El psicólogo Antonio Ríos explica a los padres cómo tratar a un adolescente: "No se puede entrar en un cuerpo a cuerpo"
Esta etapa de transición a la juventud dura aproximadamente cinco años y va asociada a cambios emocionales y físicos
El adolescente solo responde con monosílabos, no acepta más que tres preguntas y no responde de manera inmediata
Aunque parezca imposible existen tres tipos de charlas que se puede mantener con los chicos y chicas en esta etapa
De pronto, cuando menos lo esperas, en casa hay un adolescente. Una persona que o no habla o responde con monosílabos, que se encierra en su cuarto, que huye de besos y abrazos, que mira con desprecio a su familia y que se rebela contra todo lo establecido. La buena noticia es que es un proceso normal del desarrollo, la mala que suele durar de media unos 5 años.
El doctor Antonio Ríos los conoce bien. Como psicoterapeuta especialista en terapia familiar y de adolescentes, lleva años aconsejando a padres y madres sobre cómo asimilar esta etapa tan difícil. Un periodo complicado de la vida humana en el que se producen muchos cambios y que suele pillar por sorpresa hasta al propio interesado.
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Pregunta: Se suele decir que la adolescencia es una etapa de transformación.
Respuesta: Es que se transforman, aunque es verdad que con diferente intensidad dependiendo de la personalidad de cada chico, de cada chica. Pero en cualquier caso hay un cambio muy importante. Dejan de ser niños y pasan a ser otra cosa que ni ellos saben qué es. Es un proceso hacia la juventud. Una transición de querer saber quién son, ir descubriéndose. Lo que sufren es una crisis de la identidad. Dejo de ser niño o niña y de ver a mis padres y todo lo que me rodea con ojos de niño o niña para verlo todo de otra manera diferente. Mi cuerpo cambia físicamente, emocionalmente , sexualmente, intelectualmente, mis motivaciones cambian. Lo que de niño me interesaba ya no. Cambia todo.
P. Una etapa de tanto cambio que lleva a que ni ellos mismos se entiendan.
R. Eso es, cambian de valores, cambian de todo. Lo ven todo de otra manera porque han cambiado ellos. Han aparecido hormonas, se enamoran, se desenamoran. Tienen ganas de experimentar sexualmente, de hacer lo que hacen los mayores. Y eso le provoca una serie de emociones que le hace estar todo el día fluctuando. Pasan de la más absoluta euforia a la más absoluta depresión (no una depresión clínica). Cambia también de amigas, de amigos. Muchos padres me dicen: "Pero ¿si eran amigas desde infantil? ¿Cómo es posible?". Pues porque en la adolescencia aparece el fenómeno de la elección del amigo. La amistad en la adolescencia surge por elección. En la infancia está condicionada porque coinciden en clase, en las extraescolares, porque los padres son amigos. En la adolescencia no, ahora ellos eligen a sus amigos. Y no puedes intervenir porque se volverá en tu contra.
P. Esta etapa de adolescencia ¿avisa o llega de repente?
R. Generalmente llega de pronto. Yo siempre digo que es después de un verano. Está acabando quinto o sexto y cuando llega primero de la ESO ya han cambiado. Te miran de otra manera, te desafían de otra manera. Han pasado solo unos meses pero ya no es la misma persona. Pero puede ser de repente. Una vez un padre me decía: "¿Un verano? ¡Pero si fue en una noche ! Se acostó y al despertarse era otro". Y eso es así. A veces los cambios son más bruscos, en unas semanas o días se levantan y son adolescentes. Pasan de mirarte como niño, a mirarte con asco, como suelo decir yo en tono de broma. Te mira como diciendo: ¿Y por qué te tengo que hacer caso a ti?. Puede pasar que te diga "que asco de comida". Y resulta que era su plato favorito hace unos días. Todo lo que les gustaba antes, ya no.
Hay que entender que es un ciclo evolutivo que va a llegar inevitablemente
P: Una etapa que no solo pilla por sorpresa a ellos, también a los padres.
R. Muchos padres no se preparan, creen que no va a llegar. No se imagina que ese niño o niña de siete años que te mira con admiración y te quiere, en cinco años se transforma. Se vuelve otro.
P. ¿Dice que son otra persona distinta?
R. Lo que ellos tienen claro es lo que ya no soy. Ya no soy un niño o una niña. Ya no quiero que me mires como me has mirado, ni que me trates como me has tratado, ni que me hables, ni que me digas, ni que nada. Todo lo que durante diez doce años has vivido con ellos ya no vale. Empieza a ser todo nuevo para todos, para ellos y para los padres.
P. El modo de acercarnos a ellos pasa por entender el proceso.
R. Eso es. Entender que vamos a entrar en una etapa de transición a la juventud. Que es una época que empieza y termina. Los progenitores tienen que aprender a llevar esto de la mejor manera, para salir de esta época y transitar sin vivirlo muy “lesionados”. Prepararse para ello entender que es un ciclo evolutivo que va a llegar inevitablemente, que es normal que cambie, y que cuando ellos cambian van a ver la vida de otra manera.
