Con la llegada de la primera ola de calor del verano, las temperaturas han superado en algunas comunidades los 40 grados. Esto supone un riesgo para la población, sobre todo si se trata de los más mayores y los más pequeños. El cuerpo humano puede llegar a soportar una temperatura máxima de 55 grados, pero eso no significa que no se puedan sufrir insolaciones y golpes de calor con menor temperatura.
La AEMET, a través del Plan Nacional de actuaciones preventivas que activa cada verano, lanza unas recomendaciones para que el calor no afecte a la salud: la hidratación, buscar lugares frescos y vestir con ropa ligera y poco ajustada. Pero, ¿cómo se debe actuar si sufrimos una insolación o un golpe de calor?
Aunque existen algunas diferencias, ambos actúan de manera similar. En los dos casos, nuestro cuerpo empieza a sudar excesivamente, la piel se muestra enrojecida, seca y caliente y baja la presión arterial. Como resultado aparecen los delirios o aturdimiento, dificultad para hablar, nos duele la cabeza y podemos perder la conciencia en el peor de los casos. Unos aspectos muy diferentes a cuando se sufre agotamiento por el calor, ya que ahí la fiebre es menor a 40 grados y la piel se vuelve fría, pálida y húmeda.
Cuando se sufre un golpe de calor, la temperatura del cuerpo aumenta rápidamente y se puede llegar a poner en riesgo la vida si provoca daños en el cerebro u otros órganos vitales. Es decir, se puede sufrir por estar varios días a temperaturas muy altas sin tener que estar expuestos al sol de forma directa.
En cambio, la insolación es la consecuencia de la exposición prolongada al sol sin protección. Ahí se pueden experimentar síntomas como calambres musculares, sensación de agotamiento, pulso fuerte e irregular y una respiración acelerada.
Al pasar mucho tiempo al sol, se pierde líquidos y minerales a través del sudor, ya que es el mecanismo que tenemos para enfriar nuestro cuerpo. Por eso nos sentimos cansados, con dolor de cabeza, confundidos, con náuseas y visión borrosa e incluso perder el conocimiento. Lo que significa que la insolación, por una exposición excesiva al sol, nos puede llevar a un golpe de calor.
Es importante saber cómo actuar si sospechas que una persona va a sufrir un golpe de calor. Según la AEMET, primero se debe buscar una zona con sombra o un lugar fresco, poner paños mojados con agua fría en el cuello, axilas e ingles y no darle nada de beber (tan solo se da pequeños sorbos cuando se sufre agotamiento por calor). Si empieza a tener convulsiones o está muy aturdido, lo mejor es llamar a urgencias o acudir a un hospital cercano.
Evita la exposición directa del sol, sobre todo en las horas centrales del día, y usa protección solar. No te quedes en sitios cerrados como el coche, ya que en el interior la temperatura aumenta más que en el exterior. Utiliza ropa adecuada y ligera. Usa ventiladores, no olvides ventilar la casa en las horas más frescas y reduce la actividad física durante las horas más calurosas.