Los mitos en torno a lo que es mejor o peor desayunar son incontables. Esto es, porque se da una enorme importancia a la primera comida que hacemos después de levantarnos… Con razón. De ella depende en buena medida cómo nos sentiremos el resto de día –cansados, con malestar, somnolientos…–, por lo que, en general, se recomienda incluir proteínas y algo de grasas (saludables) y fibra. ¿Y qué pasa con la cafeína? Veamos cuáles son los errores mañaneros más frecuentes.
No tomar nada en absoluto, como ya sabrás, no es bueno. ¿Sabes la frase de “es que cuando me levanto no tengo hambre”? Si no conoces a nadie que recurra a ella, probablemente seas tú quien la diga. Error. Hay que procurar tomar algo, por pequeño que sea, como unos frutos secos, bien cargados de proteínas, aunque lo recomendable es ingerir en torno al 20 % de las calorías diarias en el desayuno. ¿Te suena lo de “desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo”?
“Las personas que no desayunan tienen mayor acumulo de apetito a lo largo del día, especialmente vespertino, y tienden a cenar más”, advierte el doctor Camilo Silva, endocrinólogo de la Clínica Universidad de Navarra, en el diario ‘ABC’.
Pensarás “voy con prisa, me tomo un café y listo”. La cafeína te despierta rápido porque tu organismo la absorbe fácilmente, pero la elimina con igual rapidez. Por lo tanto si tienes intención de estar activo todo el día, un café no bastará.
Además, con el estómago vacío el café puede resultar demasiado ácido, y por tanto los expertos recomiendan ingerir algo antes de dar el primer trago de la taza. Otro factor a tener en cuenta es que el café es un estimulante y nos pedirá cada vez más, con que no es bueno acostumbrarse a tomar demasiado a diario.
El café se hace con agua, pero no basta. El cuerpo necesita mucho líquido, especialmente después de toda la noche ‘en sequía’. Lo primero que deberíamos hacer todas las mañanas es, de hecho, tomar un vaso de agua.
Alimentos ‘saludables’ o ‘bio’ como algunos cereales y yogures pueden contener muchísimo azúcar, por no hablar de los bollos y las magdalenas, por muy “sin azúcar” que sean. En una entrevista con ‘El Español’, la dietista Marián García explicaba que todas las galletas y demás productos para el desayuno suelen llevar azúcar y, cuando no lo llevan, se les agrega un tipo de edulcorante llamado polialcohol. “Hay magdalenas que llevan hasta un 30% de polialcoholes. Esto es: de cada tres magdalenas que te comes, una estaría compuesta íntegramente por edulcorantes. Te estarías tomando una cantidad de polialcoholes que no se incluye en ninguna guía saludable”.
No obstante, todo sea dicho, tomar unos cereales o pan en el desayuno que nos aporten algo de carbohidratos –siempre y cuando lo combinemos con fruta y proteína–, no nos hará daño.
Lo mejor es variar. Hoy un poco de jamón cocido, mañana unos huevos revueltos y, pasado, un unos frutos secos, por ejemplo. El huevo nos aporta ácido fólico, vitamina D y hierro, entre otros. Sin embargo, mucha gente cae en la trampa de retirar siempre la yema porque engorda más, olvidando que esta es precisamente la parte del huevo que más proteína tiene.