El estrés es la enfermedad del siglo XXI. En mayor o menor medida, todos experimentamos la presión de las obligaciones, ya sean impuestas o autoimpuestas. Mientras que una cierta presión no es mala, sino el motor que nos empuja a la acción (el llamado estrés bueno), cuando adquiere proporciones incontrolables, nuestra salud física y mental puede resentirse.
Por esta razón, cualquier hábito que nos haga superar el estrés malo y recuperar la serenidad es más que bienvenido. Estamos ávidos por deshacernos del exceso de presión (muchas veces injustificada) y volver a ritmos más naturales. El movimiento Slow nace bajo este marco social, pero si hay algo que desde tiempos ancestrales ayuda a controlar el estrés es la respiración.
Todas las corrientes relacionadas con el mindfulness hablan de los beneficios de una respiración consciente. Respirar de una manera o de otra, por la nariz o la boca, por un orificio nasal u otro, nos puede ayudar o puede empeorar nuestro estado físico y mental. Era cuestión de tiempo que el trabajo de respiración alcanzara un punto más sofisticado. Llegamos así al 'breathwork' o trabajo de respiración.
El objetivo del breathwork es ambicioso. No busca únicamente escapar del estrés, sino plantearse una manera de vivir más conectada con nuestra esencia y nuestros ritmos. Mediante la combinación de diferentes técnicas heredadas del yoga, el mindfulness u otras disciplinas como la musicoterapia, los beneficios del breathwork residen en una mayor concentración en todo aquello que hagamos, ya sea trabajo o deporte.
Además, esa concentración también sirve para poder reconectar con nosotros mismos, más alineados con nuestros objetivos y aspiraciones. El breathwork parte de otra premisa distinta a los ejercicios de respiración. En vez de utilizar la técnica para aliviarnos, su objetivo es que seamos conscientes en cada momento de la respiración que estamos practicando para mantener el estrés a raya.
A diferencia de otros trabajos de respiración, el breathwork requiere un espacio propio, ya que puede considerarse un gimnasio de la respiración. Necesita un espacio con unas condiciones específicas de luz y sonido y, lo más diferenciador, la presencia de un monitor que facilite y oriente las sesiones de respiración.
El breathwork es apto para todas las edades y condiciones físicas. Tan solo se necesita una esterilla, agua y ropa cómoda. El espacio donde se practica sí es más exigente: idealmente, debe ser una sala diáfana, con buena luz y buen sonido ambiente. La música juega un papel fundamental en esta disciplina.
Una buena práctica respiratoria hace que nuestro sistema inmune mejore y que disfrutemos de mejor sueño. Todos los tejidos se oxigenan de manera óptima, lo que impacta en nuestra salud. Sin embargo, como cualquier terapia o ejercicio físico, para hacer breathwork hay que estar en un estado físico adecuado.
Antes de iniciar una sesión es importante que los mediadores o facilitadores conozcan el estado de cada participante porque la práctica puede ser desaconsejable en ciertos casos. ¿En cuáles?