Te van a cuestionar todo lo que tú le digas
P. ¿Y cómo nos podemos preparar para llevar mejor ese momento?
R. Pues normalizando. Pensando que la niñez se termina y que va a llegar una etapa lógica, normal, saludable que hay que pasar inevitablemente. Una etapa en la que tu hijo, tu hija, se va haciendo mayor. Eso es “que yo quiero decidir”. Te va a cuestionar todo lo que tú le digas. ¿Cómo te preparas? Sabiendo que vas a tener que contar con su opinión y sabiendo que vas a tener que negociar mucho.
P. ¿Qué quiere decir con negociar?
R. No se negocia con los niños pequeños. Lo que se hace es proponer alternativas, ellos eligen entre lo que tu propones para fomentar la independencia. Pero con los adolescentes es distinto. Con ellos se negocia. A partir de los 12-13 años hasta los 18, son cinco años de negociación. Un adolescente pasan por una crisis de la afirmación del yo, de la personalidad. Es cuando la personalidad eclosiona, te dicen "yo soy mayor". "No soy un niño". Y esto lo quiere afirmar. Es la afirmación del yo. Cuando yo quiero, como yo quiero, con quien quiero, a la hora que a mi me apetezca. Yo, yo, yo. Y eso hace que desafíe todas las normas, limites, criterios pautas. todo lo que en 12 años hemos hablado en casa y aceptaba sin ningún problema. Obligaciones, tareas domésticas...
P. Y ¿cómo podemos manejar eso?
R. Pues hay que preparar algunas estrategias y hay que aprender a negociar. Ellos no saben negociar, pero nosotros sí. En su caso son del todo o nada, pero hay que conseguir un punto intermedio. Pero sin darles órdenes. No tenemos que decir: "Recoge tu cama o saca el perro. Porque te dirán sí, sí. Y luego harán lo que les dé la gana. Lo que sugiero es que se les diga algo con margen de tiempo: "Antes de irte ordena la habitación". "Antes de que te de la paga haces los deberes". ¿Y cuándo lo van a hacer? Dos minutos antes de que se acabe el plazo.
P. Los padres tienen que armarse de paciencia.
R. Sí, mucha paciencia, mucha negociación. Sabiendo que es un proceso lógico que hay que pasar. Que aunque te lo digan, no te odian. Que te siguen queriendo. Pero te conviertes en el enemigo en casa porque me impides hacer lo que yo quiero.
P. Y ¿hay que dejarles hacer lo que quieran?
R. No y por eso llega el conflicto. Ellos quieren hacer lo que les da la gana porque se sienten mayores y no “tienen” por qué obedecer tus órdenes. Y tú tienes que establecer en casa una serie de pautas, de límites, de obligaciones. Hay que llegar a acuerdos. Negociar mucho y escuchar mucho. Y flexibilizar. Hay padres que son muy rígidos. Y eso tampoco es bueno. No olvidemos que los padres, madres somos los enemigos. Ellos van a defender todo lo que a nosotros no nos gusta, es una manera de afianzar su personalidad. El adolescente se afirma en las áreas donde a los padres les pone más nerviosos. Para fastidiar. Tenemos que saberlo y dejarles. Todo volverá a su sitio. No discutir, no darle importancia, que vean que no hay desafío. Eso les desinfla.
P. Claro que antes de poder negociar tenemos que conseguir que hablen.
R. En la adolescencia tenemos que prepararnos a los monosílabos. Son cinco años de monosílabos. Tenemos que ser conscientes de que no responden. Y no te enfades, porque como les digas algo te dirán: "Ya está bien, ¿no?" Deja de interrogar". No hay que hacer interrogatorios. Un adolescente solo admite tres preguntas. Ni una más. A la cuarta se va. Y tampoco te responden de manera inmediata. Eso lo tenemos que tener claro y aceptarlo. Por último debemos aprender a interpretar sus respuestas, porque no siempre implican lo que creemos. No es fácil, pero con paciencia y calma lo iremos consiguiendo.
P. Entonces, ¿para entender a un adolescente hay que aprender a comunicarse con ellos?
R. Hay tres formas de comunicarte con un hijo-hija adolescente. Una es la comunicación afectiva. Es cuando ellos vienen a hablar contigo. Eso es una compulsión, es en este momento, en este lugar y en esta hora. Y suele ser a la hora más inoportuna y en el lugar más inapropiado o cuando tú estás en peores condiciones. Mientras estás preparando la cena, tienes prisa y entran en la cocina a hablarte. Y es cuando yo digo: "Estás cortando la lechuga y tienes que seguir cortando lechuga, añade tomate, corta cebolla, sigue sin mirarle y ocupándote de la ensalada porque ese momento es mágico".
