Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) realizado en habitaciones en las que se aisló a pacientes con COVID-19 ha mostrado que el ARN del coronavirus, parte del material genético de un virus, puede persistir hasta un mes en el polvo.
El estudio no evaluó si el polvo puede transmitir el virus a los humanos. Sin embargo, podría ofrecer otra opción para controlar los brotes de COVID-19 en edificios específicos, como residencias de ancianos, oficinas o escuelas.
El estudio, publicado en la revista 'mSystems', descubrió que parte del material genético del corazón del virus persiste en el polvo, aunque es probable que la envoltura que rodea al virus se rompa con el tiempo en el polvo. La envoltura, la esfera con forma de corona que contiene el material del virus, desempeña un papel importante en la transmisión del virus a los humanos.
Los municipios y otras entidades han analizado las aguas residuales para evaluar la prevalencia del COVID-19 en una comunidad determinada: las copias genéticas y los fragmentos del virus viven en los desechos humanos y, al analizar las aguas residuales, se puede determinar la extensión del virus, incluso si las personas son asintomáticas.
El control del polvo podría ofrecer un conocimiento similar a menor escala, por ejemplo, en una residencia de ancianos, un hospital o una escuela. "En las residencias de ancianos, por ejemplo, es necesario saber cómo se propaga la COVID-19 dentro del edificio. A efectos de vigilancia, es necesario saber si se está detectando un brote que se está produciendo en este momento", explica Nicole Renninger, autora principal del artículo.
Para este estudio, el equipo de investigación trabajó con las cuadrillas responsables de la limpieza de las habitaciones de la Universidad Estatal de Ohio donde se aislaron los estudiantes que dieron positivo en la prueba de COVID-19. También recogieron muestras de dos hogares donde vivían las personas que dieron positivo en la prueba de COVID-19. Recogieron bolsas de polvo de los equipos de limpieza y de las casas.
Los investigadores también analizaron los hisopos recogidos de las superficies de las habitaciones. Encontraron material genético del virus SARS-CoV-2 -el virus que causa el COVID-19- en el 97 por ciento de las muestras de polvo y en el 55 por ciento de los hisopos de superficie.
Los equipos de limpieza rociaron un desinfectante a base de cloro en las habitaciones antes de la limpieza; los investigadores creen que ese desinfectante destruyó la envoltura y/o la cápside -la capa exterior que rodea al virus-, lo que probablemente lo desfiguró para su transmisión.
El equipo de investigación analizó las muestras cuando llegaron al laboratorio, poco después de la limpieza de las habitaciones, y luego volvió a analizarlas semanalmente. Al cabo de cuatro semanas, el ARN del virus no decaía significativamente en las bolsas de vacío.
"No estábamos seguros de que el material genético sobreviviera: hay muchos organismos diferentes en el polvo, y no estábamos seguros de ver ningún ARN viral. Y nos sorprendimos cuando descubrimos que el propio ARN parece durar bastante tiempo", detalla Renninger.