La pandemia del coronavirus se acerca a cumplir cuatro años desde su inicio. En España, en 2020, obligó a un confinamiento severo, que fue acompañado de miles de muertes. Poco después, los datos mejoraron y se recuperaron los habitos previos a la llegada de la covid19, cuando muchos creían que no llegaría ese momento. Pero el virus sigue presente. De todos es sabido que en los últimos tiempos se han detectado diferentes variantes, como Ómicron, Delta o Gamma, las cuales presentaban síntomas nuevos. Y ahora en agosto de 2023 se han detectado dos nuevas cepas más: Erin y Pirola, la cual está despertando preocupación en algunos países por el aumento de casos y hospitalizaciones.

Tanto Erin como Pirola son subvariantes de Ómicron. La primera de ellas ha sido hallada en al menos 53 países, con especial incidencia en Estados Unidos. De hecho, se habla de que podría abarcar el 17% de los casos registrados en la actualidad en el país. Mientras, la segunda de las cepas citadas ha tenido mayor presencia este mes de agosto y se ha encontrado en Dinamarca, Israel, Reino Unido y Norteamérica. En España se vigila de cerca el avance de Pirola.

La subvariante Pirola es conocida, a nivel científico, como BA.2.86. La OMS ha puesto el foco sobre la cepta, ya que presenta "30 cambios de aminoácidos" en su proteína espiga -la que entra en juego en el contagio-. Por ahora, las autoridades sanitarias han detectado solo seis casos en todo el mundo, pero el nivel de alerta aumenta a medida que avanza el tiempo. La organización liderada por Tedros Adhanom la ha definido como una "variante de emergencia". Sus mutaciones son mayores en comparación al resto de cepas: "Surgió recientemente y se propaga rápido".

Los síntomas de la subvariante Pirola pueden ser muy difíciles de detallar, debido a que apenas hay seis casos y a que cinco de ellos no están vinculados a un individuo infectado en el que se observen síntomas concretos. Es la conclusión de T. Ryan Gregory, biólogo de la Universidad Canadiense de Guelph, que ha destacado en sus redes sociales en este sentido que "no hay forma de saber nada". Lo más normal es que siguiese los pasos de las otras cepas: fiebre, escalofríos, dificultad para respirar, fatiga, dolor muscular, pérdida del olfato y gusto, así como dolor de cabeza y de garganta, moqueo, náuseas o vómitos.

Esta nueva subvariante se ha denominado Pirola en referencia a un asteroide descubierto en 1972, pero podría pasar a llamarse 'Pi' o 'Rho', por las letras griegas, en caso de que la OMS considere que la cepa aumenta la preocupación a nivel sanitario. Por ahora se ha roto ese patrón de llamar a todas las variantes conocidas con letras del abecedario griego (Ómicron, Zeta o Épsilon). Por ahora, precaución sin despertar una alerta severa. Pero sin mirar a otro lado. La covid19 nunca se fue, aunque lo pareciera. g