Los 62 internos de la Residencia San Jerónimo de Estella, en Navarra tienen 15 ángeles de la guarda. Todos los funcionarios del centro llevan confinados con los ancianos desde el pasado 23 de marzo para evitar la posible propagación del coronavirus en sus salidas y entradas a estas instalaciones.
Ellos son la generación que trabajó en tiempos de posguerra. La que abrió caminos en la que tuvo que aprender por sí sola. La que siempre tuvo deberes y apenas exigió derechos. La que se nos está yendo sin poder siquiera cogerla de la mano. Por eso, los 15 trabajadores de esta residencia de ancianos de Pamplona decidieron desde finales de marzo blindar a sus 62 residentes. Se encerraron con ellos. Sin ver a sus familiares, sin rotaciones, sin salir al exterior, sin dejar un resquicio de entrada del virus en definitiva.
"No hay dinero para pagar esta actuación permanente"
Y los resultados no se han hecho esperar. Durante estas tres semanas de confinamiento no se ha registrado en el centro ningún contagio por COVID-19. "No hay dinero para pagar esta actuación permanente", comenta emocionada una residente de los 62 internos que solo pueden mostrar agradecimiento ante sus abnegados cuidadores.
Para normalizar la situación, el equipo de San Jerónimo propone alternativas, por ejemplo este martes por la mañana les han puesto una película para distraerlos de las informaciones. Además, no será por falta de iniciativas. En esta residencia todas las tardes a las 8 se sale a aplaudir a los sanitarios y se recibe respuesta de los vecinos al ritmo del ‘Resistiré’.