Este viernes conocíamos que dos mellizas de 12 años habían muerto al precipitarse al vacío desde una ventana del edificio en el que vivían, situado en el barrio de la Ería, en Oviedo. Los hechos ocurrían sobre las nueve de la mañana en un bloque de pisos ubicado en la calle Facetos de la capital asturiana. Los gritos del padre, pidiendo ayuda, alertaban a los vecinos de la desgracia. Sus dos hijas, de 12 años, habían caído al patio interior del edificio y habían muerto en el acto.
La policía sigue aún investigando las causas, pero desde el primer momento se apuntó la posibilidad de un suicidio doble. Las menores subieron al sexto piso, aunque residían en el cuarto. El portavoz de prensa de la Jefatura Superior de Policía de Asturias descartaba también en los momentos iniciales la intervención de terceras personas en el fatal suceso.
Esta terrible tragedia recuerda mucho a otra similar ocurrida en Sallent (Barcelona) hace tres meses, donde el 21 de febrero dos hermanas gemelas, también de 12 años, se arrojaban al vacío desde el balcón de su casa en un tercer piso. Una de ellas moría y la otra resultaba gravemente herida.
Aquella noticia abrió informativos y copó las primeras páginas de los periódicos. ¿Podemos estar ante un caso de imitación? ¿Qué une a las gemelas para tomar una decisión tan trascendental de forma conjunta? ¿Qué les está sucediendo a adolescentes y jóvenes para que el suicidio se haya convertido en la primera causa de muerte en estas edades? Dos expertas en duelo por suicidio contestan a nuestras preguntas.
"Está muy bien hablar sobre el suicidio, porque es una realidad que lleva mucho tiempo ocultándose, pero hay que tener cuidado en cómo se hace", dice a NIUS Eva Montero, psicóloga clínica y coordinadora del Proyecto Estela Duelo Suicidio. "Hay que evitar dar detalles sobre la forma o el método utilizado. Es algo innecesario que no ayuda, todo lo contrario, palabras como precipitación, ahorcamiento, envenenamiento... son escalofriantes, pero también resultan en cierto modo atractivas para algunas personas en determinados momentos", explica.
"Cuando sucedió lo de las niñas de Sallent la forma en la que se dio la información no fue la correcta desde mi punto de vista. No solo por los términos utilizados, también por el enfoque. Fue un boom. No se hablaba de otra cosa en los programas. En ese momento, en vez de limitarse al drama, lo adecuado habría sido sacar a la luz, por ejemplo, casos de otras personas que han podido superar un suicidio, ofrecer salidas, informar a la gente de dónde acudir para pedir ayuda, hacer algo para contrarrestar el efecto que podría producir una noticia tan dura como aquella", destaca. "Porque si no se puede producir lo que se llama el efecto Werher, que es un aparente contagio de los suicidios asociado con la exposición a noticias sobre personas que terminan con su vida".
"Sería muy osado decir que este es un caso de imitación", apostilla Mercedes Jiménez-Carlés, coordinadora en Andalucía de la Red Nacional de Psicólogos para la Prevención del Suicidio Princesa 81. "Haría además muchísimo daño al resto de nuestra población, porque el suicidio jamás se puede dar por un único factor. Es siempre multifactorial. Así que es una conclusión que no debemos sacar, primero porque no es cierta y segundo porque no ayuda", exclama. " Pero es verdad que cuando se habla de suicidio hay que ser muy cauteloso y llamar a especialistas que sepan del tema. Hay que hablar de suicidio para prevenirlo, para ayudar, no para generar más confusión, más dolor, más provocación o menos entendimiento", recalca.
"El vínculo afectivo que se establece entre este tipo de hermanos no es comparable a ningún otro", avanza Jiménez-Carlés. Esta psicóloga conoce de primera mano esta circunstancia ya que ella misma tiene una hermana gemela. "La lealtad que hay entre gemelos y mellizos es fortísima. Es muy difícil de entender para alguien que no haya estudiado este campo o por alguien que no sea gemelo", explica.
"El grado de lealtad te puede arrastrar hasta las últimas consecuencias, hasta la muerte, así fue en el caso de las niñas de Sallent, y puede que también en este, si finalmente se confirma que se trata de un suicido", dice la experta. "A la gente le cuesta entenderlo pero es que el otro gemelo es como una parte de nosotros mismos. No hay que verlo como dos personas distintas, porque en muchas ocasiones los gemelos actúan como un todo. Lo que un gemelo padece el otro también lo sufre. Uno forma parte del otro", insiste.
"También influye el hecho de que cuando decides hacer algo junto con otra persona hay una complicidad que produce un efecto potenciador", añade Montero. "El hecho de pensar en irse las dos juntas, esa fantasía les alimenta por el tipo de relación que tienen gemelos y mellizos, por la unión tan fuerte que proporciona el compartir un material genético tan parecido con otro ser humano".
