Esta semana hemos sabido que cuatro de cada 10 españoles considera que su salud mental no es buena, que casi el 75% de la población cree que ha empeorado para todos en los últimos años y que más del 14% ha pensado o intentado suicidarse.
Los datos, impactantes, salen del estudio La situación de la salud mental en España, elaborado por la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña. Una radiografía detallada que revela un preocupante malestar emocional, psicológico y social.
En el informe, que se desarrolló entre los meses de mayo y noviembre de 2022, participaron más de 2.000 personas mayores de edad en cuotas representativas de la sociedad española. Incluida gente que ha sufrido problemas de salud mental, sus familiares y también profesionales de la salud.
Entre las causas que han contribuido al empeoramiento de la salud se apuntan las dificultades económicas (91,4%), la incertidumbre ante el futuro (89,0%) y la presión, las exigencias y estrés del día a día (88,8%), seguidas de la pandemia del covid y de la sensación de que vivimos en una sociedad cada vez más individualista y muy competitiva, confirma a NIUS Marta Delgado, la directora del estudio.
"Lo que estaba ocurriendo en el momento en que hicimos la consulta, la guerra de Ucrania, la inflación, la huelga de camioneros, la amenaza de desabastecimiento, la subida de precios, la posible recesión económica, la incertidumbre ante el futuro, etc, influyó en el resultado", explica la socióloga. "La gente tiene la sensación de que la realidad no da tregua, que al estrés masivo que generó la pandemia le ha seguido una normalidad plagada de malas noticias que se suceden rápidamente una tras otra, sin respiro", detalla. "Sienten que no pueden seguir el ritmo de la realidad, que lo que sucede es angustioso para ellos, para sus hijos, Y si hiciéramos la consulta ahora el resultado sería similar, porque la situación no ha variado, se han sumado incluso más noticias preocupantes como la subida de las hipotecas, por ejemplo, que afecta a millones de familias".
Y vivir con esta incertidumbre tiene sus consecuencias. Un 42% de los encuestados admite que ha sufrido una depresión a lo largo de su vida y un 47% ha experimentado ataques de ansiedad o pánico.
Los colectivos con peor salud mental: "los jóvenes, las mujeres, las personas LGTBI y las clases medias o bajas", detalla la socióloga. "Es muy relevante que la edad, o los roles que asumes, o el hecho de pertenecer a un colectivo minoritario o el lugar que ocupas en la escala social tienen un impacto determinante en tu salud mental", reflexiona. "Me parece relevante primero porque eso significa que aunque sea complejo, está en nuestras manos cambiarlo, y a la vez, nos obliga a reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos y la sociedad que estamos construyendo, para los jóvenes y para las próximas generaciones"
Son los más jóvenes quienes manifiestan un peor estado de su salud mental. "Sobre todo los que tienen entre 18 y 24 años", indica Delgado. El estudio revela que solo el 30,8% de los menores de 24 años considera que tiene una buena salud mental, y que las ideas o intentos de suicidio y las autolesiones son más comunes entre los jóvenes. "Era algo que además confirmaban los profesionales sanitarios en las reuniones. Decían que cada vez era más frecuente la presencia de jóvenes en los servicios de urgencias de salud mental".
Las cifras hablan por sí solas. Si la ideación suicida es del 14,5% en la población general entre los jóvenes es el doble, un 31,8% ha pensado en quitarse la vida o lo ha intentado.
"Es evidente que la pandemia les ha dejado tocados, porque les ha encerrado en casa en un momento en el que la expansión y la interacción social es vital", asegura la socióloga, pero unido a esto hay muchos condicionantes. Un 60% de los que reconocen haber sufrido depresión o ansiedad aseguraban que el detonante había sido la autoexigencia en lo profesional, escolar o académico", explica. "Hay mucha presión por conseguir logros, miedo a no estar a la altura o a no cumplir con los objetivos marcados. Y esto tiene mucho que ver con vivir en una sociedad cada vez más competitiva y más individualista".
"También influye la incertidumbre que les produce la situación actual del mercado laboral y la precarización de los empleos de los jóvenes", añade. "La mayoría mostraban dificultades para proyectarse en el futuro, tenían miedo a que lo que estudiaban no les fuera a servir, a estudiar algo que no les gustara, dudas sobre cuándo alcanzarían cierta estabilidad para desarrollar su proyecto de vida", detalla la socióloga. "Los profesionales sanitarios hablaban de que en los tres últimos lustros los jóvenes han tenido muchas dificultades para acceder a un puesto de trabajo y que cuando lo encuentran, en muchas ocasiones no se ajusta a su cualificación, o está mal remunerado o tiene un carácter temporal, y esto les provoca una gran frustración y desánimo".
