Tras el lluvioso otoño vino el seco y cálido invierno. Resultado: polinización leve de las gramíneas y polinización intensa de las cupresáceas. Los alérgicos a las gramíneas rara vez pasean por un parque a estas alturas del año y durante toda la primavera porque el paseo se convierte en una pesadilla con tanto polen, pero este 2019 el tiempo ha empezado atípico y todo lo que depende de él, también.
Los niveles de polen de cupresáceas se multiplicaron por siete entre enero y febrero. Se trata de una patología que está aumentando a niveles alarmantes sobre todo entre los niños. Si las lluvias otoñales favorecían la polinización de los cipreses y arizónicas, el invierno terminó de rematar con falta de precipitaciones que limpiasen la atmósfera y viento que favoreció que se propagase. "Cerrar bien las ventanas del coche y usar filtros e incluso mascarillas cuando es imprescindible salir a la calle y hay alto nivel de polen", recomienda un experto. Tampoco está de más vacunarse y evitar hacer deporte durante las horas centrales del día.
De los ocho millones de alérgicos al polen en España, más de siete lo son a las gramíneas, que este año comentan: "Tengo menos síntomas que otros años", como afirma una mujer. "Un invierno con poca pluviosidad significa poca floración y poco desprendimiento de polen", dice un especialista. El nivel de alerta al inicio de la primavera es bajo en casi todo el país mientras que, en el caso de las cupresáceas, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) avisa del riesgo alto y medio en 24 regiones, repartidas sobre todo por la mitad norte peninsular y el área mediterránea.
En cuanto a los alérgicos al platanero de sombra, este año están sufriendo mucho y de manera anticipada su polinización. Suelen producir polen durante marzo, abril y mayo y sus síntomas se notan más en los días soleados y ventosos. Este año la "primavera climatológica ha venido muy adelantada, lo que ha hecho que coincida con la época en que estas especies liberan el polen". Sorprenden los altos niveles de granos de polen por metro cúbico en las ciudades de Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia, donde se superan los 600 granos/m³. En la última la cifra es superior a los 1000 granos/m³.