Además de por la emergencia de la pandemia, la vacuna contra la COVID-19 se ha convertido en una cuestión de orgullo nacional para los países que la están buscando. Después de que Rusia anunciara la semana pasada que era la primera en tenerla, y que se la pondría a su población sin pasar por la última fase de pruebas masivas, China .
Rusia afirma que su vacuna es eficaz y permite lograr una inmunidad estable frente a la COVID-19. Además, ha incidido en que ha superado todas las pruebas necesarias. El país asiático asegura que su vacuna puede ser producida en masa de forma inminente, que sus resultados son esperanzadores y que es rápida y fácil de preparar.
Mientras los científicos y la propia OMS ponen en duda la eficacia de la vacuna rusa, en Latinoamérica ansían su llegada. Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México o Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela, afirman que son los primeros que se van a vacunar para dar ejemplo en sus países.
En todo el mundo hay 167 vacunas en desarrollo. De ellas, seis están en la tercera y última fase, donde se prueba en miles de humanos. Para poder completar el proceso, dichas vacunas se están probando en Brasil, Indonesia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes.
De este modo, la misma rapidez en la obtención del antídoto busca Estados Unidos con la vacuna desarrollada por Moderna. De hecho, el presidente del país, Donald Trump la espera para antes de las elecciones del 3 de noviembre.
Por otro lado, la más importante en suelo europeo es la de Oxford, que estiman que esté disponible para este otoño. En la que hay más de 100.000 voluntarios inscritos para los ensayos clínicos de la misma.