Gloria Villalba, neurocirujana: "La gente suele creer que solo pensamos en operar y en facturar"

Gloria Villalba, neurocirujana en el Hospital del Mar de Barcelona, ha escrito un libro con doce historias que desmontan los mitos de esta especialidad
La doctora vive la neurocirugía no solo con verdadera pasión, sino como una auténtica adicción
'Dime qué sientes': relato de un médico que evita secuelas con cirugía cerebral despierta
Las manos de un neurocirujano son algo fascinante. A menudo son la fina línea que separa la vida de la muerte para un sinfín de personas. Sin embargo, esas manos tienen vida más allá del bisturí, y lo que hay detrás de ellas es una persona que siente y padece. La doctora Gloria Villalba, que trabaja en el Hospital del Mar desde el 2006, ha sido pionera tanto en Cataluña como en el resto de España en aplicar cirugías de neuromodulación cerebral. Con ellas ha conseguido paliar las dolencias de pacientes sin otras opciones de tratamiento. Pero lo que quizá resulte más admirable de ella es su humanidad a la hora de tratar con el paciente.
Este don queda plasmado en su libro 'Al otro lado del bisturí' (ediciones B), donde entreteje las complejas historias de sus pacientes, sus familias y la suya propia.
MÁS
Diego González Rivas, el cirujano de las operaciones imposibles: "Hubo mucha gente en contra de mi técnica"
María José se recupera tras la operación de pulmón del doctor Diego González Rivas: “Al día siguiente ya andaba"
Así extirpa el doctor Diego González un tumor maligno en el pulmón que nadie se atreve a operar: "Es de mucho riesgo"
Pregunta: ¿Por qué te hiciste neurocirujana? ¿Qué es lo que te emociona de tu profesión?
Respuesta: Primero escogí medicina, porque era una profesión que reunía lo que quería estar haciendo de manera continua siempre: estudiar y ayudar a la gente. Luego, durante la carrera, al hacer las practicas en el servicio de neurocirugía, fue un amor a primera vista. Me fascinó todo de esta especialidad: el funcionamiento del cerebro, lo que la enfermedad provocaba en el paciente y cómo las cirugías que podían ayudarlo. Me emocionan muchos aspectos de esta profesión, muchos. Desde la posibilidad de poder ofrecer un tratamiento novedoso que puede mejorar la vida de un paciente sin otro recurso terapéutico, hasta el acompañamiento en el sufrimiento del paciente y familiares cuando no hay más nada que ofrecer o cuando ser acercan los últimos meses de vida.

P: ¿Recuerdas tus primeros casos? ¿Algún caso te marcó especialmente?
R: Recuerdo con exactitud los primeros pacientes que traté. En mis primeros años, lidiar con situaciones realmente dramáticas me fue muy difícil, ya que solo la edad y la experiencia te hace ser fuerte de corazón, pudiendo mantener la ternura del alma. Escoger solo un paciente sería injusto, porque me marcaron muchos de ellos. Además, otro aspecto que me marco en los primeros años de especialidad, es lidiar con tu edad y tu sexo, intentando mostrar a las familias que estás capacitado para realizar esa cirugía. Fue difícil al principio ganarse la confianza. Alguna que otra vez, me preguntaban que cuando iba a verles el neurocirujano...
P: Entiendo que esta es una de las dificultades más comunes. ¿Qué otros mitos sobre las neurocirujanas/os te has encontrado a lo largo de tantos años de trabajo?
R: En general, la imagen de un cirujano, de la especialidad que sea, suele ser de medico distante, que solo piensa en operar, y en muchas ocasiones también solo en facturar. Dentro de las especialidades quirúrgicas, la figura del neurocirujano es de alguien muy elitista o snob, siendo quizás de las figuras más frías y distantes con el paciente y otros compañeros. Yo creo que uno es como profesional como lo es como persona, y que no tiene nada que ver con la especialidad de la medicina que se practique. Por otra parte, creo que no se conoce bien que es lo que hace un neurocirujano (o un cirujano) fuera del quirófano, cuando esta labor puede marcar perfectamente las cirugías o el resultado de estas.