"Luego hay también un elemento de cambio actitudinal generacional. Tienen menos tabúes, son conscientes de la importancia de la salud mental y hablan abiertamente de su estado. Acuden al psicólogo o al psiquiatra con más naturalidad, eso sí, al privado, en un 76,8%, de los casos, por no poder esperar los tiempos de la sanidad pública", especifica. "Y un detalle, en contra de lo que suponíamos, consumen menos psicofármacos que las personas de más edad", destaca.
Las mujeres también sufren más que los hombres. "Un 61,3% de las personas que han tenido problemas de salud mental son mujeres, frente al 38,3% de hombres", avanza Delgado. "Y además también tienen una probabilidad superior de consumir psicofármacos que los hombres. Sin embargo acuden menos al psicólogo o al psiquiatra que ellos. Es el médico de atención primaria quien las atiende en general, por lo que estaríamos ante una población infratratada en términos de especialista".
La sobrecarga es uno de los motivos del malestar psicológico de las mujeres. "Lo anticipaban los médicos en las reuniones y luego se confirmó en la consulta. Son las mujeres las que asumen el cuidado de los otros miembros del hogar y eso se traduce en la encuesta en mayor porcentaje de sintomatología. Muchas más mujeres que hombres reconocían haber sentido en las dos últimas semanas antes del estudio nerviosismo, ansiedad, ánimo bajo, problemas de sueño....", relata.
"Los médicos de familia comentaban que durante el periodo de confinamiento las mujeres fueron uno de los colectivos que más solicitó atención por sintomatología ansiosa por las dificultades de conciliar vida laboral y personal. Los niños estaban en casa y lo asumían, sobre todo las mujeres".
El estudio revela, además, que las mujeres tienen menos tiempo disponible para ellas mismas. "Ven a sus amigos y familiares en menor proporción que los hombres lo que afecta también negativamente a su salud mental", indica la socióloga.
"Y luego hay paradojas", apostilla la autora del estudio, "como que los hábitos de las mujeres son más saludables, fuman menos que los hombres, beben alcohol menos que los hombres, consumen menos drogas y realizan menos apuestas con dinero que los hombres y sin embargo tienen más problemas psicológicos, por ejemplo un 48% de las mujeres han tenido sintomatología depresiva frente al 35% de los hombres. Ansiedad prolongada un 44,7%, frente a un 8,4% de los hombres. E ideación e intento de suicidio un 17% frente al 11,7% de los hombres. Sin embargo, los suicidios consumados son tres veces más frecuentes entre los hombres. En 2021, el último año con datos oficiales, 4.003 personas murieron por suicidio: 2.982 hombres y 1.021 mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística.
"En cualquier caso el informe revela que el tipo de vida que lleva la mujer por los roles sociales que asume y porque la igualdad no está implementada, tiene un impacto negativo en su salud mental".
El nivel socioeconómico también afecta a la calidad de la salud mental. “La pobreza y la falta de recursos es otro factor de riesgo”, reconoce Delgado. "Ya nos lo avisaban los médicos de Atención Primaria, que en las zonas más deprimidas, con menos recursos económicos las probabilidades de sufrir algún problema de salud mental aumentan. Se notó mucho durante la pandemia y se ha mantenido esta tendencia, la incertidumbre laboral y la pérdida de ingresos influyen negativamente", afirma.
"Estas personas están menos satisfechas con su situación económica, con su vida laboral, manifiestan mayor preocupación por no poder pagar sus facturas, y además tienen menos satisfacción con su salud y con su vida familiar que otros estratos de la población", explica.
"Además tienen más probabilidades de consumir psicofármacos. Los propios médicos reconocían que en estas zonas tienden a prescribirlos más que en otras con mayor holgura económica donde se sienten más libres de proponer otras alternativas, como la terapia psicológica privada, algo que aquí no pueden hacer por las limitaciones económicas".
"También salió en el estudio que las personas de clase baja y media baja acuden más al psiquiatra que al psicólogo, de lo que se deduce que probablemente son trastornos más graves, que tratan principalmente en la sanidad pública".
"En el caso del colectivo LGTBI la razón parece clara. Estamos en una sociedad heteronormativa. Las minorías afrontan en general más dificultades para encajar", explica Delgado. "El estudio refleja que este grupo presenta una mayor incidencia en depresión, en ansiedad prolongada y en ideación o intentos de suicidio", resalta.
Las cifras son las más altas de todos los grupos. Sufren sintomatología depresiva un 55,4%, ansiedad prolongada un 48,2% e ideaciones o intentos de suicidio un 32,1%, por encima incluso del porcentaje de los jóvenes", señala. " Y luego tienen también más probabilidad de consumir psicofármacos que la población general".
"Y una cosa que hay que destacar es que todos estos factores son aditivos. Es decir, si eres una mujer y además eres joven y además eres del colectivo LGTBI y además eres de clase social media baja tus posibilidades de sufrir un problema de salud mental se disparan exponencialmente", concluye.