Una buena noche de sueño puede marcar una gran diferencia en nuestro día a día. No dormir bien o no descansar lo suficiente puede hacer que al día siguiente todo nos cueste mucho más, estamos más cansados, nos resulta más complicado concentrarnos y estamos de peor humor, lo que a la larga puede afectar a nuestras relaciones sociales. Una mala noche no tiene por qué suponer mayor problema, pero cuando estas se suceden y se convierten prácticamente en rutina es necesario tomar medidas, porque las consecuencias pueden ser graves.
Más allá de sentirnos cansados y de mal humor, de que hasta el problema más pequeño nos parezca gigantesco, no ser capar de descansar puede llegar a poner en riesgo nuestra salud, porque aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como presión arterial alta, accidentes cerebrovasculares, enfermedad del riñón, obesidad o diabetes tipo 2. Además, provoca irritabilidad, pero también puede poner en riesgo nuestra salud mental, causando depresión y ansiedad.
Rutinas nocturnas efectivas para dormir profundamente
En ocasiones es necesario ponerse en manos de profesionales para poder dormir bien, pero también hay algunas rutinas que se pueden poner en práctica para favorecer esa noche de sueño tan necesaria, haciendo que resulte más sencillo dormirse y permanecer así, logrando un sueño de profundo y de calidad.
Una buena idea es prepararnos un poco antes de irnos a la cama, ir evitando estímulos que puedan alterarnos, así como pantallas, de esta manera preparar el cuerpo y la mente para el descanso.
Estar relajado es importante para poder dormirse, pero eso no siempre es sencillo, por eso una ducha templada puede ayudarnos a conseguirlo.
Las rutinas son también clave, acostarse y levantarse siempre a la misma hora, puede ayudarnos con el tiempo. También es importante no obsesionarse y si pasado un tiempo (una media hora) no conseguimos dormir, es mejor levantarnos de la cama y hacer alguna actividad relajante.
La alimentación también puede influir en el sueño, por eso es clave cenar por lo menos tres horas antes de la hora de ir a dormir, evitar bebidas con cafeína y alimentos que puedan dificultarnos el sueño o cenas copiosas.
Será más sencillo dormir si la habitación cumple con algunas características, tiene que estar a oscuras, fresca y silenciosa.
Si se tienen dificultades para dormir durante la noche, podemos caer en la tentación de recuperar las horas de sueño durante el día, pero las siestas no deben exceder la hora de duración y es mejor que no sean demasiado tarde, porque nos dificultarían el sueño de nuevo.
La meditación puede ser una buena manera de ayudarnos a calmar nuestra mente, en ocasiones es el estrés o las preocupaciones lo que nos impide dormir y unos minutos de meditación o de respiración consciente puede ayudarnos.
El ejercicio físico tiene grandes beneficios para nuestra salud y también para el sueño, por lo que es una buena idea hacer ejercicio diariamente, así como estar en contacto con la naturaleza. Eso sí, es mejor que ese entrenamiento no sea demasiado cercano a la hora de dormir.