Aunque el consumo de tabaco ha disminuido en los últimos años, sus implicaciones para nuestra salud siguen preocupando a la Organización Mundial de la Salud, sobre todo en población joven. Según su informe sobre las tendencias mundiales de consumo, 43 millones de adolescentes de entre 13 y 15 años fuman habitualmente tabaco ajenos a los efectos de esta droga legal en su salud física, pero también mental.
En los paquetes se alerta claramente: si fumas te expones a un mayor riesgo de cáncer de pulmón, boca y garganta entre otros, menor calidad de los espermatozoides, posible pérdida de visión, problemas dentales y un largo etcétera de complicaciones físicas. Sin embargo, ¿sabemos las secuelas del tabaco en nuestro estado psicológico?
Fumar es un arma de doble filo. Tras terminar el cigarrillo te invade una sensación de tranquilidad, de bienestar y de claridad mental. Sin embargo, pasadas unas horas –en algunos casos menos– comienzan a relucir sus efectos en nuestra salud mental:
Todos estos síntomas tan desagradables se juntan con lo que se denomina craving o, en español, las ansias de consumir una sustancia adictiva. En consecuencia, el fumador vuelve a encender un cigarrillo para aliviar ese malestar que provoca la breve abstinencia.
Con el tiempo, todos estos efectos secundarios del tabaco aumentan y junto a ellos también aparecen más complicaciones físicas, como una menor capacidad pulmonar, bronquitis recurrentes, ahogo al hacer grandes esfuerzos, una sangre más espesa por el bajo nivel de oxígeno compensado con una elevación de los glóbulos rojos, úlceras estomacales y un daño crítico en las arterias que desemboca en arritmias o en un infarto de miocardio.
En el siguiente vídeo un experto te explica qué puede llegar a hacer el tabaco en tu organismo si, por ejemplo, te fumas un cigarro nada más salir del gimnasio, tras haber realizado una actividad física durante un tiempo prolongado:
Son muchos los motivos para dejar de fumar: el riesgo de contagio de coronavirus al quitarte la mascarilla, las posibles enfermedades físicas, el malestar psicológico, la sensación de soledad cuando eres el único que consumes en tu grupo de amigos. Por eso varios veinteañeros decidieron decir basta y ahora, tras varios meses sin cigarrillos en su vida, han compartido con Yasss cómo ha mejorado su salud mental.
Mirella, de 23 años, confiesa que al principio lo pasó mal, pero que dejarlo merece la pena. “Lo que más he notado es a nivel emocional, que antes era como una montaña rusa. Discutía mucho más porque como que estaba susceptible siempre, y la gente me ha dicho que se nota mucho que lo he dejado porque se me ve más tranquila y más amable”.
Para Andrés, de 28 años, el último cigarrillo marcó un antes y un después en su ansiedad. “Empecé a ir al psicólogo y me dijo que además de los ejercicios que me mandaba, probase a dejar de fumar. Yo no sé qué me hacía la nicotina en el cerebro, pero fue dejar de fumar y al mes desapareció la ansiedad”.
“Dejé de fumar porque leí que aumentaba el riesgo de embolia si tomabas la píldora”, recuerda Rosa, de 26 años. “Me rayé y nada, tiré todos los paquetes. Todos me decían que sería difícil dejarlo pero después de la primera semana y media o así ya fue cuesta arriba. Sobre todo noté que tenía más energía. Antes era como que me daba pereza todo, y al dejarlo me notaba menos cansada, con más ganas de salir y de hacer cosas y más animada”, explica.
Jesús Miguel, de 20 años, decidió poner fin a su adicción a raíz de la pandemia. “Cuando nos confinaron me quedé sin tabaco y aproveché para dejarlo. Fue muy bestia cómo me cambió en el tema de la universidad. Antes no aguantaba ni una hora leyendo o estudiando porque me entraban unas ganas bestias de fumar, y después mejoré mucho en el tema de prestar atención o estar centrado en algo”.
En el caso de Joel, de 25 años, la desintoxicación fue muy complicada. “Lo dejaba y volvía porque mi novia fuma, mi madre fuma y muchos de mis amigos fuman. Me costó una barbaridad y tengo claro que el esfuerzo de dejarlo cuando vives entre fumadores es mucho mayor”, reflexiona. “Ahora estoy mucho mejor, más animado y tranquilo. Antes estaba como nervioso todo el día y con una sensación de ansiedad dentro que no se iba. Ahora salvo momentos puntuales que me vuelven las ganas, me siento relajado”.
Si bien no es fácil romper con el hábito del tabaquismo, hay algunas recomendaciones que te pueden ayudar a perder la adicción a los cigarrillos: