Ya han pasado tres años desde que se proclamó por primera vez el Estado de Alarma por la pandemia de coronavirus. De las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) repletas ya no queda nada como entonces. El número de contagios también se ha reducido exponencialmente, aunque no del todo. Gracias a la vacunación y la inmunización, podemos disfrutar de una vida normal, sin apenas complicaciones. Pero muchas personas no han corrido la misma suerte, desde que contrajeron la enfermedad viven un auténtico calvario debido al covid persistente, que les ha obligado a dar un giro de ciento ochenta grados a sus vidas.
Esta patología, afecta a alrededor de 2 millones de españoles. En algunas ocasiones su síntomas, ocasiodados principalmente por un problema neurológico, son tan graves que han tenido que parar de trabajar. Este es el caso de Sandra y Vicky, ambas olvidaron actos tan sencillos como sumar y multiplicar. Para Vicky, supuso un gran problema, era contable de profesión y tras pasar el coronavirus olvidó por completo las tablas de multiplicar. En el caso de Sandra, desde entonces sufre más de cuarenta síntomas distintos que le impiden hacer una vida como la que tenían.
Todos aquellos que, desgraciadamente, sufren esta enfermedad han tenido que dar un giro de ciento ochenta grados a sus vidas. "Te levantas con una energía que solo te permite llegar hasta las doce del mediodía", afirma Silvia, quien desde que se contagió de Covid-19 no ha podido volver a leer un libro entero.
Desde hace tres años, llevan sufriendo unas secuelas que las ha incapacitado de por vida, como también es el caso de Pablo. A pesar de que en los TAC no mostraba ningún daño cerebral, no reconocía a su hija. Ahora para sobrevivir, tiene que estar constantemente enchufado a una máquina de oxígeno y tomás más de dieciocho pastillas diarias: "como si tuviese noventa años y fuese fumador", afirma Pablo, cuya capacidad pulmonar ha caído al 42 % desde su contagio.
Esta sensación también es compartida con Vicky, quien afirma que a pesar de tener 47 años, tiene la sensación de "estar en el cuerpo de una persona de ochenta", todo ello debido al cansancio, las taquicardias y los fuertes dolores de cabeza. Cansado de esta situación piden que se realice una mayor investigación del covid persistente: "vivir con esto es vivir con una incertidumbre", asegura Sandra. Porque tras años en los que han tenido que asumir que su vida no iba a ser la misma, han "aprendido a vivir cada día como si fuese el último".