Este viernes 14 de agosto se cumplen 5 meses del día en que el Gobierno decretó el estado de alarma en nuestro país por el coronavirus. Una situación excepcional que sólo se ha vivido en dos ocasiones en España. La pandemia obligó a prorrogarlo hasta 6 veces para combatir un virus que dejaba las peores historias en hospitales y residencias.
Fueron tres meses y una semana lo que duró esta situación extrema contemplada en la Constitución del 78. 2.351 horas que paralizaron el país pero que sirvieron también para contener la pandemia de coronavirus que se hallaba desbocada en nuestro país. Por eso fue necesario el 14 de marzo de esta circunstancia tan excepcional
No todas han transcurrido con la misma velocidad y durante algunas parecía que el tiempo se había congelado. Pero con la desescalada iniciada hace ya algunas semanas la vida ha ido volviendo a las calles, plazas, comercios, carreteras, fábricas, oficinas, terrazas, bares, montañas y playas que el estado de alarma vació.
El 14 de marzo fue necesario echar mano por segunda vez en democracia de este instrumento constitucional. Y si en la anterior ocasión -durante la huelga de controladores aéreos-, solo duró 15 días, en ésta ha tenido que prorrogarse seis veces.
Fue en un Consejo de Ministros extraordinario dónde se tomó esta decisión que se fue prorrogando cada 15 días y que demostró no solo la unión de la sociedad sino también la desunión de los partidos políticos para afrontar un reto de singular importancia para el futuro del país.
Los sucesivos debates en el Congreso de los Diputados evidenciaron un Gobierno sobrepasado por la magnitud de la pandemia con casi mil muertos diarios por la enfermedad y con la necesidad de crear morgues improvisadas ante semejante avalancha de cadáveres. Frente al Ejecutivo, una oposición que no supo estar a la altura de las circunstancias y que primó el enfrentamiento partidista antes que el aporte de soluciones.
Los errores del Gobierno fueron posibles también por el desmantelamiento previo del Sistema Nacional de Salud que hizo de los recortes la principal política de gestión, con Madrid como abanderado de esta actuación que dejó indefensos a los ciudadanos.
Durante estos tres meses largo de estado de alarma también quedó en evidencia la falta de una estructura sanitaria nacional que ayudara a coordinar las acciones en todo el territorio. Las reivindicaciones autonómicas fueron muchas veces monedas de cambio para avanzar en el estado de alarma.
Mientras esto sucedía, las residencias se convirtieron en las principales afectadas por la enfermedad registrando la muerte de miles de ancianos indefensos ante el coronavirus e incapaces de esquivar una pandemia que les afectaba especialmente .
Tras la muertes, la crisis económica producto del brusco parón económico ha dejado a miles de familias, trabajadores, empresas y autónomos arruinados en quiebra. Solo el Estado ha podido paliar en parte con importantes inyecciones de ayudas esta situación de falta de recursos. Miles de trabajadores han podido subsistir gracias a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, los famosos ERTE, Pero la factura está siendo difícil de digerir para un país con un déficit excesivo y con escaso margen de actuación fiscal.