Por qué los taxistas y los conductores de ambulancias se mueren menos de Alzheimer
De 443 profesiones estudiadas, los conductores de ambulancias y los taxistas son los que menos casos de defunción por Alzheimer registran
Los taxistas que memorizan el nombre de las calles y su ubicación aumentan el tamaño del hipocampo y crean más neuronas y sinapsis
Un estudio de la Universidad de Harvard concluye que los trabajos que exigen memorización y procesamiento espacial tienen menos muertes por Alzheimer
La ciencia tiene una cuenta pendiente con los taxistas de Londres. Para obtener allí la licencia, los aspirantes deben pasar una durísima prueba, el Knowledge, que consiste en memorizarse el mapa de Londres, con sus más de 25.000 calles y lo que hay en ellas: hoteles, restaurantes, estaciones, paradas de bus, cines, teatros, iglesias, parques, comisarías... Es una prueba tan exigente que el University College de Londres realizó un estudio para medir el efecto que tiene en el cerebro de los que se someten a ella. Esta investigación demostró que los taxistas que se sometían a la prueba experimentaban un aumento en el tamaño de su hipocampo.
La investigación
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El hipocampo es una parte del cerebro en forma de caballito de mar (de ahí su nombre) que tiene mucha relación con los procesos de memoria, es la región del cerebro que se utiliza para crear mapas espaciales cognitivos, y puede generar nuevas neuronas y más conexiones entre las neuronas. El Alzheimer está asociado con una atrofia acelerada de este organismo, y por lo tanto con la pérdida de estas capacidades. Bajo estas premisas, el doctor Anupam Jena, de la Facultad de Medicina de Harvard, decidió investigar si las personas que desarrollan más su hipocampo están menos expuestas al Alzheimer.
Por profesiones
Para ello analizó nueve millones de partidas de defunción de Estados Unidos desde 2020 a 2022, en las que aparecían registradas la causa de la muerte y la ocupación de los fallecidos, y determinó que, de 443 ocupaciones, los conductores de ambulancia (0,91%) y los taxistas (1,03%), dos grupos de personas con trabajos que requieren un frecuente procesamiento espacial y de navegación, tuvieron la proporción más baja de muertes por Alzheimer. Otros trabajos relacionados con el transporte que no requerían tanto procesamiento espacial y de navegación en tiempo real no tuvieron los mismos resultados que los conductores de taxis o ambulancias. Los conductores de autobús, por ejemplo, ocuparon el puesto 263. Para los investigadores esto se debe a que los conductores de autobús tienen las rutas cerradas y son menos impredecibles, no tienen que improvisar tanto.
“Nuestros resultados resaltan la posibilidad de que los cambios neurológicos en el hipocampo o en otras partes entre los conductores de taxis y ambulancias puedan explicar las tasas más bajas de enfermedad de Alzheimer”, explicó Jena en un comunicado, donde destacaba que los resultados sugieren que es importante considerar cómo las ocupaciones pueden afectar el riesgo de muerte por enfermedad de Alzheimer y si alguna actividad cognitiva puede ser potencialmente preventiva”.
La plasticidad del cerebro
El interés del estudio radica en esto precisamente, en conocer qué actividad cognitiva puede ser preventiva de enfermedades como las demencias o el Alzheimer, y la investigación apunta a aquellas que requieren la participación de varias regiones del cerebro, las que tienen que ven con la orientación espacial y la toma de decisiones inmediatas, lo que los expertos denominan pensamiento relacional.
Investigadores españoles de la Universidad Pablo Olavide, han comprobado en ratones la importancia de este tipo de razonamiento. Su trabajo demuestra que las comunicaciones entre dos zonas específicas del hipocampo varían haciéndose más fuertes o más débiles, dependiendo de la intencionalidad de un determinando comportamiento. Cuando el ratón realiza un comportamiento directo, como es la ingesta de una pequeña pieza de comida, la fuerza de la sinapsis (la conexión entre neuronas) disminuye. En cambio, cuando el animal realiza comportamientos relacionales, como dirigirse hacia una palanca para presionarla y de esta manera conseguir comida, la fuerza de esta sinapsis aumenta.
De igual modo, cuando realizamos una conducción de forma natural debemos utilizar distintas partes del cerebro, desde la que nos permite situarnos espacialmente y tomar las decisiones acertadas para llegar a destino, como las propias de la conducción: manejo del vehículo, atención a las condiciones del tráfico y la vía, observación del entorno, etcétera. Utilizamos diversas partes del cerebro que funcionan a la vez y generan sinapsis nuevas en nuestro cerebro, y estamos alerta para la toma de decisiones imprevistas.
El GPS no ayuda
En ocasiones, las nuevas tecnologías ayudan poco a desarrollar estas capacidades cognitivas preventivas a las que hacen referencia los investigadores y que antes usábamos de forma natural. Un reciente estudio de la Universidad de Montreal concluía que “el uso regular del GPS afecta la memoria espacial de una manera dependiente de la dosis, es decir, cuanto mayor es el uso del GPS, mayor es la disminución de la memoria espacial con el tiempo”. El uso de un GPS hace que uno se involucre menos en la conducción y sea menos consciente de los puntos de referencia en comparación con leer un mapa o conducir sin una ayuda.
El neurólogo Jesús Porta sostiene que "el cerebro del ser humano se ha desarrollado para reaccionar ante lo imprevisto. En el hombre primitivo la simbiosis con el entorno era imprescindible, porque si no estabas atento a todo, acababas en las fauces de un león diente de sable, por ejemplo. Además, existe una sensación de satisfacción y logro al poder relacionarnos plenamente con la actividad que realizamos y con el entorno en el que nos encontramos. Hay que recordar que al cerebro humano le gusta esforzarse. Hemos avanzado gracias a que no nos conformamos, el cerebro humano es un gran inconformista, busca más y más. Es inevitable”, asegura Porta.
Orientación
Existen otras investigaciones que apoyan la tesis de que los ejercicios cognitivos relacionados con la orientación mejoran las capacidades mentales y protegen contra las demencias. Al enfrentarse constantemente a nuevos terrenos y desafíos, los practicantes de pruebas de orientación entrenan su cerebro para adaptarse a situaciones cambiantes. Esta adaptación fomenta la neuroplasticidad. Durante los ejercicios de orientación, el cerebro está constantemente procesando información visual del entorno, mientras se sitúa en el espacio y toma decisiones sobre la ruta a seguir. Esto mejora la capacidad de atención dividida, una habilidad clave para realizar múltiples tareas simultáneamente sin perder concentración.
Los hallazgos del estudio sobre los taxistas y conductores de ambulancias sugieren un posible vínculo entre las exigencias de estas ocupaciones y la reducción del riesgo de enfermedad de Alzheimer, pero los autores consideran que “estos hallazgos no son concluyentes, sino que generan hipótesis. Se necesitan más investigaciones para concluir definitivamente si el trabajo cognitivo espacial requerido para estas ocupaciones afecta el riesgo de muerte por enfermedad de Alzheimer y si alguna actividad cognitiva puede ser potencialmente preventiva”, aclaran.
A la espera de futuras investigaciones que confirmen las hipótesis planteadas, el neurólogo Jesús Porta nos deja algunas recomendaciones útiles para cualquier profesión: “el cerebro hay que cuidarlo, porque somos nosotros, si no lo cuidamos, dejamos de ser nosotros. En determinado momento, no hay vuelta atrás. El ejercicio físico, la dieta mediterránea, pescados, legumbres, estar cognitivamente activos, y sobre todo socializar son los pilares que tenemos que mantener”, concluye.