Edgar Cabanas, autor de 'Happycracia': “No teníamos suficientes problemas y vino la felicidad”
Hablamos con Edgar Cabanas sobre la dañina cultura de la felicidad; esa que nos impone que debemos ser felices a toda costa
El autor de 'Happycracia', sostiene que la pandemia ha sido un caldo de cultivo excepcional para la proliferación de este tipo de discursos
Su crítica no es a la búsqueda de la felicidad en sí misma, sino a aquellos que nos imponen una idea de felicidad universal y válida para todos
“De la felicidad también se sale”, es una frase que Edgar Cabanas, coautor de Happycracia (Paidós, 2019), repite a menudo para referirse a esa obligación de ser felices que nos impone la llamada cultura de la felicidad.
Explica Cabanas que nos hemos obsesionado con un problema que parece que venía a traernos soluciones, pero que al final se ha convertido en un problema en sí mismo. “No teníamos suficientes problemas y vino la felicidad”. Lo dice riendo, pero muy en serio. Porque Cabanas considera que esta idea de que la felicidad solo depende de nosotros, es una de las trampas de la industria de la felicidad: una industria que, en realidad, no viene a ofrecernos felicidad, sino que “viene a ofrecernos un problema que solo ella dice ser capaz de resolver…eso es una trampa enorme y además es el negocio perfecto…¿qué te ofrece? Pues un problema que tienes que resolver tú, eso sí, a través de lo que me compres a mí…pero el problema es tuyo. Claro, eso es un chollo, el mejor negocio del mundo… y de hecho los datos están ahí porque es un negocio como muy pocos”.
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Pregunta: Pero la realidad ha demostrado que funciona…y no solo en términos de negocio. También funciona para mejorar la vida de muchas personas. Lo hemos visto durante la pandemia, en la que este tipo de técnicas, prácticas o herramientas para ser más felices han triunfado. ¿Cómo explicas ese éxito?
Respuesta: En el libro explicamos que momentos de crisis, como por ejemplo la crisis económica global que empezó en 2008, fue un caldo de cultivo perfecto para que proliferaran estos discursos, que son discursos que hacen énfasis en que en tiempos de crisis, en los que uno tiene muy pocas posibilidades de cambiar sus condiciones, su medio, lo que debe hacer es refugiarse en su interior en busca de claves para superar los problemas… estos discursos hacen énfasis en que el secreto de la buena vida, para eliminar nuestro sufrimiento o nuestro dolor o ansiedad, reside en la propia gestión de nosotros mismos como clave para solucionar nuestros problemas, sean cuales sean, más o menos graves. Estos discursos proliferan porque son muy tentadores. Son muy tentadores porque ¿qué otra cosa puedo hacer sino cambiarme a mí mismo, puesto que no tengo posibilidades de cambiar mi entorno? Como señalabas, todo esto ha vuelto a proliferar en esta crisis…se le ha vuelto a dar un impulso muy grande.
P: Pero hay personas, a muchas personas, a las que les funciona ese discurso. Personas que realmente consiguen un mayor bienestar en su vida cuando deciden no dejar su felicidad en manos de las circunstancias…
R: Yo no dudo de que hay muy buena intención detrás de todas estas técnicas y consejos. Yo no dudo de que se profieran con la mejor de las intenciones para aliviar el sufrimiento de las personas. Lo que se cuestiona es ¿es siempre así?, ¿de verdad ayuda? Porque nosotros siempre nos fijamos en la gente a la que ayuda, pero ¿nos fijamos en la gente a la que no ayuda? Y no digo a la gente que no le sirve para nada, digo a la gente a la que le viene mal. Porque tú me preguntabas por la gente a la que le ayuda, pero también hay gente a la que le viene muy mal y no nos fijamos en ellas. Porque hay gente que de verdad se llega a creer tan 'a pies juntillas' este discurso, que se siente verdaderamente mal o el doble de mal, porque se siente culpable al decir: es que soy yo, es que soy yo el que tiene la culpa de estar así.
