Los niños de las familias más vulnerables están abocados a tener una peor salud: siguen menos la dieta mediterránea que los más favorecidos, dedican hasta 23 minutos menos al día al ejercicio pero 68 más a las pantallas y duermen peor, pues menos de la mitad alcanza las horas recomendadas de sueño. Informan Silvia Asiain e Idoia Rivas.
El nuevo informe "Nivel socioeconómico y estilos de vida de la población infantil y adolescente en España" de la Gasol Foundation presentado este miércoles analiza los efectos de las desigualdades sociales en los hábitos de salud de los menores de 8 a 16 años.
Lo hace según tres variables: el nivel de estudios de los padres o tutores legales; su estatus laboral y la renta media por persona/año de la sección censal en la que reside la población infantil y adolescente, así como la combinada de todas.
Tras analizar las respuestas de 3.201 menores de toda España, la conclusión a la que llega es que aquellos que crecen en entornos socioeconómicamente más desfavorecidos tienen mayores dificultades para seguir un estilo de vida saludable, es decir: comen peor, hacen menos ejercicio, dedican más tiempo a las pantallas, duermen menos y perciben peor su salud.
Sin embargo, apenas hay diferencias en el malestar psicológico entre uno y otro grupo, que solo es un 2,4 % superior en la infancia más vulnerable, ha explicado Santi F. Gómez, director global de Investigación y Programas de la Gasol Foundation e Investigador Principal del estudio Pasos.
No obstante, el informe advierte de que, en global, un 30 % de los niños y adolescentes españoles, independientemente de su nivel socioeconómico, declara sentirse preocupado/a, triste o infeliz.
En la mayoría de casos, el nivel de estudios de los padres el factor más determinante de todos. Así ocurre con la actividad física: los hijos cuyos padres carecen de estudios universitarios dedican al ejercicio 11,5 minutos menos al día, casi 70 horas menos al año.
La desigualdad se incrementa al combinar las 3 variables de nivel socioeconómico -estudios, estatus laboral y renta media por persona/año de la sección censal de residencia-: los hijos de padres con estudios universitarios, que trabajan y que viven en áreas con rentas medias superiores a la mediana tienen la oportunidad de dedicar 23 minutos más al día a la práctica de actividad física moderada o vigorosa.
O lo que es lo mismo, aquellos que crecen en ambientes más desfavorecidos hacen 160 minutos menos de ejercicio, lo que supone más de 11 horas al mes y casi 6 días completos al año.
Por contra, estos niños pasan 70 minutos más al día con las pantallas entre semana, lo que supone 16 días completos al año y 4,2 meses durante toda la etapa 8-16 años.
El fin de semana lo hacen 55 minutos más, que se traduce en unas 9 horas y media más al mes, y más de 4 días enteros al cabo de un año.
Si se atiende a cada una de las variables, la mayor brecha se da según el nivel de estudios de los padres, que arroja una brecha de 50 minutos diarios, seguida del trabajo (30) y renta (25). En el fin de semana, la diferencia se reduce sensiblemente a 40, 20 y 25, respectivamente.
El estudio desvela que el porcentaje de menores con un nivel bajo de adherencia a la dieta mediterránea es un 11,5 % mayor en el grupo de vulnerables. Por el contrario, entre los que la siguen de manera óptima, la cifra de niños de entornos favorecidos es un 12,8 % superior.
Con todo, avisa de que, en general, la población infantil que llega a este nivel óptimo de dieta es inferior al 50 %.
De lunes a viernes, el 63 % de los menores de buenas condiciones socioeconómicas sigue las recomendaciones de sueño, un 15 % más que los más vulnerables; el fin de semana, la diferencia es algo menor, del 9,2 %, si bien el informe destaca que los sábados y domingos, menos del 60 % de los niños y adolescentes duerme lo recomendado.
Por último, el estado de salud percibido es 6,4 puntos mayor -en una escala del 0 al 100-, entre los menores de familias más favorecidas. En global, la población infantil y adolescente autopercibe su salud en 79,4 puntos, siendo un valor menor al deseado en población infantil y adolescente de 8 a 16 años.
Ante este escenario, los expertos de la Gasol Foundation lo deja claro: "Es una necesidad social urgente impulsar políticas públicas, estrategias, programas, proyectos y acciones de fomento de la salud infantil que, de forma estructural y determinada, consigan promover el estado de salud que se encuentra muy deteriorado, especialmente entre la población vulnerabilizada".
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