Cuando alguien de nuestra familia sufre un percance de salud es como si la noticia afectara a todos los miembros del clan. Si, además, se trata de un niño o un bebé, las emociones se disparan. "No es como cuando un padre o una madre enferma, podemos entenderlo como algo que forma parte del curso natural de la vida, pero no pensamos igual con los más pequeños", señala la psicóloga Lara Ferreiro.
En esos momentos, la voluntad de familiares y amigos es ayudar en lo que se pueda tanto al enfermo como a las personas más vinculadas a él. Pero, a veces, las buenas intenciones no llegan a ejecutarse tal y como las pensamos. Algunas frases desafortunadas y las emociones a flor de piel pueden hacer que las ganas de ayudar terminen conviriténdose en un problema.
Sin embargo, en estas situaciones críticas, permanecer al margen no es una opción. Cuando un ser querido recibe una noticia devastadora, el resto de sus familiares puede desempeñar un rol fundamental en el desarrollo de la crisis. "Hay que volcarse y mostrar apoyo incondicional", confirma Lara Ferreiro. Incluso en familias con una relación superficial, los problemas graves de salud funcionan como un imán que logra cohesionar la atención de todos. Es como una actualización de todo el sistema operativo familiar.
Además de la familia, también pueden sentirse involucradas otros personas significativas en ese entorno: amigos íntimos, vecinos y hasta compañeros de trabajo pueden ser claves en esos momentos dramáticos. "Se trata de poner en marcha la redarquía", señala la experta. Pero esta red no debe activarse de cualquier forma: "Nunca hay que minimizar el problema ni ofrecer soluciones rápidas. Sí hay que mostrarse esperanzado, confiando en los médicos, sin dejarse arrastrar por el miedo, aunque el escenario dé lugar al peor pronóstico", asegura la experta. Para ayudar de manera efectiva, la psicóloga comparte las siguientes recomendaciones: