Al igual que le ocurre a nuestro cuerpo, el cerebro también envejece. Un proceso que se asocia con cambios estructurales y funcionales que aumentan el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer y la demencia. Hablamos de un órgano que "termina su proceso de desarrollo en torno a los 20-25 años, pero que presenta una plasticidad a lo largo de toda la vida", durante la cual se pueden perder neuronas, es decir, envejecer, según nos explicaba el doctor en Neurociencia Diego Redolar.
Un nuevo estudio publicado en 'Nature Aging' fija una edad concreta a partir de la cual comienza el envejecimiento del cerebro: 57 años. Y establece otros dos picos clave en el proceso de deterioro de este órgano, a los 70 y los 78. Estos puntos de inflexión los han determinado a partir de muestras humanas de plasma sanguíneo del Biobanco del Reino Unido, de las que han identificado 13 proteínas relacionadas con dicho declive.
De entre esas 13 proteínas, destacan el Brevican (BCAN), crucial para mantener la estructura cerebral y las conexiones neuronales, y el factor de diferenciación del crecimiento 15 (GDF15), liberado como respuesta al estrés y el daño, fuertemente relacionado con el riesgo de enfermedades como la demencia y el ictus.
Los investigadores utilizaron datos de imágenes cerebrales de 10.949 adultos sanos para estimar la brecha de edad cerebral (BAG), un indicador de su declive y que surge de la diferencia entre la edad cerebral estimada y la cronológica. El estudio reveló que los cambios proteómicos en el plasma no son lineales, sino que presentan picos significativos a lo largo de la vida.
El primero de ellos se sitúa a los 57 años, cuando se observaron alteraciones en vías metabólicas e inmunológicas. “Las proteínas en el pico de los 57 años están principalmente asociadas con la inmunidad adaptativa, como el recuento de linfocitos, y con el metabolismo", explica al medio SINC Wei Cheng, de la Facultad de Medicina de Shanghái y uno de los líderes de la investigación. Estos dos aspectos son subyacentes del inicio del envejecimiento cerebral.
Un segundo periodo crítico se encuentra a los 70, cuando los procesos de desarrollo y plasticidad neuronal alcanzan su punto máximo y se detectan pérdidas cognitivas y de movimiento; y el tercero queda fijado a los 78, cuando las vías relacionadas con el estrés y la inflamación se intensificaron, marcando una mayor vulnerabilidad a procesos neurodegenerativos.
Los investigadores enfatizan la importancia y la necesidad de la intervención y la prevención en esos años críticos para reducir el riesgo de múltiples trastornos cerebrales. En ese sentido, la identificación de proteínas como BCAN y GDF15 abre la puerta a intervenciones tempranas que podrían cambiar el paradigma actual en la atención del envejecimiento cerebral, ofreciendo la posibilidad de monitorear su estado antes de que aparezcan signos clínicos.