Trece meses después, desde esta pasada medianoche, ha dejado de ser obligatorio el uso de las mascarillas siempre que podamos garantizar el metro y medio de distancia. Recuperamos sensaciones perdidas en un paso más en el camino hacia la ansiado normalidad perdida.
La mascarilla deberá seguir usándose en espacios de interior, como oficinas, bares, restaurantes o comercios. También en el transporte público, ya sea el metro, el tren o el avión. Hoy esta siendo un día liberalizador para muchos aunque no para todos ya que los hay que no se fían.
Hemos consultado con varios virólogos y epidemiólogos sobre la medida adoptada esta semana por el Gobierno que permite que nos quitemos la mascarilla al aire libre. Muchos, la gran mayoría, apelan a la prudencia de la ciudadanía porque temen que esta relajación se traduzca en un mayor número de contagios.
La mayoría de los expertos consultados ven con preocupación la aparición de nuevas variantes más contagiosas y que acarreen secuelas más graves.
Consideran que la evolución de la pandemia es correcta, la de la vacunación también, pero que bajo ningún concepto se debe bajar la guardia, porque el virus sigue ahí. Y no se ha alcanzado la ansiada inmunidad de rebaño.