Este jueves se celebra el día mundial del alzéimer, una terrible enfermedad que afecta a unas 800.000 personas en nuestro país y que sigue sin tener cura. Los familiares de los pacientes exigen más investigación.
Ya se ha conseguido detectar este tipo de demencia en fases muy tempranas, pero se estima que el 80% de los que empiezan a tener algún síntoma no tiene diagnóstico. Ahí, precisamente, está la clave para poder intervenir con fármacos y terapias que consiguen frenar o retrasar el avance del alzhéimer.
Han compartido tantas horas juntos, que Lucas fue el primero en darse cuenta de que a su abuelo se le olvidaban algunas cosas: "El niño empezó a ver que tenía algún fallo de memoria. Y le oímos preguntarle 'cómo te llamas', 'para qué sirven las llaves'...", explica la madre del pequeño, Esther Cebrián. Estas preguntas pusieron en alerta a la familia y llegó el diagnóstico, tal y como señala la hija de Juan: "Lo primero que piensas es que ya es tarde, hasta que conoces un centro como este".
A sus 77 años, Juan se esfuerza a diario para contener el avance del alzhéimer, sigue disfrutando de su hija y su nieto Lucas. La jornada empieza con un poco de actividad física -"después de gimnasia hacemos cuentas, y después el almuerzo"-. Establecer una rutina es parte de la terapia de estimulación.
"Que se estimulen todas las capacidades de manera íntegra de la persona hace que vaya más despacio -la enfermedad-", explica Yolanda Muñoz, presidenta de la Asociación de Familiares de Personas con Alzheimer (AFAE).
Incluso Gregoria, que ya no se comunica, llega a emocionarse cuando Javier toca sus canciones favoritas con el saxofón. Por eso, ni un solo día falta a su cita. A través de la música, madre e hijo vuelven a conectar.