La glándula tiroides se sitúa en la zona de nuestro cuello y tiene una función clave en el organismo: en ella se generan las hormonas encargadas de regular nuestro metabolismo.
Las hormonas T4 o tiroxina y T3 o triyodetironina controlan numerosas funciones del cuerpo, desde el ritmo cardíaco y el peso, hasta la digestión y la salud del pelo. Por lo tanto, si se produce algún trastorno que afecte a esta glándula, es muy probable que haya consecuencias para el cabello. A fin de cuentas, se encarga de que los ciclos capilares sean los adecuados.
La caída difusa del cabello se puede dar tanto si hay una producción insuficiente de las hormonas, lo que conocemos como hipotiroidismo, como si existe una sobreproducción, denominada hipertiroidismo.
En el primero de estos casos, se puede producir una caída crónica del cabello, ya que este tiende a estar más apagado y a no ser reemplazado en caso de caer. Además, presenta una mayor sequedad y aspereza.
Esto sucede porque la tiroides no genera las suficientes hormonas, un trastorno que desemboca en que la fase telógena se prolongue durante más tiempo, mientras que la anágena tiende a retrasarse. Dicho de otro modo, la fase de caída del pelo dura más que la dedicada a su desarrollo.
Como hemos apuntado, si se produce un número muy elevado de hormonas, el trastorno se conoce como hipertiroidismo. Y también afecta al cabello, aunque de un modo contrario al anterior. En este caso, los ciclos capilares se aceleran de tal modo, que el pelo se cae y vuelve a nacer con una mayor velocidad. El resultado es que el pelo tiende a ser más fino y frágil. Además, acumulará más grasa y se quebrará con más facilidad. Todo ello puede dar como resultado una caída paulatina. Y es que, su salud será peor.
Aunque es muy extraño que la alopecia afecte a las mujeres del mismo modo que a los hombres –hasta la pérdida total del cabello–, sí que son ellas las que están más expuestas a los problemas que un trastorno en la tiroides pueda generar en el cabello. Esto se debe a que tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo son mucho más frecuentes en el género femenino, llegando a triplicar el número de afectadas (la prevalencia en mujeres es del 14,4 % y en hombres del 5,3% según la investigación “Prevalencia de disfunción tiroidea en la población española”).
Cabe señalar también que la escasez de producción de hormonas se suele dar a partir de los 40-50 años –especialmente en mujeres, tal y como acabamos de señalar–, mientras que la sobreproducción es más común entre los 20 y los 40 años. Finalmente, hay que apuntar que la mala salud capilar y la caída del cabello pueden ser un indicio de que existe algún problema relacionado con la glándula tiroides, con lo que, en caso de detectarlo, convendrá hacer una visita al médico para descartar alguno de los trastornos descritos.