"Mientras hablan es un momento mágico. Ellos han decidido venir a hablar contigo y tú los escuchas. En ese momento no hay que discutirle ni cortar la conversación. En cuanto les comentes algo de lo que dicen, dirán: “Ya estás tú siempre igual. No me comprendes. Se van y dejan de hablar”. Si hay algo que ha dicho que no te parece bien, te lo tienes que guardar y al día siguiente, sin ninguna preparación ni nada, les dices en el pasillo: "Oye, ayer cuando me contabas en la cocina hubo algo que me he quedado pensando. No sé. No me parece bien creo que mejor…" y se lo sueltas. Pero ya se lo dices en otro momento. Y no has cortado la charla anterior. Mientras ellos te cuentan tú tienes que seguir la conversación sin dejar de hacer lo que estás haciendo. Sin mirarles. Es lo que llamamos comunicación afectiva, porque ellos necesitan que tú los escuches. Su mente les dice espero que me escuchen y no me interrumpan o me digan si está bien o mal. Es lo que necesitan.
P. Y las correcciones, al día siguiente.
R. Efectivamente, lo que necesitemos matizar al día siguiente. Porque luego está la comunicación efectiva. Cuando queremos hablar con ellos. No se les puede avisar. No les decimos esta noche hablamos, porque esa noche tendrán mil planes. Tienes que pillarlos de pronto. Aquí lo que sugiero son mensajes muy breves y concisos, porque como te enrolles, desconectan. Mensajes concretos: "Tenemos que hablar de las vacaciones". Sin avisar.
P. Eso para corregir o contarles algo importante.
R. Es una conversación que ellos no decide, que hemos decidido nosotros y por eso se ponen en plan pasivo. Dejan claro que ellos no han buscado la conversación con un lenguaje no verbal, ponen caras, suspiran. No hay que hacer caso. Pero sí ser muy breves y concisos.
P. Y luego hay un tercer tipo de conversación, más lúdica.
R. Sí, la que llamamos conversación superficial, que es la que más tenemos que usar con un adolescente y todo lo que podamos. Hablar de temas que no les impliquen. Una charla que no hace referencia ni a la familia ni a ellos. ¿De qué se habla? Pues de deportes, de música, de moda, de cotilleos. Tuve un padre en consulta que se hizo fan de los Mojinos Escozíos porque a su hijo le gustaban y se ponían a hablar de las letras de las canciones. Esa es una buena comunicación.
P. Buscar algo que conecte con ellos.
R. Cualquier tema moda, fútbol, cómic. Ellos luego dirán: "Yo hablo mucho con mi padre/madre". Aunque estamos hablando de temas superficiales, ¡para ellos es una conversación!.
P. En cualquier caso lo que tenemos que evitar con los adolescentes es discutir.
R. No se puede entrar en un cuerpo a cuerpo. Entras en una escalada donde ellos no paran. Es el adulto el que tiene que frenar. Es una espiral que no tiene fin. Aunque depende de su personalidad. En un extremo están los rebeldes, impulsivos que hablan antes de pensar, que se quejan de todo. Y en el otro extremo está esa personalidad sutil que te dice a todo que sí y luego hace lo que le da la gana.
P. ¿Se puede educar de pequeños para evitar los conflictos en la adolescencia?
R. Si tienes un hijo con una personalidad muy fuerte hay que marcar muy bien la autoridad antes de que llegue esa etapa. Desde pequeños tiene que quedar claro que en casa hay normas, que esto no se negocia. Esto es para que cuando llegue a los 15 años sepa que la autoridad la tienes tú. Si un niño ha sido educado con permisividad absoluta se convierte en un tirano en la adolescencia. Porque no olvidemos nunca que los adolescentes por su propia naturaleza son interesados, egoístas, egocéntricos y ensimismados. Es un término evolutivo. No son términos morales, es evolutivo. Son así.
P. Pero es una etapa que pasa.
R. Claro, se termina. Igual que un día se levantan y te miran con asco, de pronto, en torno a los 18 años o así, se sientan a tu lado y te empiezan a hablar y les llaman para salir y dicen: "No salgo que prefiero estar en casa con mi familia" O te dicen: "¡Qué buena la comida!". Y ya está. Ya se ha acabado. Lo bueno de la adolescencia es que se termina.
P. Eso es lo positivo, aunque tenemos que tener en cuenta sus consejos para transitar esos cinco años.
R. Tengamos en cuenta que es una etapa natural en la que hay que negociar. Pero no esperes que lo negociado lo cumplan cien por cien. Hay que dejar márgenes. Si en la negociación llegas a un acuerdo, ten en cuenta que el acuerdo lo cumplirán en parte. Por eso hay que pasar esta etapa con calma. Y pensar que esto es normal, tienen que hacerse mayores y esto pasará. Lo bueno de la adolescencia es que pasa.