Reducir el consumo de sal es una de las batallas en las que se encuentra inmersa la Organización Mundial de la Salud (OMS), entidad que tiene muy claro que “el elevado consumo de sodio (más de 2 gramos/día, equivalente a 5 gramos de sal por día) y la absorción insuficiente de potasio (menos de 3,5 gramos por día) contribuyen a la hipertensión arterial y aumentan el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular”.
De hecho, la OMS considera que “un consumo de sal inferior a 5 gramos diarios en el adulto contribuye a disminuir la tensión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio”.
Por lo tanto, los riesgos de consumir demasiada sal son más que conocidos, aunque ahora se les une uno nuevo: su relación con sufrir estrés.
Este hallazgo ha aparecido publicado en un estudio realizado en la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), en el que han llegado a la conclusión de que un excesivo consumo de sal aumenta las hormonas del estrés. Para comprobar este hecho, los investigadores realizaron pruebas en ratones, un tipo de animal que no suele ingerir demasiada sal en su alimentación. Se les administraron cantidades similares a las que tomamos los humanos y a partir de ahí se cotejaron los resultados.
Uno de los más relevantes es que el nivel estrés aumentaba un considerable 75 %, debido al incremento de los glucocorticoides, que en el caso de los ratones es corticosterona y en el de los humanos el cortisol –la conocida como hormona del estrés–. Así lo explica el propio estudio: “El alto consumo crónico de sal amplifica los niveles de glucocorticoides basales e inducidos por el estrés y restablece la biología de los glucocorticoides a nivel central, periférico y dentro de las células”.
Dicho de otro modo, un excesivo consumo eleva sustancialmente el nivel de estas hormonas capaces de estimular el hipotálamo e incrementar el volumen de estrés, ya sea en una situación de tranquilidad y calma, o en un momento en el que el sujeto debe reaccionar ante un suceso.
Asimismo, si ese consumo se mantuviera, la respuesta al estrés ambiental se duplicaría, llegando a provocar un cambio en la agresividad y ansiedad de los ratones y, por ende, en cualquier animal o individuo que abuse del consumo de sal.
Para saber cuál es la cantidad máxima de sal que podemos ingerir diariamente, lo mejor es remitirse a las recomendaciones de la OMS.
Los niños de 2 a 15 años incluso han de reducir esa cantidad, aunque ha de ajustarse a las necesidades energéticas que tengan. “Esta recomendación no comprende el periodo de lactancia natural exclusiva (de 0 a 6 meses), ni el de alimentación complementaria de la lactancia natural (de 6 a 24 meses)”, añaden desde esta organización.