Estos cambios han incrementado la temperatura media del planeta de forma que en las últimas tres décadas ha sido más cálida que cualquier otra desde 1850. Ello influye en los niveles del mar, que también han aumentado. Los glaciares desaparecen a ritmos cada vez mayores y los fenómenos meteorológicos extremos se repiten cada vez más a menudo o a destiempo.
El aumento de temperaturas puede tener algún efecto beneficioso en zonas frías, pero también incrementa las enfermedades cardiovasculares, y respiratorias en la mayor parte del planeta. La calidad del aire empeora y el polen, el principal alérgeno mundial, incrementa su efecto, especialmente entre los individuos más sensibles a enfermedades respiratorias.
El agua también es una de las protagonistas del cambio climático. El deshielo de glaciares y zonas congeladas aumenta los niveles de mar. Otro de los problemas cada vez más frecuentes es la aparición de mareas rojas, determinadas algas que florecen en las costas de todo el mundo y generan toxinas que son peligrosas para los animales marinos y, también, para los seres humanos que ingieren productos del mar.
Cada vez son más frecuentes las catástrofes por lluvias inesperadas, al tiempo que las zonas más cálidas incrementan su proceso de desertificación empujados por la mano del hombre, empeñado en talar los pulmones naturales. Las humedades repentinas debido a lluvias copiosas también incrementan la aparición de insectos portadores de enfermedades, como los mosquitos, los caracoles o animales de sangre fría.
Los vectores son organismos que pueden transmitir las enfermedades entre personas o de animales a personas. Las enfermedades transmitidas por vectores representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas. Muchos son insectos que se alimentan de la sangre, por lo que al alimentarse de un ser infectado, infecta al siguiente de manera sencilla. Los más conocidos son los mosquitos, pero también lo son garrapatas, moscas, flebótomos, pulgas, triatominos (la familia de las chinches) y algunos caracoles de agua dulce.
Aumento de las temperaturas
Sólo las distintas variedades de mosquitos pueden transmitir enfermedades como dengue, fiebre del Valle del Rift, fiebre amarilla, chikungunya, zika, paludismo, encefalitis japonesa, filariasis linfática o fiebre del Nilo Occidental.
El zika es uno de los virus que ha provocado la última alarma difundida por la Organización Mundial de la Salud. Este virus se mantiene en zonas cálidas y se transmite a través de la picadura del mosquito. Sus efectos no son letales, son similares a los de una gripe; sin embargo, su riesgo radica en los efectos que puede tener sobre una mujer embarazada, ya que se piensa que puede provocar microcefalia y otras enfermedades del sistema nervioso en los bebés de madres infectadas.
Los cambios del clima tienen incidencia en que estos vectores alteren su distribución geográfica e incluso amplíen sus estaciones de actividad. El paludismo, una enfermedad transmitida por mosquitos, depende mucho del clima y mata a casi 600.000 personas cada año, sobre todo niños africanos menores de cinco años. Estos mosquitos requieren de zonas cálidas y húmedas. Este clima es el que están adoptando ahora las zonas de clima continental, con el aumento de las temperaturas.