Los expertos consideran que un estilo de vida saludable, el cual tarda más de 15 años en desarrollarse. Aunque las pruebas de cribado pueden detectar la enfermedad en una edad temprana, su aceptación en muy diferente de un país a otro. Se prevé que en 2030 haya en el mundo 1,1 millones de muertes anuales y más de 2,2 millones de nuevos casos casos de cáncer de colon o de recto
Un nuevo estudio muestra el análisis de 80 ensayos clínicos y estudios de observación publicados entre septiembre de 1980 y junio de 2019 que evalúan el impacto de factores dietéticos y farmacológicos en el riesgo de este tipo de tumor. Los resultados, dados a conocer en la revista Gut, señalan que el ácido fólico, el magnesio y los productos lácteos pueden ayudar a evitar el cáncer de intestino, pero no hay pruebas de que el ajo, las cebollas, el pescado, el té y el café protejan contra la enfermedad.
Los investigadores (de centros franceses, canadienses y holandeses) advierten de que no pudieron definir "una dosis y duración óptimas de exposición o ingesta para cualquiera de los productos, incluso en el caso de la aspirina de baja dosis y otros compuestos que han sido evaluados extensamente".
Según la revisión actual, la aspirina probablemente protege contra el cáncer de intestino, reduciendo el riesgo entre el 14 y el 29% a dosis tan bajas como 75 mg/día, con un efecto dosis-respuesta informado hasta 325 mg/día. El uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) durante un máximo de cinco años se asoció con una caída significativa (de 26 a 43% menos riesgo) en la incidencia de cáncer de intestino.
Por otro lado, la ingesta de magnesio de al menos 255 mg/día se asoció con un riesgo 23% menor en comparación con una ingesta más baja, y la alta ingesta de ácido fólico se relacionó con un riesgo 12-15% menor, aunque no fue posible determinar con exactitud una dosis umbral a partir de los datos disponibles.
Del mismo modo, el consumo de productos lácteos se asoció con un riesgo entre un 13 y un 19% menor de la enfermedad. No obstante, según subrayan los autores, la variedad de productos lácteos y el gran número de estudios incluidos hacen que sea difícil sacar conclusiones firmes sobre las cantidades necesarias para prevenir la enfermedad.
Además, la ingesta de fibra se asoció con un riesgo 22-43% menor, mientras que la ingesta de fruta y verdura se asoció con un riesgo hasta un 52% menor, con un beneficio añadido por cada 100 gr/día adicional de aumento en la ingesta. El consumo de soja en la dieta se asoció con una modesta, pero significativa, caída (8-15%) en el riesgo.
Eso sí, no se obtuvieron pruebas de que las vitaminas E, C o multivitaminas fueran protectoras. Del mismo modo, no había pruebas de que el caroteno o el selenio de β ayudara a evitar la enfermedad.
Los datos eran débiles en cuanto al impacto del té, el ajo o la cebolla, la vitamina D sola o combinada con el calcio, el café y la cafeína, el pescado y el omega 3, e inconsistentes en cuanto al efecto protector de la vitamina A y las vitaminas B.
En los estudios de observación se encontró un modesto efecto protector de la ingesta elevada de calcio, pero una revisión de los datos de los ensayos clínicos no encontró ningún efecto protector, e incluso un aumento del riesgo.
Del mismo modo, aunque los análisis de los estudios de observación sugieren que las estatinas pueden reducir el riesgo de cáncer, no se observó ningún efecto positivo en los metaanálisis de los datos de los ensayos clínicos.
La mayoría de los metaanálisis disponibles de los estudios de observación informaron de un aumento del riesgo de entre el 12 y el 21% en el caso de la carne, en particular la carne roja y la carne procesada. Así, los estudios de dosis-efecto informaron de un aumento del riesgo del 10 al 30% por cada 100 gr/día adicionales de carne roja consumida.
Por último, el alcohol se asoció con un riesgo significativamente mayor. Cuanto mayor sea la ingesta, mayor será el riesgo. Esto fue evidente incluso en el nivel más bajo de consumo estudiado, una o dos bebidas al día.