Cada uno debería tener el derecho de decidir qué es la felicidad (Edgar Cabanas)
P: La industria de la felicidad nos vende que esta depende solo de nosotros, pero también que esta idea de felicidad es universal y que tiene que valer para todos…
R: El discurso de la felicidad que critico y que analizo, es el discurso oficial, es el que dice ser científico: el discurso que manejan aquellos que dicen que saben lo que es la felicidad y que tienen la potestad y la legitimidad social para hablar de ella… esta es una de las críticas que hago; que esta gente, estos científicos, esta industria, se arroga el derecho de que su idea de felicidad sea la única posible, porque es científica... Y yo, lo que hago es analizar este discurso y discutir que haya una única idea de felicidad. Y lo que decimos al principio del libro no es que estemos en contra de la felicidad per se, es que estamos en contra de esta felicidad que estamos analizando, que además tiene esos tintes o esa ambición de ser universal, de ser la que es y la única que ha habido y la única que es y que será. Esta es la crítica que nosotros hacemos y yo creo que se demuestra cuando yo hablo con la gente y me dicen que para ellos la felicidad es otra cosa, y yo digo “claro, es que no sabemos muy bien lo que es”…cada uno debería tener el derecho de decidir qué es la felicidad.
P: De modo que la crítica es mas bien a esa ciencia de la felicidad que respaldaría el negocio de la felicidad…
R: Lo que pasa hoy en día es que hay una ciencia que efectivamente parece tener legitimidad y credibilidad y que ha reducido mucho el espectro de posibilidades de entender el propio concepto, porque lo ha secuestrado. Ha secuestrado la idea de felicidad…ellos son los que tienen la potestad de decir lo que funciona y lo que no, lo que contribuye y lo que no a la felicidad. Y, además, esto le proporciona a la industria de la felicidad una cosa muy valiosa para un negocio, que es la apariencia de ser científico. Esto es un valor añadido enorme para cualquier producto. No se compra lo mismo una cosa que no está científicamente probada que una que, en principio, parece que sí tiene garantías científicas. Todo esto no lo tenía la industria de la felicidad hasta ahora.
P: Sin embargo, a la hora de pensar en una práctica para sentirse más feliz o para tener más bienestar en su vida...¿crees que a una persona le preocupa realmente que sea algo científico, o le importa más bien que sea algo que le funciona?
R: La ciencia no es el único criterio y muchas veces te interesan las cosas si funcionan, no si son más científicas o no. Pueden ser cosas menos científicas y, sin embargo, te funcionan muy bien y ¿por qué no se va a aplicar? Me parece legítimo y razonable porque la ciencia no tiene todas las respuestas, ni de lejos. Pero, es también sano como actitud científica, preguntarte cuándo algo funciona y cuándo no funciona… porque cuando nos centramos en la idea de que algo funciona, nos fijamos solo en los casos que confirman que lo que hacemos o decimos funciona. Pero no nos fijamos en los casos en que no lo confirman, o incluso lo desmienten. Y hay muchas veces que es así.
P: ¿Qué le dirías a una persona a la que le funciona muy bien el mindfulness por ejemplo?
R: Si a una persona le viene bien el mindfulnesss -que sabes que yo en el libro soy muy crítico con el mindfulness por donde se inserta y por lo que representa- pero si a alguien le va bien el mindfulness y de mí dependiera que esa persona se sintiera mejor y no hubiera otra alternativa, yo, sí se lo recomendaría. Yo no abogo porque uno sufra, ni mucho menos. En la práctica, muchas veces tiramos de cosas que a la persona le sirven. A mí, lo que me preocupa es cuando hay fanatismo con ciertas cosas o aproximaciones. Y hay que entender que el mindfulness, primero, para que te funcione, te tiene que convencer, como muchas cosas. Y hay a muchas personas a las que no les convence, pero sin embargo se impone como técnica que funciona. Y no es así porque no es solo una técnica, es una forma también de pensar. Y si no piensas así, no te va funcionar. Es una forma de entender las cosas, es una forma de aproximarse a los problemas.
