El bronceado es el oscurecimiento natural de la piel por la exposición a la radiación ultravioleta de la luz solar (también a las fuentes artificiales, como las cabinas o solariums). Nuestra dermis se oscurece porque se produce un incremento de la melanina, un pigmento que se encuentra en el pelo, el epitelio que rodea la retina, la médula espinal y el glándula suprarrenal, entre otras zonas de nuestro organismo.
Existen muchos tipos de melanina: la eumelanina es abundante en las personas de piel oscura, mientras que la feomelanina se encuentra en mayores cantidades en aquellos de piel más clara. Sin embargo, son los melanocitos los que colorean nuestra piel en función de la exposición solar. Dependiendo de la cantidad de UV a la que nos vemos expuestos, tu piel reaccionará y se tornará más o menos oscura. Sin embargo, otros elementos, como la concentración de yodo en el aire, la estación del año que hayas elegido para broncearte y la altitud a la que te encuentres también marcarán la tonalidad.
Cuestión también de altitud y el hemisferio
No es lo mismo el moreno de la montaña, que el de una playa del Caribe o el de la costa Mediterránea, y, por supuesto, los rayos no inciden de la misma manera en los meses de invierno que de verano, sin olvidar el hemisferio donde te encuentres porque la incidencia del ángulo de los UV varía. Asimismo, el tostado del litoral no tiene nada que ver con el de la piscina por el efecto que tiene en nuestra piel las gotitas de agua pulverizada del mar o del océano, que también inciden en el tostado.
El albedo: el reflejo del sol en las superficies
Además de todas estas circunstancias, hay un elemento que también interviene: el albedo. "Se trata del porcentaje de radiación solar que refleja un objeto astronómico. Por ejemplo, el del planeta Tierra anda por el 38% (o sea, devuelve al espacio el 38% de la radiación que le llega del Sol)", señala Jorge Mira Pérez, catedrático de Electromagnetismo de la Universidad de Santiago de Compostela.
Es decir, los terrenos con tonalidades más claras cuentan con valores de albedo superiores a las oscuras, lo mismo sucede con las brillantes frente a las mates, y, tal y como señala el físico sucede lo mismo con "su colocación y estado, no refleja lo mismo un material en forma de superficie lisa que el mismo materal machacado en forma de arenilla".
Asimismo, el experto confirma que ese albedo tiene consecuencias en la forma en la que nos afectan los rayos UV dependiendo en dónde nos encontremos. "En las playas, la reflexión de la radiación por la arena y el agua es importante; no perdamos de vista que la radiación reflejada por el terreno cuenta. Dicho esto, el suelo de una playa blanca reflejará más radiación electromagnética (albedo) que una con un color menos blanco", asegura.
Debajo de la sombrilla también te bronceas
Según algunos estudios, la radiación puede alcanzar hasta un 45% por este efecto rebote de los rayos, pero cuidado con relajarte debajo de la sombrilla porque seguirás recibiendo un 35% de la radiación solar pese a que creas que la sombra te protege. En el caso del césped, lo más habitual en las instalaciones con piscina, la reflectación de los rayos UV se encuentra entre un 20 y un 30%, casi los mismos valores que en el caso de los guijarros, que dependerán mucho de su tonalidad.
Aguas cristalinas y turbias
También hay que tener en cuenta el estado de la atmósfera, si estamos en un día despejado o en uno con nubes, así como las aguas en las que bañas. "Cuando el Sol le cae a pelo, su albedo es relativamente bajo, algo así como un 6%. Pero a medida que el ángulo de incidencia se reduce, la cosa cambia. Con el Sol bajo, el albedo podría remontar hasta valores muy superiores, casi hasta el 100%", subraya el miembro del Colegio Oficial de Físicos, que pone como ejemplo las fotos de paisajes de lagos quietos, donde aparece el paisaje reflejado como en un espejo, y donde la imagen reflejada en el agua es casi de tanta intensidad como la imagen real.
En cualquier caso, no olvides proteger tu piel con cremas solares de factores (SPF) de 50 o superiores y resistentes al agua. Además, recuerda aplicarla cada dos o tres horas y resguardar zonas delicadas de tu cuerpo, como la cabeza y los ojos con gorros y gafas de sol homologadas.