David Callejo, médico e ‘influencer’: “Yo también tengo miedos, como todo el mundo”
Entrevistamos al doctor David Callejo, el médico que se ha convertido en un referente de la divulgación médica en redes sociales
Callejo acaba de publicar su libro, ‘Lo primero, la vida’ en el que el autor deja ver su propia historia de crecimiento personal
En su libro, el reconocido médico especialista en Anestesiología, reconoce que uno de los motores de su vida ha sido el miedo al fracaso
Quién iba a imaginar que detrás de un médico joven, exitoso y con miles de seguidores en redes sociales como David Callejo, se esconde una historia de superación personal; una historia de lucha constante contra uno de los grandes miedos del ser humano: el fracaso: “Sí, lo cierto es que uno de los motores que ha hecho que me hayan ido bien las cosas, ha sido un poco ese miedo al fracaso”, reconoce el doctor.
En su libro, Lo primero, la vida (Planeta 2022), Callejo habla sin tapujos de su síndrome del impostor…ese sentimiento de inseguridad que surge en personas de éxito, que son incapaces de asimilar que ese éxito se debe a ellos mismos; lo achacan a la casualidad o a la suerte. Por eso, tienen un poco la sensación de que están “engañando” a los demás y temen que tarde o temprano saldrá a la luz su falta de valía: de ahí el término ‘impostor’. “Creo que todo el mundo nos ponemos una autoexigencia brutal…y lo he querido contar en el libro, que me ha servido en algunos momentos como terapia, porque yo he tenido ese miedo toda mi vida”, explica.
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Lo cierto es que cuando David Callejo se lanzó a escribir el libro, esa no era exactamente su intención. Lo que buscaba era acabar con la polarización social que había traído la pandemia. “La gente se cree que todo es blanco o es negro y se cree que en medicina también esto es así. Cuando llegó la pandemia y un día nos decían una cosa y otro día otra cosa un poco distinta, la gente se volvía loca. Y es que, en el hospital, esto pasa todos los días. Muchas veces, nosotros ponemos un tratamiento y no sabemos si va a tener efecto o no; muchas veces nos reunimos médicos para opinar sobre el tratamiento de un paciente y, con la misma experiencia y con la misma formación, opinamos completamente distinto sobre lo que tenemos que hacer con un paciente. O sea, es relativamente normal que en medicina haya esta escala de grises y me parecía que todo estaba muy polarizado, hasta el punto que pasamos de los aplausos a las 8 de la tarde a los sanitarios, a las pintadas de ‘sanitarios asesinos’ en los centros de salud que hemos visto hace muy poco”.
Pero, como reconoce el propio autor, “uno cuenta las cosas no como son, sino como uno es”. Por eso, el resultado es que Lo primero, la vida es una historia de crecimiento personal que puede resultar muy inspiradora; una historia que además derrumba muchos mitos, por ejemplo, sobre el éxito, o sobre la supuesta necesidad de vivir persiguiendo un sueño.
Uno de estos mitos que David Callejo derrumba -y que desde luego invita a reflexionar- es el de la importancia de la vocación en medicina. En su libro cuenta que, cuando tenía que elegir carrera, su padre le dijo que le haría mucha ilusión que fuera médico. Eso fue en realidad lo que le animó.
Pregunta: Esto desmitifica totalmente esa idea un tanto idílica de la vocación en medicina. Tú eres más bien un ejemplo de que la felicidad no va tanto de perseguir un sueño, sino de aprender a entusiasmarte con aquello que haces en tu vida.
Respuesta: Totalmente…eso de buscar algo que te apasione…¡es que lo veo todo muy idílico!, igual que veo muy idílico esto de una carrera vocacional. A mí, cada vez que me dicen lo de la vocación, es que lo digo siempre. Me parece que lo de la vocación es la excusa perfecta para pagarnos menos…todas las carreras que dicen que son muy vocacionales…el periodismo es muy vocacional…por eso tenéis que tener contratos basura…creo que es un excusa de la sociedad. Pero es que al final te acaba poniendo como unas autoexigencias…incluso cuando estás en el camino de serlo, te genera dudas, te genera dudas de “oye, es que yo no tengo esta vocación o yo no siento que solo pueda ser médico”.
