El Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, (TEAF), agrupa un amplio rango de anomalías físicas, mentales, conductuales y cognitivas permanentes en el bebé y el único causante es el alcohol, incluso las cervezas “sin” y las 0,0.
El Ministerio de Sanidad, con motivo del Día Mundial de TEAF, ha recomendado no consumir esta sustancia durante el embarazo, ya que atraviesa con gran rapidez la placenta, dejando al feto expuesto a las mismas concentraciones o incluso superiores que las de la gente, lo cual le genera malformaciones y daños permanentes.
Las anomalías de este trastorno pueden ser desde leves hasta graves y perdurar toda la vida, teniendo repercusiones a nivel físico, del comportamiento e intelectuales. El Síndrome Alcohólico Fetal (SAF) es su manifestación más extrema.
Su prevalencia es más acusada en niños adoptados en lugares de Europa del Este, llegando incluso al 50% de caso, de ahí que se deba incorporar el cribado en el programa de seguimiento del menor sano y de atención a los adoptados y pertenecientes a otros grupos de riesgo.
El alcohol también puede afectar a la salud de la gestante al ser un agente carcinógeno implicado en al menos siete tipos de tumor, incluidos los más incidentes y prevalentes en las mujeres, el colorrectal y el de mama, también aumentando el riesgo en enfermedad cardiovasculares, infecciosas o respiratorias, entre otras.
Los factores sociales y culturales de género ahondan en el impacto negativo del alcohol en las mujeres a través de un mayor estigma, presión social, influencias comerciales y mayor vulnerabilidad a la violencia sexual y de género.
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