecho de tener acceso a una atención especializada centrada en sus necesidades

La historia recordará 2020 como el año en el que el coronavirus SARS-CoV-2 puso patas arriba nuestra vida. Un virus que ha provocado el fallecimiento de más de 2,4 millones de personas en todo el mundo (a fecha de hoy) y que ha obligado a la población mundial a reducir las relaciones sociales e incluir un protocolo preventivo (distancia de seguridad, limpieza de manos y uso obligatorio de la mascarilla) para reducir los contagios y contrarrestar la crisis de salud.

Pero, más allá de las cifras de mortalidad, el covid-19 ha puesto de manifiesto el impacto y las numerosas secuelas a nivel físico, psicológico y de calidad de vida que ha tenido sobre las personas mayores la actual crisis sanitaria y social. Un hecho que ha incidido especialmente en poblaciones especialmente vulnerables (personas con algún tipo de deterioro cognitivo, enfermedades crónicas, etcétera), lo que presenta un escenario dramático.

La situación que están viviendo las personas mayores durante este último año, en particular, plantea la necesidad de repensar el actual modelo más centrado en la persona a cuidar, potenciando la atención integrada sanitaria y social de este grupo de población, no solo para alcanzar una mayor esperanza de vida sino también con una mayor calidad de los años vividos. En esta línea, tanto gerontólogos como geriatras adquieren un papel significativo para lograr este cambio de paradigma de cara al presente y futuro de las personas mayores.

Lourdes Bermejo, vicepresidenta de Gerontología de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), defiende la necesidad de la gerontología en su labor por conseguir un mejor envejecimiento tanto a nivel individual como colectivo, con el objetivo de que las personas mayores obtengan los apoyos necesarios en esa etapa de su vida. “Hasta hace relativamente pocos años había pocas personas mayores y las políticas públicas no se hacían pensando en una sociedad longeva. Se hacían pensando en una sociedad cuya mayoría de los ciudadanos no eran mayores”, dice Bermejo.

Pasados los años, España se ha convertido en uno de los países más longevos del mundo. Este hecho, según la vicepresidenta de la SEGG, “exige trabajar en una sociedad en la que las personas mayores y muy mayores tengan los mismos derechos y oportunidades de vida que el resto de los ciudadanos. Es decir, ya no se puede hacer ninguna política que no contemple la parte gerontológica, no se puede hacer un diseño de ciudad sin contar con que va a haber personas con dificultades de movilidad, con determinados intereses culturales, de participación, etcétera. Cualquier política que se haga debe hacerse contando con las peculiaridades o las necesidades que puedan tener subgrupos pequeños. No tiene sentido hablar de la diversidad, de la multiculturalidad, del respeto a todo tipo de minorías, cuando una gran mayoría son personas que envejecemos y que tenemos derecho a que nuestra sociedad también esté pensada para nosotros”.

Lourdes Bermejo mantiene que estos últimos meses, se tendrían que haber hecho mejor las cosas, pues “no tomamos la alerta sanitaria con la preocupación ni con el interés que hubiera sido preciso. Teníamos información, el gobierno estatal lo sabía, pero no se actuó suficientemente a nivel de prevención, coordinación con las CCAA, de información a la ciudadanía. Cuando ya la teníamos encima no se priorizó adecuadamente a la población más vulnerable, ni a las residencias donde convivían, aun a sabiendas de la fácil transmisibilidad y letalidad del virus. A estas personas mayores no se las ha protegido ni cuidado como hubiéramos debido, desde el punto de vista físico, pero tampoco en lo psicológico y socio afectivo. En muchos casos el personal de las residencias ha hecho todo lo que estaba en su mano, pero en muchas ocasiones no fue suficiente”.

La vicepresidenta de la SEGG considera que socialmente se ha desarrollado poco la prevención de la dependencia, además, “el modelo del sistema de bienestar no se ha desarrollado como habíamos esperado porque si bien la Ley de Dependencia se inició con un planteamiento moderno, europeo, acertado, la crisis del 2008 supuso un recorte de recursos tan importante que las CCAA fueron cambiando requisitos, ampliándose las listas de espera, sucediendo que, al final, el sistema no llegue a tiempo a cubrir las necesidades de las personas a que lo precisan”.

Por eso, Lourdes Bermejo afirma que entre los retos de la gerontología están “diseñar una política de apoyos y cuidados de larga duración que genere empleo y riqueza para un país, y acabar con los estereotipos, con el edadismo. Respetar una sociedad diversa es respetar la diversidad también en el envejecimiento”.

Junto a la gerontología, la geriatría es fundamental para resolver las necesidades de las personas mayores en el área hospitalaria y en la comunidad. En esta área, Cristina Alonso Bouzón, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), valora de manera positiva el papel de los geriatras tanto en el ámbito clínico como en docencia, investigación, gestión y salud pública. Alonso Bouzón otorga un especial valor a “todos aquellos geriatras que han conseguido hacerse un espacio en situaciones de trabajo adversas, generalmente en lugares donde no se ve necesaria su labor. Muchos de ellos no sólo han conseguido demostrar la necesidad de la especialidad, sino que han logrado crecer y crear excelentes Servicios de Geriatría”.