Una vez que eliges algo, comprométete con lo que eliges, intenta apasionarte con lo que eliges (David Callejo, médico)
P: ¿Crees que uno puede llegar a enamorarse de su profesión sin haberla elegido por vocación?
R: Por ejemplo, yo creo que mi trabajo a día de hoy es el mejor del mundo y yo no me cambiaba por nadie, y lo digo de verdad. Creo que mi trabajo es el mejor del mundo. Ayudo a pacientes en el peor momento de su vida, cuando tienen un problema de salud. Y encima lo hago con niños, y en quirófano, y anestesia cardíaca infantil, participo en trasplantes cardíacos en niños, en bebés…o sea, mi trabajo es el mejor del mundo, encima ahora puedo hacer divulgación. Pero creo que, probablemente, si hubiera hecho otro trabajo o hubiera elegido otra carrera, probablemente diría algo parecido…creo que no es tanto cuestión de buscar tu supervocación, sino de que una vez que eliges algo, comprométete con lo que eliges, intenta apasionarte con lo que eliges.
P: Además, en medicina es habitual que uno quiera una especialidad, pero tenga que hacer otra porque que no le llega la nota…
R: Esto es algo que vemos mucho en medicina, sí. En medicina, tenemos que hacer el MIR, que es el examen para elegir especialidad. Yo soy profesor en una academia que prepara a los alumnos para el MIR y yo lo veo todos los años. Hay gente que quiere ser anestesista, lo tiene clarísimo, pero la nota no le da para hacer anestesia. Y no elige ni su primera opción ni su segunda, a lo mejor elige una especialidad que era su quinta opción, por ejemplo, medicina de familia. Y, sin embargo, les ves dos o tres años después y les preguntas, oye, ¿estás feliz con medicina de familia? Y te dicen; no solo estoy feliz, estoy absolutamente encantado…y oye pero ¿tú no querías ser anestesista? Y me dicen: no cambiaba esto por nada del mundo. Y todas esas personas que te dicen eso, tienen algo en común, que es gente que se compromete, que una vez que han elegido medicina de familia o la especialidad que sea, se ha olvidado del resto, de lo que podría haber sido, y se ha comprometido con la especialidad: ha estudiado, le ha gustado…y todo eso, hace que al final sean felices.
P: ¿Crees que vivimos un poco cegados por la cultura de persigue tus sueños?
R: Lo que creo que pasa es que nos hacen elegir cosas en momentos en los que no estamos preparados. Nos hacen elegir carrera con 18 años cuando ¡y yo qué sé que quiero ser realmente! Porque con 18 años no sabes nada. Y, por otro lado, creo que es algo que pasa siempre en la vida, que las decisiones importantes las tomamos siempre cuando no estamos preparados. Entonces, creo que es importante que una vez que has decidido, olvidarte de esa indecisión y tirar para adelante con lo que tienes.
P: Cuando leí tu libro me di cuenta de que detrás de todas las anécdotas que cuentas en él, hay una historia de crecimiento personal que puede ser muy inspiradora: de cómo un ser humano ha ido construyendo su propio camino, con ese compromiso del que hablas siempre por delante.
R: Es verdad que mi historia es un poco peculiar, no es la historia más común del mundo porque yo, en la facultad, tenía muchos compañeros que eran hijos de médicos, o tenían familiares que habían estudiado medicina o que venían de familias con estudios universitarios y, en mi caso, no hay nada de eso. Yo estoy muy orgulloso de mi familia, pero nadie ha estudiado de mi familia, ninguna carrera universitaria ni nada. Es verdad que, aunque no lo hayan estudiado, siempre me intentaron fomentar el que yo lo hiciera y creo que eso es muy importante y, probablemente, la diferencia entre mi situación y la de otros compañeros de clase en el colegio en el que empecé, fue mi familia: que mi familia sí que me estimuló mucho y me incitó mucho para que estudiara, para que me formara, para no parar el perseguir el tener cada vez más formación.
