Dormir es mucho más que cerrar los ojos y descansar, es ni más ni menos que el momento en el que el cuerpo se regenera y se prepara para afrontar un nuevo día. Al hacernos mayores tendemos a dormir menos; las preocupaciones, responsabilidades, las prisas, los madrugones… un cúmulo de situaciones que acaban por arruinar nuestro descanso. Muchas veces nos preguntamos si, aunque estamos durmiendo poco, la calidad de este es buena y aunque la pregunta no es fácil de responder, la tecnología nos ofrece la opción de realizar un análisis del sueño mediante los relojes inteligentes.
En el mercado de los smartwatches es tan amplio como necesidades pueda tener una persona. Además de leer mensajes, responder llamadas, contar las calorías que quemamos al caminar, montar en bici o correr, muchos son capaces de medir la presión arterial en sangre y también sacar conclusiones de la calidad de nuestro sueño.
Mediante unos pequeños sensores los relojes inteligentes pueden medir nuestro estrés, los latidos de nuestro corazón o hasta los pasos que damos en nuestro día a día. En cuanto a la calidad del sueño, los relojes inteligentes nos proporcionarán un conjunto de datos para valorar cuanto de satisfactorio es nuestro descanso y que calidad tiene. Algunos de éstos utilizan el micrófono para detectar los ronquidos y en otros casos se basan en los movimientos que captan su acelerómetro y giroscopio, además del ritmo cardíaco.
En la mayoría de los casos, las conclusiones de la calidad de nuestro sueño las sacan del ritmo cardíaco, y es que cuando es muy bajo y no hay movimiento se registra como sueño profundo. Por el contrario, si es muy elevado y hay movimiento se registrará como sueño ligero. A estos datos del ritmo cardíaco le suman la frecuencia de la respiración analizada por el acelerómetro, así, los relojes inteligentes, pueden estimar el momento en el que la persona está en la fase REM de su sueño. Mediante todos los datos obtenidos durante las horas de sueño el reloj estima los ciclos de sueño de la noche anterior. ¿Pero cuán real son los resultados?
Muchos son los estudios que han analizado la precisión de los datos sobre salud que aportan este tipo de relojes. Un estudio reciente realizado por Cailbhe Doherty, profesor en la Universidad de Dublín, concluyó que cada vez los datos son más fiables, en medida que se actualizan las versiones lanzadas por las marcas más top del mercado, pero todavía falta mucho camino por recorrer.
El estudio analizó un total de 24 revisiones sistemáticas que incluían 249 estudios de validación únicos, abarcando a 430.465 participantes. Trabajaron con dispositivos de diferentes como Apple Watch, Fitbit, Garmin, Samsung y Polar y concluyeron que la precisión de estos accesorios cambia en medida del parámetro que se analice.
Muchos son los usuarios que confían en los datos que les aportan sus relojes en referencia a la calidad y duración del sueño, con la esperanza de que la información sea real y les ayude a mejorar sus hábitos y rutinas del sueño. No obstante, este último estudio revela que la precisión del smartwatch en esta área es, por el momento, cuestionable.
“Los dispositivos tienden a sobreestimar el tiempo total de sueño, con errores porcentuales absolutos que generalmente superan el 10%. Esto significa que los usuarios pueden estar recibiendo información incorrecta sobre la duración de su sueño, lo que podría llevarlos a conclusiones erróneas sobre la calidad de su descanso”, aseguran los expertos.
Lo cierto es que la capacidad de los dispositivos para definir las diferentes partes del sueño, profundo o ligero es muy limitada y, además, la precisión depende de la marca y del modelo en cuestión.
“La variabilidad observada en las mediciones puede atribuirse en gran parte a la diversidad de algoritmos y metodologías utilizados por los diferentes dispositivos y marcas. Cada marca utiliza sensores y algoritmos propios para medir los mismos parámetros, lo que puede llevar a discrepancias significativas en las lecturas”, aseguran.
La diversidad tecnológica hace que los resultados no sean uniformes en los resultados y crea la necesidad de estándares de validación más rigurosos y colaboraciones entre la industria y la comunidad científica. Los expertos concluyen que no hay que tomar los datos de estos dispositivos como 100% reales y tenerlos en cuenta como datos fiables.