La ley de Falkland o cómo priorizar lo importante y tomar la mejor decisión

A lo largo de la Historia se han formulado ciertos principios que trascienden culturas y experiencias personales para postularse como leyes metafóricas que proporcionan guías efectivas para tomar decisiones y resolver problemas con éxito. Desde la ley de Murphy ("todo lo que pueda salir mal, saldrá mal") hasta la ley de Wilson, que enfatiza la importancia del conocimiento y la inteligencia, estos principios parecen influir en cómo nos enfrentamos a los desafíos de la vida.

Una de esos principios es la ley de Falkland. Quienes la aplican en su día a día son capaces de distinguir lo importante de lo accesorio, y, por tanto, no pierden el tiempo en las cosas que no merecen la pena. Este principio, atribuido a la filosofía de William Fackland, establece que "si no tienes que tomar una decisión sobre algo, entonces no decidas".

Más información y mejor comprensión

Lo que aconseja es que si no es necesario tomar una decisión de inmediato, a veces es mejorar esperar y no dejarse llevar por la precipitación. Tomar decisiones sin una reflexión adecuada o sin manejar toda la información necesaria puede conducir a resultados subóptimos o errores graves. Y esto ocurre en diversos ámbitos de la vida. Desde los negocios a la esfera de lo personal, suele ser mejor esperar a tener más información o una mejor comprensión del asunto antes de tomar una decisión.

En un mundo donde la prisa a menudo conduce a errores, la Ley de Falkland aconseja evitar la toma de decisiones prematuras. A menudo las acciones innecesarias conducen a más problemas. Por ejemplo, en entornos empresariales de alto riesgo, los ejecutivos que siguen esta ley, como Warren Buffett, tienden a cometer menos errores costosos al permitirse tiempo para un análisis exhaustivo.

En un ámbito más personal, la ley de Falkland aconseja diferenciar entre lo urgente y lo que no lo es. Es decir, nos invita a no estar en todo, todo el rato. Esta actitud nos permite liberarnos de la ansiedad innecesaria que nos produce implicarnos en todo de manera inmediata. Si reservamos nuestra energía mental para los asuntos más cruciales seguramente nos equivocaremos menos.

Ser paciente juega a tu favor

La Ley de Falkland gira en torno a la paciencia en la toma de decisiones racionales e informadas. Saber esperar normalmente va a jugar a nuestro favor. Por no hablar de que la paciencia también beneficia nuestra salud mental y física. Las personas pacientes tienden a experimentar menos estrés, ansiedad y depresión, y tienen un mejor sistema inmunológico y cardiovascular.

¿Se puede aprender a ser paciente? Según un estudio publicado en 2012 en a revista Journal of Positive Psychology, la paciencia es un rasgo de la personalidad que se puede modificar. Cultivarla en nuestra vía diaria no requiere de grandes cambios, pero sí de pequeños ajustes constantes. Los expertos de 'Salud y Persona' listaron una serie de consejos que pueden ayudarnos:

  • Empezar por las pequeñas cosas. El cambio no puede ser inmediato y de golpe, sino progresivo. Pequeñas acciones como respirar profundamente cuando te sientas frustrado o escuchar atentamente alguien y esperar un momento antes de responder irán marcando la diferencia.
  • Practicar la empatía. Nada como ponerse en la piel del otro para comprender mejor sus acciones y reaccionar de manera más paciente.
  • Convertir la paciencia en un hábito. Establecer metas diarias o semanales para practicar la paciencia en diferentes situaciones nos ayudarán a incorporarla en nuestro día a día.
  • Predicar con el ejemplo. La paciencia también se puede enseñar a otros, especialmente a los jóvenes, a través de nuestras propias acciones.
  • Participar en actividades relajantes: Unirse a actividades que promueven la calma y la reflexión, como la meditación, la lectura o el yoga.