Cómo reconciliarte con tus hijos cuando es tu culpa: "La clave está en el reconocimiento y la reparación"

Brad Pitt acaba de cumplir 61 años y hace al menos ocho que no tiene contacto con sus hijos. Su caso, el más mediático sin duda, tiene de todo para ser la comidilla global: padres célebres, violencia, alcohol y un divorcio millonario que se ha saldado con un alejamiento total de sus hijos, que han llegado a quitarse el apellido. La culpa, así lo han señalado tanto su ex esposa como sus hijos y así lo ha reconocido él mismo. Y aún así no ha conseguido que le perdonen.

Lamentablemente, lejos de los olimpos hollywoodenses, los problemas familiares también son moneda común. Y en muchos casos se saldan con distanciamientos que el tiempo no hace sino profundizar hasta convertirlos en heridas muy difíciles de cicatrizar. Ocurre que los hijos se equivocan y esto está más normalizado: la propia inexperiencia o la inmadurez suelen ser malas consejeras, y un proceso psicológico como 'matar el padre' suele darse como ritual de paso y crea fricciones. Pero ocurre también que en muchos otros casos, como el de Pitt, son los padres los que se equivocan. Y eso es algo muy distinto.

El miedo realiza lo temido

Para la psicóloga y profesora universitaria Patricia Gutiérrez, fundadora de Familiando y aurora del libro 'Descubre (tus) valores: guía práctica para educar y proteger', los padres "hemos aprendido a ser el referente de nuestros hijos e hijas y en el desarrollo de ese rol la autoexigencia tiene un papel protagonista". Para la especialista, es precisamente eso lo que hace que para muchos padres sea muy difícil admitir sus errores antes sus propios hijos. "Fallar o cometer errores -sostiene- se puede vivir con malestar por sentir que no se está a la altura de lo que esperamos de nosotros mismos o de lo que esperan los demás. Cuando entendemos la crianza como una estructura poco flexible el reconocimiento de error se vuelve complejo". 

Además, para Gutiérrez, otra de las variables a tener en cuenta "tiene que ver con la esfera de los miedos: miedo a no ser suficientemente bueno, a que nuestros hijos/as 'nos pierdan el respeto' o a no generar una referencia fiable en ellos".  

Sin embargo, como nos explicaba aquí Alberto Soler Sarrió, psicólogo y autor de libros como 'Hijos y padres felices: Cómo disfrutar la crianza' (2017), "si queremos que nuestros hijos sean flexibles y reconozcan sus errores cuando los cometen, deberíamos ser nosotros los primeros en hacerlo. Debemos ser su modelo".

Reparar lo que parece irreparable

Pero si a los padres les cuesta reconocer sus errores, es igual de difícil para los hijos perdonar a sus padres. ¿Por qué ocurre esto? "Porque como hijos hemos entendido (por el modelo que nos han ofrecido) que eran infalibles -señala Gutiérrez- , que sabían en todo momento lo que hacían y el impacto que iba a tener en nosotros, pero lo cierto es que los papás y mamás no somos todopoderosos, cometemos errores que impactan y si en nuestro discurso no está reflejado está consideración perdonarnos es más difícil".

Para la psicóloga, todo pasa por el reconocimiento y la reparación. También por mostrarnos vulnerables y falibles para lograr esa ansiada empatía. "La empatía es la mejor mediadora en los conflictos en familia".

"Cuando mostramos nuestras dificultades -sostiene- el de enfrente comienza a entender que no hemos tenido intencionalidad y por tanto es capaz de entender nuestra toma de decisiones debemos si somos los agraviados poder comunicar lo que nos ha dañado y poder mostrar las acciones que nos aliviaría a la persona con la que queremos conciliarnos, y si como adultos nos damos cuanta que hemos tenido ciertos comportamientos que han podido incomodar, molestar o dañar debemos hablar con nuestros hijos e hijas y hacerles saber que somos conscientes y que queremos reparar la situación. Debemos por tanto, estar dispuestos a escuchar cosas que quizá no esperábamos y a explicar nuestras razones y motivos entendiendo que quizá el de enfrente no tiene la capacidad de entendernos al 100%. Pensar en aproximar posiciones sin querés llegar a la solución perfecta es lo más adaptativo. Pensamos que con reconocer y pedir perdón es suficiente pero debemos dar tiempo a recolocar la relación a través de las nuevas interacciones que vayamos construyendo", concluye.