Una opinión que coincide con la ofrecida por Javier Gómez Pavón, jefe de geriatría del Hospital Central de la Cruz Roja, quien asegura que “tiene un gran valor tanto para el sistema sanitario como para la sociedad. Durante la pandemia se ha puesto en evidencia su necesidad y utilidad siendo una de las especialidades de primera línea tanto en el hospital como fuera de él. El fin del equipo de geriatría es acompañar al paciente y su familia/entorno, desde el principio hasta el final, sirviendo de apoyo a la atención primaria y resto de especialistas del hospital, situando en el centro a la persona mayor”.

Por su parte, José Manuel Ribera Casado, catedrático emérito de Geriatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina de España, considera que la actual pandemia ha evidenciado muchos problemas en el campo de la geriatría. Según Ribera Casado, “la mayoría eran conocidos previamente, pero se han visto magnificados en la situación de estrés actual". "El primero y fundamental el "edadismo", -dice-. Se ha manifestado a todos los niveles (sanitario, social, medios de comunicación, mala información y exclusión de los protagonistas a la hora de las decisiones, etc.) Del resto de la lista enorme de problemas destaco las carencias del sistema residencial, desiguales pero evidentes, y la necesidad de potenciar los vínculos funcionales entre el mundo sanitario y el residencial”.

En cuanto a la valoración que se tiene de esta especialidad por parte de la sociedad, el jefe de geriatría del Hospital Cruz Roja lamenta la falta de conocimiento social por la escasa presencia de esta disciplina en los hospitales. A esto se suma, prosigue este experto, “la pérdida de peso social de la vejez en nuestra sociedad actual que produce que una especialidad médica centrada en el envejecimiento tenga una visión para quien no la conozca negativa, triste, de pobreza, y de poco reconocimiento. Aunque esta valoración desaparece de un plumazo para los MIR (Médicos Internos Residentes), “al engancharse” a una especialidad que les brinda la oportunidad de conocimiento que ofrece, pero sobre todo trabajar con personas frágiles, vulnerables. Una labor que produce sentimientos benefactores que han guiado siempre a la medicina”.

Para paliar la falta de información y conocimiento sobre la población de personas mayores, Javier Gómez Pavón considera necesario el desarrollo y fomento de campañas informativas sobre la labor de la geriatría en la sociedad. En este aspecto, este geriatra señala que “necesitamos líderes de todos los ámbitos que muestren la medicina basada en los valores de la geriatría”, porque considera que esta especialidad “es un garante de los derechos de los mayores. Es un aliado leal para el anciano ya que es su principal razón de ser”.

Un reconocimiento de esta disciplina que no solo se centre en la especialidad y lo que aporta en términos de envejecimiento saludable, “sino también en reconocer el valor de todas las personas mayores, independientemente de su capacidad funcional, y su derecho de tener acceso a una atención especializada centrada en sus necesidades". "Y no hay grupo más heterogéneo y con necesidades más diferentes que las personas mayores”, agrega la presidenta de la SEMEG.

La presencia de la Covid-19 ha puesto al descubierto las carencias existentes en el cuidado de las personas de mayor edad. Una circunstancia que, según Cristina Alonzo Bouzón, se ha hecho visible “porque no se utilizan planes de cuidados personalizados que prevean distintos escenarios con objetivos terapéuticos y de cuidados pactados con cada persona mayor y/o sus cuidadores; no existe coordinación entre los diferentes niveles de atención, y hay poca, o nula, integración entre el sistema sanitario y el sistema social y no existe una normativa eficaz que monitorice, en términos de salud, los cuidados que reciben”.

Y, sobre todo, esta actual pandemia ha mostrado que la geriatría tiene un largo camino que recorrer. La presidenta de la SEMEG sostiene que “el principal reto es conseguir que el acceso a la atención geriátrica sea posible para todas las personas mayores en España, independientemente de dónde vivan de la misma manera que todos los niños tienen acceso a un pediatra. Otros retos son trabajar con gestores y políticos para adaptar los cuidados a las necesidades de las personas mayores, lograr que nuestra especialidad sea visible y llegue a la población, favorecer la formación de sanitarios y de otras profesiones en cuestiones sobre envejecimiento y, sobre todo, seguir formando excelentes geriatras”.

A los anteriores desafíos, el jefe de geriatría del Hospital Cruz Roja añade que “es necesario cambiar la imagen del mayor, pasando de ser negativa a ser un motor de cambio, de utilidad social y económica, de reconocimiento de su valor humano y por ende de orgullo para todos. Una sociedad tiene un mayor o menor desarrollo social en función del mayor o menor grado de cobertura que tenga de sus pacientes frágiles y vulnerables. Ganar años a la vida sin garantizar salud a esos años ganados no es lo deseable por todos en el siglo XXI”.