La lucha contra el coronavirus está lejos de terminar. La pandemia que se propaga por el mundo deja ya cerca de un millón y medio de contagiados en todo el planeta y más de 80.000 muertos tras infectar a más de 212 países. En España, el COVID-19 se ha cobrado 757 muertes en las últimas 24 horas provocando otro ligero repunte. En total, los fallecidos ascienden más allá de los 14.500 mientras que los casos superan los 146.600 después de sumar 6.180 contagios este miércoles, lo que supone que el porcentaje de incremento de los nuevos casos se sitúa en el 4%. También en esto se aprecia un ligero incremento. Hace dos días era de un 3%, pero lo fundamental es que al inicio del estado de alarma, el 15 de marzo, hablábamos de un dramático 22%. Es decir, en un plazo de tres semanas ha habido una tendencia descendente significativa, y a ello es a lo que se aferra Sanidad para reiterar nuevamente que las medidas adoptadas, gracias al “cumplimiento ejemplar” de la ciudadanía, “están dando resultados”.
Junto a ello, la nota positiva es que también está disminuyendo la presión sobre los hospitales. La última semana de marzo el incremento en el número de ingresos “era de un 20%”. “Ahora es de un 3%”, ha explicado la jefa del área del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, María José Sierra, quien además ha informado que el número de altas supera las 48.000.
Siempre “desde la más absoluta cautela”, a la luz de estos datos el Gobierno confirma que ahora nos encontramos en una “fase de ralentización y desaceleración de la curva”, motivo por el cual ya se estudian los paquetes de medidas encaminadas a la futura flexibilización de las medidas de confinamiento. Pero que nadie se engañe: que el Ejecutivo y los expertos centren también sus esfuerzos en preparar el camino en lo que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha denominado “desescalada del estado de alarma” no significa que el fin del confinamiento esté cerca. Aún queda mucho camino, mucho sacrificio y mucha responsabilidad que ejercer de forma conjunta. “Tenemos que doblegar la curva y esto todavía no lo hemos conseguido. Estamos en una etapa complicada y dura de combate contra esta pandemia”, ha subrayado el ministro.
Sin ir más lejos, es este jueves cuando se materializará en el Congreso la prórroga de ese estado de alarma que se extenderá, como mínimo, al día 26 de abril. Y no será ese el día a partir del cual volvamos, entre medidas progresivas, “a la vida normal”, aunque la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, así haya llegado a augurarlo. Tanto Salvador Illa como José Luis Ábalos, han precisado y matizado sus palabras: “No hay fecha de vuelta a la normalidad”, ha dicho el ministro de Transportes. Y esa es la realidad, porque el virus ha probado ser, además de extremadamente contagioso, extremadamente volátil y dinámico. Por eso, cuando al ministro de Sanidad le preguntan al respecto de si esta será la última prórroga del estado de alarma su respuesta es sucinta y clara: “Hay muchos elementos todavía desconocidos y por tanto no estamos en condiciones de decir qué vamos a hacer el 26 de abril. No lo sabemos. Vamos a ver cómo evoluciona la epidemia y qué datos tenemos. En función de lo que nos digan los expertos tomaremos las decisiones. Ahora el Gobierno tiene que prever las situaciones. Con seguridad se producirá la fase de desescalada. Cuando esto ocurra el Gobierno tendrá que tener preparados los escenarios y eso es lo que estamos haciendo”, ha explicado.
Así las cosas, “no es momento de bajar la guardia” ni de relajarnos. Por eso, en plena Semana Santa, Interior ha redoblado los esfuerzos para garantizar que las medidas adoptadas en el marco del estado de alarma se respetan, intensificando los controles para vigilar posibles desplazamientos a segundas residencias. La orden es clara: hay que seguir quedándose en casa, hay que mantener el distanciamiento social y reducir la movilidad a lo estrictamente extraordinario e imprescindible. Es la manera más eficaz hasta el momento para contener la propagación del virus. Está dando resultado y la situación, todavía muy grave, exige mantenerlo.
Quedan días de gran sacrificio y aún después vendrá “lo más difícil”. Cabe decirlo no en un afán catastrofista, sino en uno concienciación. Lo ha manifestado el coordinador de Emergencias y Alertas Sanitarias, Fernando Simón, quien ha precisado que lo más complejo vendrá “cuando poco a poco se vayan levantando algunas de las medidas, porque será complicado conseguir que la gente mantenga la tensión y las normas de distanciamiento adecuadas una vez se incorporen a sus puestos de trabajo". “Habrá que ser mucho más conscientes de cada uno de nuestros actos en esta segunda fase para evitar un repunte en la epidemia y evitar que nuestras UCI, nuestro sistema sanitario, vuelva a estar bajo la presión a la que se ha visto sometido durante los días pasados", ha advertido.
En este sentido, un primer desafío al que se prestará gran atención es el hecho de que tras Semana Santa se reanude cierta parte de la actividad económica no esencial; una situación ante la que los expertos han de estar vigilantes para ver su impacto en la evolución del brote.
A este respecto, en el proceso de desescalada del estado de alarma que se está preparando y en el que se está trabajando, el ministro de Sanidad ha confirmado que se hará en varias etapas, de acuerdo al “criterio de un amplio equipo de epidemiólogos, tecnólogos y profesionales del máximo nivel de varias disciplinas”, y siempre siguiendo cuatro principios: “el de la prudencia, el de la evidencia científica, el del respeto a los derechos y libertades de las personas y el principio de anticipación y estudio de todos los posibles escenarios”.
Entre tanto, desde la Unión Europea, que todavía se muestra incapaz de adoptar una postura unitaria frente al coronavirus, rectificando y distanciándose de la postura de la OMS, se avala ya el uso de mascarillas por parte de personas asintomáticas. "Su uso en público puede servir como medio de control para reducir la propagación de la infección, al minimizar la excreción de gotas respiratorias de los individuos infectados que aún no han desarrollado síntomas o que permanecen asintomáticos", ha dicho el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, que no obstante apunta y matiza que "no se sabe en qué medida el uso de mascarillas en la comunidad puede contribuir a reducir la transmisión".
Mientras, fuera de nuestras fronteras, Estados Unidos sigue a la cabeza en cuanto número de casos detectados de coronavirus, con más de 430.000 y más de 14.600 muertos, al tiempo en que en Europa países como Alemania o Francia ya han superado los 110.000 casos con más de 2.2000 y más de 10.800 muertes respectivamente.
La nota positiva en lo que a la tendencia del brote se refiere la marca la vecina Italia, que este jueves ha registrado un récord de pacientes curados, con 2.099 altas médicas récord de pacientes curados 2.099 altas médicas, al tiempo en que, por quinto día consecutivo, apunta un descenso de los ingresos en UCI y los hospitalizados. Además, la cifra de fallecidos también ha bajado, con 542 en las últimas 24 horas. Sus cifras globales muestran un total de 139.400 casos y más de 17.600 muertes.
Las dramáticas cifras hoy cicatrizan poco a poco en Wuhan, la ciudad China considerada el epicentro de la pandamia, después de que por fin este 8 de abril haya recuperado su libertad tras más de 11 semanas confinada. Entre campanas e iluminaciones para la ocasión, los ciudadanos han celebrado la vuelta a una normalidad que, no obstante, mantiene aún ciertas restricciones.