P: O sea, que si uno no está en esa onda, no le funciona. Además, es que no todo el mundo está en esa onda. ¿Qué te parece esa idea tan extendida ahora de que lo necesario es conocerse a uno mismo?... ¿esa idea sí que funciona para todos?
R: No, a mí no. Es que hay gente a quien no le interesa el ‘sí mismo’ y, como te digo, no le gustan esas cosas, no entienden ese lenguaje. Es que hay gente que no entiende eso de conocerse a sí mismo, que dice: “es que yo hago mis cosas, pero no entiendo qué es esto de conocerme a mí mismo, pues seré yo ¿no?”…Eso no sirve para todo el mundo. Yo es que conozco mucha gente así, a la que no le sirve eso, y conozco a otra mucha gente que es que es muy pesada con eso de conocerse así mismo, porque le encanta…Mi recomendación, entonces, es alejarse de las recomendaciones generales facilonas, simplonas, que parece que tienen las respuestas para todo el mundo.
Hay muchas veces que no puedes sacar ninguna lección valiosa de tu tristeza (Edgar Cabanas)
P: Desde la publicación de tu libro te has convertido en el azote de los que venden la idea de que la felicidad tiene que ver con estar siempre bien, con sentir solo emociones positivas y con la ausencia de sufrimiento. ¿Es ese el discurso oficial de la cultura de la felicidad y de la psicología positiva?
R: Lo que dicen es que ni la felicidad ni el bienestar son ausencia de malestar, que no vale con estar normal o con lidiar con el sufrimiento. La felicidad está ligada a una idea de estar continuamente bien. Porque lo que dicen que es importante es que estemos continuamente sintiendo emociones positivas…lo importante es la frecuencia de las emociones positivas y no la intensidad, es decir estar frecuentemente bien, porque está ligada a una idea de crecimiento, de florecimiento, el flowrish, como lo llaman ahora. Y entonces no vale solo con aprender a lidiar con el sufrimiento, lo que te dicen es que tienes que centrarte en la felicidad, no solo en saber lidiar con tus problemas. Esto es el discurso oficial...y luego, la idea de que todo sufrimiento es indeseable, es a evitar y que el sufrimiento no sirve para nada a no ser que lo conviertas en algo productivo. Pero hay muchas veces que no puedes sacar ninguna lección valiosa de tu tristeza..no puedes…que no puedes sacar una lección valiosa de las tragedias que hay en tu vida…no se puede, hay cosas que ni quiera puedes llegar a comprender y que son enormemente dolorosas y el dolor está ahí. El dolor es parte de la vida y no tiene más misterio.
P: Pero por lo que yo tengo entendido, la psicología positiva, por ejemplo, no niega que el sufrimiento forme parta de la vida. Lo que dice es que debemos aceptar y sostener el sufrimiento porque es innegable que está ahí. ¿Puede ser que esa idea de que la felicidad significa estar siempre bien, sea la parte más superficial del discurso de la cultura de la felicidad que tanto criticas?
R: Ahora hay más discurso crítico en ese sentido, pero eso no es lo que decían antes. Ahora se ha empezado a decir eso, pero antes no. Ahora se están abriendo a esta idea de reconocer esta problemática, pero antes el discurso era muy fuerte en el otro sentido, en el de que tú eres feliz si quieres, y que puedes elegirlo y que si sigues estos pasos aumentará tu felicidad etc…esa industria estaba ahí metida y ahora se reconocen estos problemas…Esto que dices es de hace poco y yo creo que también Happycracia ha servido como un acicate y me alegro.
P: Puede ser que el discurso sobre la felicidad, al menos la “posición oficial” esté cambiando…
R: Yo creo que el discurso que criticamos en el libro tiene muchas fallas y muchas consecuencias en muchos sentidos… y a mí me parece que incluso muchos científicos de la felicidad están dándose cuenta de que hay efectivamente cosas que fallan y están incorporando ciertas críticas, lo cual me alegra porque están intentado introducir posiciones mucho más culturales, morales y contextuales, que ellos mismos reconocen que las había dejado absolutamente de lado y era un problema grande.