Quería contar cómo las historias con los pacientes y el contacto con los pacientes habían cambiado mi vida (David Callejo, médico)
P: También hay una cosa interesante y muy transversal en tu libro, que explica de alguna manera toda tu evolución desde que eres médico. Me refiero a cómo siempre estás dispuesto a aprender de tus pacientes. Esto no es muy habitual en una relación médico-paciente…
R: Yo creo que existe esa idea de que los médicos podemos ayudar mucho a los pacientes, que los médicos podemos cambiar la vida de los pacientes. Y yo creo que es verdad, que un buen médico te puede cambiar la vida. Pero yo quería contarlo al revés: quería contar cómo las historias con los pacientes y el contacto con los pacientes habían cambiado mi vida…y de eso va el libro. Contar historias de pacientes y cómo esas historias de pacientes me han ido cambiando a mí, no solo como profesional, sino también como persona, y me han ayudado a seguir adelante en momentos en que yo pensaba que no podía seguir.
P: Sigo con las ideas inspiradoras que he visto en tu libro: Eres un médico de éxito, joven, además un gran divulgador. Pero no se te caen los anillos al reconocer que tienes un poco del síndrome del impostor…
R: Es que es total eso. Muchos amigos míos me dicen “qué bien, que orgulloso tienes que estar cuando te pasan estas cosas”. Y yo les digo: “pues no estoy orgulloso, estoy aliviado"…y es verdad que es una putada…que tu motor sea el miedo al fracaso es una putada, porque no disfrutas del camino casi nunca…porque vives agobiado todo el camino y, cuando tienes algún mini éxito, lo que me pasa es que más que contento, estoy aliviado. Y creo que esto es algo a cambiar.
P: Reconocer en un libro que uno tiene miedo al fracaso es un acto de valentía. No lo hace cualquiera.
R: El libro me ha servido en algunos momentos como terapia, porque yo he tenido miedo toda mi vida. Pero es verdad que, sobre todo, he tenido miedo a reconocer que tenía miedo. Eso es lo que más miedo me daba: que la gente notara que yo podía tener miedo o inseguridades, eso es lo que más miedo me daba. Y contarlo ha sido pues casi casi una liberación, de decir oye, yo también tengo miedos, como todo el mundo y uno de los motores que ha hecho que me hayan ido bien las cosas, ha sido un poco ese miedo al fracaso.
P: ¿Qué fue lo peor para ti de esa autoexigencia que te imponías y ese miedo al fracaso que vivías en tu intimidad?
R: Esa sensación de ansiedad, de miedo, de querer dar el máximo, de una continua competitividad conmigo y con los demás. De hecho, mi madre, cuando ha leído el libro ahora, recuerda los malos momentos míos en el colegio y la universidad. Me vino a decir que se sentía un poco culpable porque yo lo estaba pasando muy mal y ella no había sabido ayudarme. En realidad, yo tengo la sensación justo de lo contrario, de que mi madre me ayudó perfectamente y que, probablemente, yo estoy donde estoy por mi familia, así te lo digo. Creo que mi familia nunca me ha presionado nada. Mi familia ha visto que toda la presión ya me la metía yo solo y ha sabido tratarme de esa forma en la que ellos no me han metido nunca más presión, nunca me han pedido ni que aprobara todo en medicina, ni que sacara buenas notas, siempre me han dejado a mi aire y creo que, a lo mejor, otra familia, que hubiera estado más encima o que me hubiera exigido más, a mí, por mi carácter, me hubiera machacado.
