Durante las fiestas navideñas, las rutinas suelen romperse, y aunque para la mayoría esto no supone un problema, para las personas con enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer y otras demencias, puede convertirse en un desafío. Adaptar las celebraciones a sus necesidades, respetar sus ritmos y crear entornos tranquilos y seguros es clave para que tanto ellos como sus cuidadores puedan disfrutar de estas fechas sin que las reuniones y el bullicio se conviertan en una fuente de estrés.
La jefa de la Unidad de Neurociencias del Hospital Quirónsalud Torrevieja y Alicante, la doctora Erika Torres, explica a EFE que el síntoma más frecuente de los pacientes de alzhéimer durante las fiestas de Navidad es la desorientación, ya que se pierde la rutina diaria que les hace sentir seguros: “Durante estos días se pierden horarios y se hacen cosas fuera de lo habitual, por lo que la persona afectada puede sentirse fuera de lugar, nerviosa e incómoda”.
De esta forma, puede que quieran regresar a casa, que no sepan en qué día se encuentran o si es por la mañana o por la tarde. Para evitarlo, la doctora Torres señala que es importante que los familiares y amigos que se relacionen con la persona sepan si necesita ayuda a la hora de vestirse, comer, ir al baño o expresarse. “Esto será beneficioso tanto para el paciente como para el cuidador principal”, continúa, ya que podrá relajarse al tiempo que las personas de alrededor ayudan y normalizan posibles “situaciones inapropiadas”.
Por otra parte, existen actividades o estímulos navideños con los que el paciente está familiarizado que le ayuda a mantenerse conectado y tranquilo, como, según indica la doctora, decorar el Belén o el árbol “de una forma determinada, con unos adornos específicos que siempre se hayan utilizado, con una música de fondo que le resulte familiar”; continuar tradiciones como comprar castañas o ver una exposición navideña, o cocinar platos típicos de la época si se ha hecho antes, y “siempre teniendo en cuenta las limitaciones”.
Ya que en estas fechas puede haber muchas visitas o personas en espacios pequeños, lo ideal es que los familiares se turnen para cuidar, pues así todos disfrutan de las fiestas y el paciente interactúa “de uno en uno”: “Esto no le abrumará tanto y podrá compartir y gozar de la compañía de sus seres queridos”.
En cuanto a los niños, la interacción debe ser normalizada y natural, prestando atención para evitar el cansancio por su energía. La doctora también sugiere contar con algún espacio tranquilo en la casa donde se festeje para que, “si el paciente se siente indispuesto”, estar allí con él, realizando actividades que le resulten conocidas y que así se relaje.
Según el grado de la enfermedad y respetando los ritmos del paciente, podrían limitarse los horarios de las reuniones, pero la doctora resalta la necesidad de “algo de flexibilidad” si este lo permite para disfrutar lo máximo de las fiestas: “Poniendo todos de nuestra parte, en muchas ocasiones se consigue”.
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