El cierre de escuelas por la pandemia de coronavirus conlleva altos costes sociales y económicos para las personas en todos los países. Sin embargo, la peor parte se la llevan los niños y niñas más vulnerables y marginados en familias con menos recursos económicos. Lo dice la Unesco en un documento que publica coincidiendo con el inicio del cursos escolar en medio mundo, entre el miedo y la preocupación por los contagios de covid.
La interrupción del curso escolar en meses anteriores ha exacerbado las desigualdades ya existentes dentro del sistema educativo, pero también en otros aspectos de sus vidas como el estrés del profesorado, la falta de preparación de los padres, la deserción escolar, entre otros que los Gobiernos han tenido en cuenta cuando han optado por mantener la presencialidad, mientras la crisis sanitaria lo permita.
Aprendizaje interrumpido: la escolarización proporciona un aprendizaje esencial y cuando las escuelas cierran, los niños y los jóvenes se ven privados de oportunidades de crecimiento y desarrollo. Las desventajas son desproporcionadas para los estudiantes desfavorecidos que tienden a tener menos oportunidades educativas más allá de la escuela.
Nutrición deficiente: muchos niños y jóvenes dependen de las comidas gratuitas o con descuento que se brindan en las escuelas para obtener alimentos y una nutrición saludable. Cuando las escuelas cierran, la nutrición se ve comprometida.
Confusión y estrés para los maestros: cuando las escuelas cierran, especialmente de manera inesperada y por períodos desconocidos, los maestros no están seguros de sus obligaciones y de cómo mantener la conexión con los estudiantes para apoyar el aprendizaje. Las transiciones a las plataformas de enseñanza a distancia tienden a ser complicadas y frustrantes, incluso en las mejores circunstancias. En muchos contextos, los cierres de escuelas dan lugar a licencias o separaciones de los profesores.
Falta de preparación de los padres para la educación a distancia en el hogar: cuando las escuelas cierran, a menudo se les pide a los padres que faciliten el aprendizaje de los niños en el hogar y pueden tener dificultades para realizar esta tarea. Esto es especialmente cierto para los padres con educación y recursos limitados.
Desafíos para crear, mantener y mejorar la educación a distancia: la demanda de educación a distancia se dispara cuando las escuelas cierran y, a menudo, sobrepasa los portales existentes a la educación a distancia. Trasladar el aprendizaje de las aulas a los hogares a gran escala y con prisa presenta enormes desafíos, tanto humanos como técnicos.
Brechas en el cuidado de los niños: En ausencia de opciones alternativas, los padres que trabajan a menudo dejan a los niños solos cuando las escuelas cierran y esto puede llevar a comportamientos de riesgo, incluida una mayor influencia de la presión de los compañeros y el abuso de sustancias.
Costes económicos elevados: los padres que trabajan tienen más probabilidades de faltar al trabajo cuando las escuelas cierran para cuidar a sus hijos. Esto da como resultado una pérdida de salarios y tiende a afectar negativamente la productividad.
Tensión involuntaria en los sistemas de salud: los trabajadores de la salud con niños no pueden asistir fácilmente al trabajo debido a las obligaciones de cuidado de niños que resultan del cierre de escuelas. Esto significa que muchos profesionales médicos no se encuentran en las instalaciones donde más se necesitan durante una crisis de salud.
Mayor presión sobre las escuelas y los sistemas escolares que permanecen abiertos: los cierres de escuelas localizados suponen una carga para las escuelas, ya que los gobiernos y los padres redirigen a los niños a las escuelas que permanecen abiertas.
Aumento de las tasas de deserción escolar: es un desafío garantizar que los niños y jóvenes regresen y permanezcan en la escuela cuando las escuelas vuelvan a abrir después del cierre. Esto es especialmente cierto en el caso de cierres prolongados y cuando las crisis económicas presionan a los niños para que trabajen y generen ingresos para familias con dificultades económicas.
Mayor exposición a la violencia y la explotación: cuando las escuelas cierran, aumentan los matrimonios precoces, se recluta a más niños en las milicias, aumenta la explotación sexual de niñas y mujeres jóvenes, los embarazos de adolescentes se vuelven más comunes y el trabajo infantil aumenta.
Aislamiento social: las escuelas son centros de actividad social e interacción humana. Cuando las escuelas cierran, muchos niños y jóvenes pierden el contacto social que es esencial para el aprendizaje y el desarrollo.
Desafíos que miden y validan el aprendizaje: las evaluaciones programadas, en particular los exámenes de gran importancia que determinan la admisión o el avance a nuevos niveles e instituciones educativas, se desaniman cuando las escuelas cierran. Las estrategias para posponer, omitir o administrar exámenes a distancia generan serias preocupaciones sobre la equidad, especialmente cuando el acceso al aprendizaje se vuelve variable. Las interrupciones en las evaluaciones generan estrés para los estudiantes y sus familias y pueden desencadenar la desconexión.