P: En el libro aparecen 12 historias, cada paciente con un problema y todas las aristas que tiene, ¿nos podrías hablar por qué has seleccionado estas y no otras? ¿Qué te enseñaron?
R: Iban a ser realmente 13 historias, pero la número 13 fui incapaz de escribirla, porque unas semanas previas a su escritura la paciente, protagonista de esa historia, se suicidó. Me afecto enormemente, así que finalmente fueron 12. Realmente hay historias impactantes para escribir varios libros más. Estas historias, estas vivencias, me enseñaron bastantes cosas, pero principalmente a ver la vida de otra manera, a restar importancia a las cosas que no la merecen, y dársela a lo que realmente importa. Creo que he de agradecer a esta profesión mía, a ayudarme a ser mejor persona, francamente.
P: Estas familiarizada a trabajar con el cerebro humano, de hecho explicas que es una de las cosas que más te gusta de tu trabajo. ¿Por qué?
R: El cerebro es el órgano más apasionante con diferencia. Es el órgano del que aún no se conoce todo. Ello es principalmente porque actía como una computadora, con miles de circuitos y conexiones que son diferentes en cada persona, y que pueden no funcionar bien en determinados momentos. Actualmente se empieza a entender muchas de las enfermedades cerebrales como circuitopatías más que como enfermedades anatómicamente visibles. Como neurocirujana, me fascina pensar que con una sencilla cirugía puedo interferir en ese circuito que funciona mal, y restablecerlo, y que ello puede derivar en aliviar el sufrimiento de ese paciente, de esa persona".
La concentración en la cirugía es lo que menos me cuesta ya que, desde los días previos a ella, solo puedo pensar en esa cirugía y en ese paciente
P: ¿Tienes rituales a la hora de emprender una intervención? ¿Cómo te preparas mentalmente?
R: No tengo rituales, pero tengo muchas manías o exigencias en cuanto a la disciplina como equipo durante una cirugía. Por ejemplo, no permito que se abra la puerta de quirófano ni que se hable, está prohibida la música en cualquier momento, limito el numero de personas dentro del quirófano… Se que soy muy estricta, pero me cuesta ser de otra manera. Muchos días veo colocado un papel en la puerta de quirófano que pone “Dra.Villalba, no pasar”, y no me lo tomo a mal. Se que lo hacen como muestra de respeto, y lo agradezco.
Mentalmente, sólo necesito silencio, y saber que esta todo controlado, no solo mi parte, sino la de todo el mundo, ya que la cirugía no es un acto individual, sino de un equipo de personas. La concentración en la cirugía es lo que menos me cuesta, ya que desde los días previos a ella, solo puedo pensar en esa cirugía y en ese paciente.
P: ¿Cómo se prepara al paciente?
R: La preparación al paciente va a depender del tipo de cirugía, pero lo que siempre es necesario es que ha de haber un total entendimiento o sintonía entre el paciente y el cirujano, es imprescindible, de hecho. Para ello se han de haber mantenido todas las conversaciones necesarias con el paciente antes de llegar a la cirugía.

P: Uno de los casos de los que hablas en el libro es el de Mireia Lluch, hija del político catalán Ernest Lluch asesinado por ETA con dos tiros en la cabeza en el año 2000. Su hija, como explica tu relato, llegó desesperada a la consulta porque tenía fuertes dolores de cabeza que habían crecido tras la muerte de su padre cuando ella tenía 27 años. ¿Cómo gestionas esa impaciencia (sabiendo que no es curable al 100%) y qué consideras que es importante en estos casos?
R: Por desgracia, los neurocirujanos (o los cirujanos, en general) no siempre podemos curar o mejorar una enfermedad. Pero lo que siempre podemos hacer es acompañar al paciente y hacerle entender que no está sólo en este problema. Si eres capaz de hacerle entender esto de la manera más empática posible, el paciente será capaz de aceptar hasta el escenario más adverso. Pongo un ejemplo: a veces un paciente tiene una cáncer cerebral maligno inoperable y acude a consulta pensando que se podrá operar. Si sólo le decimos que es inoperable y, hasta aquí acaba mi misión como neurocirujano, sería una situación emocionalmente desastrosa para el paciente y para la familia. Sin embargo, si se le dedica tiempo de la consulta a explicar que es más importante la calidad de vida que el tiempo de vida, y el derecho a llegar a un momento de la enfermedad con la dignidad que uno escoja, podemos dar algo de paz y de sentido a una situación tan devastadora.
"Intento siempre ser muy clara con las opciones de tratamiento, pero sin olvidarme del drama que están viviendo"
P: También hablas del caso de Carlos, adicto a la cocaína, que acude a tu consulta después de haber probado casi todos los tratamientos. ¿Cómo puede ayudar la neurocirugía en este tipo de casos tan extremos?
R: El campo de la neurocirugía que más está avanzando es el campo de la neurocirugía funcional y, especialmente, la neuromodulación, que es la capacidad de modificar un circuito cerebral que funciona mal mediante un estimulo eléctrico o químico. Las enfermedades psiquiátricas son unas de las patologías que más auge están teniendo dentro dentro de los ensayos clínicos con neuromodulación. La adicción crónica a cualquier droga es una enfermedad mental que puede ser muy grave y devastadora. Hay en el mundo estudios realizados durante estos años, donde colocando un electrodo en el circuito de la adicción, concretamente en el núcleo accumbens, que es el centro de esta enfermedad, gran parte de los pacientes mejoran de la adicción. Nosotros estamos actualmente en trámites de poder conseguir la autorización necesaria de la agencia española del medicamento (AEMPS) para llevar a cabo un ensayo clínico en el que se pretende realizar tratamiento con neuromodulación en pacientes con adicción crónica y severa a cocaína.
P: ¿Qué tipos de casos llegan a tu consulta? Parecen que la mayoría son muy extremos...
R: Los neurocirujanos solemos tener áreas de subespecialización, en mi caso estas áreas son: pacientes con tumores cerebrales malignos, pacientes con dolor neuropático refractario, pacientes con algunos tipos de cefalea o neuralgias refractarias, ocasionalmente pacientes con anorexia nerviosa muy grave y refractaria. En general, son pacientes con enfermedades muy complejas y con alto impacto emocional, bien por el tipo de tumor maligno que presentan, o bien porque son pacientes con dolor crónico y refractario a cualquier tratamiento. Intento siempre ser muy clara con las opciones de tratamiento y las expectativas reales del mismo, pero sin olvidarme del drama que están viviendo, por lo que intento desde un punto de vista emocional, acompañarles y entenderles en el camino que nos une.
Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.