Todos tenemos demonios por dentro, a todos nos afecta algo de alguna forma y creo que, quizás, una manera de poder ayudar es mostrar que a todos nos pasa y contárselo a la gente (David Callejo, médico)
P: Lo que está claro es que todos tenemos nuestras cosas, nuestros miedos, inseguridades y debilidades. Contarlo abiertamente como has hecho tú, es un poco contribuir a romper tabúes sobre la salud mental, ¿no crees?
R: Incluso, en un capitulo hago hincapié en la salud mental en España. Y creo que estamos un poco de suerte y creo que es algo positivo que cada vez habláis más en los medios de comunicación de salud mental. Estamos en esa fase en la que se ha puesto “de moda” el tema, y que se habla más. Creo que es importante porque, sin salud mental, no hay salud. Y todavía se mira con cierto recelo a alguien que va al psicólogo o al psiquiatra o alguien que toma medicación, y creo que es algo que tenemos que dejar de ver con recelo. Igual que cuando tienes la tensión alta tomas un fármaco para la tensión, si tienes algún problema de estado de ánimo, a lo mejor necesitas que te receten algo durante algún tiempo. Así que, creo que necesitamos perder esos recelos (…) Todos tenemos demonios por dentro, a todos nos afecta algo de alguna forma y creo que, quizás, una manera de poder ayudar es mostrar que a todos nos pasa y contárselo a la gente.
P: Tu historia también es inspiradora por tu capacidad para saber encontrar el lado bueno a los acontecimientos adversos de la vida…
R: Es verdad es que yo siempre, de todo lo que pasa, trato de sacar algo positivo, algo bueno. Y es verdad que mi momento peor de los últimos años -incluso peor que la pandemia- fue cuando tuve la lesión del cuello y perdí la fuerza del brazo derecho y claro…me hablaban incluso de incapacidad laboral, que me podía seguir dedicando a la medicina, pero perdía la especialidad de anestesia, que me pagaban una indemnización, pero tenía que empezar de cero, prácticamente. Y todo eso me llegó en un momento en que estaba metido en una vorágine de trabajo increíble: de mañana en la pública, por las tardes en la privada, las clases de la academia…trabajo y más trabajo que, en ese momento, me hacía sentir superdesgraciado. Me sentía que vivía para trabajar, me sentía que tampoco me gustaba tanto, que nada merecía la pena. Y la lesión y el riesgo de perder todo eso, como a veces pasa con las relaciones con las personas o la pareja- el miedo a perder lo que tienes, me hizo valorarlo de verdad. Y me hizo ver que yo era feliz con lo que tenía, que yo era feliz con ese ritmo de vida frenético, con ese modo de vivir sin parar y que lo que yo quería era eso. Y ahora, cuando tengo esos picos de trabajo, ahora por ejemplo con las redes sociales, con la promoción del libro, pues a veces vuelvo a tener esos momentos y me hacen falta unos minutos para pensar: “acuérdate de cuando casi pierdes todo esto y en realidad ese momento fue el más infeliz que recuerdas de tu vida porque te daba miedo perder esta vida que tienes ahora”.
P: Ya que sacas el tema de las redes sociales y ya para terminar: ¿Qué te llevó a abrir una cuenta de Instagram para divulgar sobre medicina?
R: Los médicos nos hemos acostumbrado a hablar un lenguaje que no se nos entiende. ¿Cómo puede pasar eso de que alguien vaya al médico y que no tenga ni idea de lo que le han dicho? Creo que los médicos nos hemos acostumbrado a hablar a veces con un lenguaje y a escribir de una forma que es completamente inentendible para la gente, que no nos entienden. Y mi objetivo en las redes es ese; que todo el mundo nos entienda lo más posible; que intenten entender cada decisión que hemos tomado con el covid, por ejemplo; que intenten entender cosas tontas que a la gente le parecen como curiosidades. Y todo dentro del humor, de que sea algo más o menos ameno… porque yo creo que nadie entra en una red social para sufrir.