Amnistía Internacional ha concluido en un informe que España ha vulnerado el derecho a la salud física y mental de sus ciudadanos, a raíz de observar las carencias de la gestión de la pandemia en un sistema sanitario completamente colapsado. El informe, titulado "La otra pandemia" analiza los casos de Madrid, Cataluña y Castilla-La Mancha, aunque advierte de que está convencida de que la situación se está replicando en otros territorios.
"El sistema de atención primaria en España ha sufrido dos pandemias. La primera, la de la covid19. La segunda, la gestión llevada a cabo por las autoridades centrales y autonómicas, que ha adolecido de falta de planificación, inversión y transparencia para afrontar la primera", zanja.
Amnistía Internacional admite que es prematuro evaluar el impacto de la gestión de la pandemia en indicadores de salud de otras patologías, pero algunos informes dan algunas señales del "deterioro" de la atención, por lo que urge que un órgano independiente lo evalúe.
Se hace eco así de la sobremortalidad reflejada en el Sistema de Monitorizacióón de la Mortalidad diaria (MoMo), que eleva a 81.608 las muertes no esperadas entre marzo de 2020 y febrero de 2021, cuando la cifra oficial de fallecidos por coronavirus del Ministerio de Sanidad ronda los 68.000.
"Estamos viendo enfermedades que no hemos diagnosticado antes. Gente que tenía dolores y ahora tiene metástasis. Lo he visto hace poco con el caso de una señora con cáncer de estómago y un señor con cáncer de colon. Estamos llegando tarde", afirma María Luz, enfermera de Caldes de Montbui, en Cataluña, uno de los numerosos testimonios que adjunta el informe.
No es el único dato que da la organización para ilustrar la debacle en el acceso a la salud desde que estallara esta crisis sanitaria: en Cataluña se cerraron 39 centros y 362 consultorios locales, en Madrid 21 (7 solo en horario de tarde) y 87, respectivamente. Castilla-La Mancha afirma no haber clausurado oficialmente ninguno, aunque la ONG dice haber ha recibido información sobre el cierre de al menos dos consultorios locales y que el SESCAM (Servicio de Salud de Castilla-La Mancha) ha admitido haber reorganizado recursos.
El alto número de contagios en los profesionales sanitarios, la falta de refuerzos adecuados para cubrir sus bajas y el elevado porcentaje de profesionales con más de 60 años (el 27,5% de la plantilla) que no pudo atender a pacientes por ser personas de riesgo mermaron las plantillas de los centros de salud.
Una gestión que ha levantado importantes barreras en el acceso a la asistencia sanitaria, especialmente de aquellos que más dependen del sistema, en primer lugar de los mayores, que suponen la mayoría de las visitas a atención primaria, pero que han tenido más obstáculos para adaptarse al modelo telefónico o el sistema de citas por Internet.
También los pacientes crónicos, que representan el 80 % de las consultas en centros de salud y el 60 % de los ingresos hospitalarios; a siete de cada diez se les cancelaron diversas consultas que tenían programadas antes pero solo el 25,3 % las recuperaron tras el confinamiento.
Y las personas con enfermedades de salud mental: el 65 % de la población española manifestó síntomas de ansiedad y cuadros depresivos durante el confinamiento, pero la OMS ha alertado de que la pandemia ha perturbado o paralizado este tipo de servicios en el 93% de los países del mundo.
Pero también a los inmigrantes en situación administrativa irregular y a las mujeres, que representan el 75 % de las personas cuidadoras en el ámbito doméstico y que han sufrido el impacto de la sobrecarga de cuidados ante la saturación de la atención primaria.
A todo esto se suma la sobrecarga asistencial soportada por los profesionales sanitarios, que en algunos centros han acumulado hasta cien pacientes al día, así como los preocupantes datos de frustración y estrés en el sector: según una encuesta realizada por la Asociación Madrileña de Enfermería Independiente (AME) a 1.025 enfermeras, más del 90 % tenían ansiedad y angustia y más del 85 %, estrés.
La ONG concluye que España ha afrontado la crisis con un sistema de salud "muy debilitado" por las políticas de austeridad de años anteriores y agravado por la falta de refuerzos humanos y materiales, que lo han sumido en una situación "entre el abandono y el desmantelamiento".