Llega el espera día del Sorteo de la Lotería de Navidad y, como cada año, te despiertas expectante, con una ilusión especial, a pesar de que sabes muy bien que tus posibilidades de llevarte el Gordo son muy escasas. Cuando los bombos echan a rodar no puedes evitar que las esperanzas crezcan y te permites fantasear con que consigues uno de los grandes premios. ¿Por qué no? Y entonces sucede. Los niños de San Ildefonso cantan precisamente el número del décimo que llevas. ¿Cómo reacciona tu mente cuando te toca la lotería? ¿Qué te ocurre en ese preciso instante y momentos después, cuando empiezas a digerirlo?

La adquisición de un gran premio en la lotería implica grandes cambios en la vida de quien se lo lleva. Aunque la primerísima reacción, tras la comprobación pertinente, suele ser bastante previsible, un momento de subidón enorme con los neurotransmisores de la felicidad trabajando a toda velocidad, la respuesta emocional a un evento así depende de varios factores, entre ellos las circunstancias de tu vida, la etapa que estás viviendo, y la medida en la que la entrada de este dinero puede repercutir o cambiar tu vida.

“A nivel general, las personas a quienes les toca la lotería viven una mezcla de emociones entre las que destacan la euforia, la incredulidad y la sorpresa. Sin embargo, también hay personas que reaccionan con ansiedad ante la inseguridad de no saber cómo manejar una importante suma de dinero, o por el miedo a los cambios que se pueden producir en su vida y las consecuencias que pueden tener en su entorno”, explica la psicóloga de Doctoralia Inmaculada Martínez.

Habitualmente, cuando a una persona le toca la lotería, tiene un pico de alegría, “felicidad”, pero no se mantendrá. Es un hecho que, una vez transcurrido, perderá la intensidad hasta desaparecer. El organismo siempre tiende a la homeostasis, es decir, a recuperarse ante cualquier cambio. Nos acostumbramos a casi todo. Y eso también le ocurre a nuestro estado emocional, lo que suele denominarse adaptación hedónica. Sin embargo, Martínez defiende que  “la lotería puede repercutir positivamente en la vida de las personas, dependiendo de la gestión que hagan de ello”.

En este sentido, si gestionas bien el cambio puede suponer un alivio económico produciendo seguridad financiera y, por tanto, incrementando tu bienestar emocional. También puede facilitarte el realizar actividades de ocio, como viajes, que te permitancumplir unos deseos que, de otra forma, quizás no hubieras podido.

Pero ganar un gran premio también puede tener su lado oscuro. La psicóloga explica que los aspectos negativos "estarían vinculados a una mala gestión. El empleo del dinero desde la desestructura, sin finalidad clara, puede desmotivar y hacer un uso no saludable del mismo”. Esta mala gestión también puede suponer un cambio en tus relaciones sociales, si no sabes discernir quién se relaciona contigo desinteresadamente o con intenciones ocultas. Las demandas de familiares o amigos pidiendo ayuda pueden generar estrés y malestar.

Lo que es innegable es que, como ocurre con cualquier cambio repentino, la buena gestión emocional es muy importante. Por ello, la doctora Martínez comparte una serie de estrategias y consejos que te pueden ayudar a tramitar desde el punto de vista psicológico de manera sana el hecho de ganar un premio.

Como podemos comprobar, ganar la lotería puede acarrear tanto aspectos positivos como negativos, y de nosotros dependerá que la gestión emocional que hagamos de ese importante cambio nos afecta en mayor o menor medida.