Este cambio de hora afecta directamente a nuestra salud. Existen algunos trucos para afrontar estos síntomas y lograr descansar. Por ejemplo, hacer un poco de ejercicio por la tarde, no cenar demasiado y evitar utilizar aparatos electrónicos antes de ir a la cama. De esta forma podremos conciliar el sueño mejor.
A pesar de trastocar nuestro ritmo, no te preocupes, estos cambios remiten en el plazo de tres o cuatro días.
Nuestro cuerpo, en concreto, nuestro cerebro tiene un regulador horario que funciona mediante la luz solar y los estímulos del entorno, es lo que conocemos como ritmo circadiano. Este sirve para regular los niveles de las hormonas y actividades celulares por lo que, al levantarnos cuando aún no ha amanecido provoca sensación de cansancio e irritabilidad. Eso sí, poco a poco, cada día irá amaneciendo antes.
El contar con dos cambios de hora tiene un efecto negativo en nuestro ritmo biológico, haciendo que nos encontremos más cansados. Sentimos, durante unos días, que no vamos al ritmo ni acorde a los ciclos de la naturaleza.
El cambio, al igual que el comienzo del otoño, supone un ‘bajón’ emocional en nuestro estado de ánimo. La astenia otoñal es un síndrome que puede afectar a algunas personas a causa de la disminución de las horas de luz, debido a la reducción de la hormona de la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad.
Al pasar de las 3:00 a las 2:00 quitamos una hora, por lo que probablemente se produzcan cambios en el apetito, probablemente comas antes y tengas menos hambre, eso sí, no son importantes.
La forma en la que afecta a nuestra salud varía según la persona y su modo de vida. El domingo duermes una hora más, algo bueno para los dormilones. Eso sí, si normalmente te levantas a las 8:00, es como si te levantases a las 7:00. Al igual que pasa por la tarde, si te acuesta a las 22:00 normalmente, a las 21:00 ahora notaras el sueño. Esto implica más cansancio, irritabilidad o falta de concentración. Eso sí, no tardaras mucho en volver a recobrar tu ritmo normal de sueño.