El NYT publicó el pasado 10 de junio una encuesta reveladora. Qué es lo que harían y no 511 epidemiólogos durante el práximo año en su vida cotidiana ante el miedo al coronavirus. Numerosos expertos en epidemias ya se sienten tranquilos al acudir al médico, socializar en grupos pequeños en exteriores o recibir correo y paquetería.
Sin embargo, salvo que se desarrolle una vacuna o un tratamiento efectivo, pasará más de un año antes de que muchos epidemiólogos estén dispuestos a ir a conciertos, eventos deportivos o servicios religiosos. El 42 por ciento de la muestra dijo que no daría abrazos ni la mano durante más de un año y el seis por ciento dijo que jamás volvería a hacer ninguna de las dos cosas.
El 19 por ciento planea esperar al menos un año para ir a la peluquería. Una quinta parte dijo que esperaría más de un año para ir a una cena en casa de un amigo, posiblemente hasta que hubiera una vacuna. Los que tienen que ir a un consultorio o a un hospital todos los días lo hacen, aunque crean que sería más seguro quedarse en casa. Pero lo que más llama la atención es que en junio de este año, el 55% de los expertos aseguraron que esperarían entre 3 y 12 meses hasta ver como evoluciona la enfermedad para llevar a sus hijos al colegio y un 15% tiene claro que no lo haría nunca antes de un año. Es decir, un 70% tenía amplias dudas.
Un 30% de expertos sí están dispuestos a enviar a sus hijos al cole en estos momentos. En su decisión valoran, sobre todo, el supuesto impacto que tendría para los niños, y especialmente para sus familias, mantenerlos en casa.
En su mayoría estuvieron de acuerdo en que las actividades al aire libre y los grupos pequeños eran más seguros que estar en interiores o en una multitud y que los cubrebocas serán necesarios durante mucho tiempo. “El aire fresco, el sol, la socialización y un nivel saludable de actividad serán tan importantes para mi salud mental como para mi bienestar físico”,