"En el caso de la niña que sobrevivió en Sallent ella se enfrenta a un triple duelo, uno por la pérdida de su hermana, otro por una parte de sí misma y el tercero por la relación con sus padres que al estar inmersos en su dolor es probable que estén menos presentes para atender las necesidades de su hija", explica Jiménez-Carlés. Lo normal es que aparezcan pensamientos de culpa ("hubiera preferido ser yo en lugar de mi hermana", "por qué yo sí vivo y mi hermana no", etc..) o ideación suicida de nuevo ("Yo no quiero estar aquí si no está mi hermana"). En este caso hay que conseguir que la niña se exprese, que llore lo que tenga que llorar si es eso lo que necesita, no todo el mundo expresa el dolor de la misma forma, y hay que estar atento a sus necesidades", subraya.
"En el caso de las niñas de Oviedo, al estar las dos fallecidas el peor duelo es el de los padres", detalla Montero. "Es durísimo porque la muerte de un hijo es lo más devastador que existe en la vida, pero es que si además se produce en estas circunstancias el dolor es brutal. En cualquier duelo por suicidio, lo que se produce inicialmente es un momento de shock muy grande. Es cierto que la muerte de un hijo, y especialmente cuando es por suicidio, es algo que nunca se puede superar, pero sí que es un dolor con el que hay que aprender a vivir, por lo tanto sería muy conveniente que recibieran ayuda psicológica especializada de forma inmediata. Les queda por delante un proceso largo, no hay un tiempo estipulado para superar la muerte por suicidio de un hijo, cada persona tiene su tiempo, es un proceso personal muy importante que supone un antes y un después".
"Y por supuesto, también habría que estar atentos a los compañeros de estas niñas en el colegio", recuerda Jiménez-Carlés. "No se pueden reanudar las clases mañana como si no hubiera ocurrido nada. Es necesaria una intervención profesional, que al colegio acuda un psicólogo experto, para ayudar a los niños y también asesorar al profesorado. No se puede dejar a niños de 12 años sin explicación después de un hecho así. Las consecuencias pueden ser serias", advierte.
El último informe de la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo), de 2022, publicado el 10 de mayo de 2023, arroja unos datos preocupantes: “Los problemas de salud mental crecen de manera significativa, destacando entre ellos la conducta suicida, que en la última década se ha multiplicado por 34,8. Le siguen las autolesiones, ansiedad, tristeza/depresión y trastornos de la alimentación”, se asegura.
En los casi 30 años de las líneas de ayuda ANAR (teléfono y chat), la conducta suicida es el principal motivo de consulta en menores de edad. La tendencia empezó a manifestarse hacia 2012 pero a partir de 2020 se disparó.
"Este ascenso en el número de suicidios tiene muchísima relación con la pandemia, que hizo que buscásemos y acentuáramos otras formas de relacionarnos a través de las redes sociales", argumenta Montero. "Con las cuales es muy difícil saber en lo que están nuestros hijos, es muy complicado controlar la información que están recibiendo. Saber qué les está pasando", explica.
"Lo que está disparando en el suicidio y los problemas de salud mental entre los más jóvenes tiene que ver con esta nueva forma de comunicación que hay en la sociedad y que es accesible para todos los niños y jóvenes y que es difícil de controlar, porque a ver cómo se evita", plantea.
"Algo socialmente estamos haciendo mal. Es evidente que los jóvenes viven en una virtualidad, en una irrealidad que está afectando a su salud mental. Además están inmersos en el mundo del automatismo. Todo lo tengo ya, entonces hay una baja tolerancia a las frustraciones, una baja tolerancia a la espera", añade Jiménez-Carlés.
"En el caso de las niñas de Sallent había un problema de buylling. En este aún no se sabe, pero hay que insistir en que en el acoso escolar las redes sociales juegan un papel muy negativo, porque son 24 horas, 365 días, no hay forma de escapar", lamenta la psicóloga andaluza.
"Esta generación está viviendo una irrealidad de las relaciones que está haciendo mucho daño y esto no se está previniendo. Es un fallo social gordo, porque las relaciones, los apoyos, el hablar, el comunicarte, es básico para lograr el equilibrio de una persona, y estos niños están careciendo de eso", advierte.
Un fallo social con consecuencias trágicas. "Lo que es evidente es que detrás de sucesos como estos hay dolor. Estas niñas estaban sufriendo de alguna forma por alguna cosa o por muchas muy chiquititas, pero la desesperanza y el dolor superaban las ganas de vivir, y con 12 años no se tiene la capacidad de ver otras soluciones, como a lo mejor puede ver un adulto".
"Las redes sociales mal utilizadas no ayudan al desarrollo de la imaginación y la creatividad. Esta habilidad es importantísima pues te ayuda a evadirte de tensiones y rutinas diarias, a buscar soluciones a problemas. Pero esta es una habilidad que hay que trabajarla mucho y la generación actual es la de la inmediatez", concluye Jiménez-Carlés.