Ainhoa tiene 26 años y una relación de tres años y medio que ya no le hace feliz. Pese a no estar enamorada, pospone la ruptura por un motivo: “toda mi familia y amigos adoran a mi pareja y no es para menos, porque él es genial”, confiesa, “pero ya no estoy enamorada, y me da miedo que me juzguen, me da miedo que no me apoyen y me da mucho miedo arrepentirme por no sentir lo que todo el mundo da por hecho que siento”.
La gran pregunta de Ainhoa es qué hacer y, como ella, muchas personas se encuentran en una situación parecida.
Amar no es una elección voluntaria. No podemos elegir qué sentimos por otra persona ni tampoco cuándo dejamos de estar enamorados. Lo que sí está en nuestra mano es cuidar a nuestra pareja (y cuidarnos a nosotros mismos) para evitar que se pierda el amor. El problema es que a veces, ni con todo el esfuerzo del mundo, se puede salvar una relación.
Cuando quieres mucho a una persona, pero ya no estás enamorada, te enfrentas a un reto muy difícil del que nadie habla: contárselo a todo tu entorno.
Hablamos de un entorno que quiere a tu pareja y que incluso la ha integrado en sus vidas, y eso es precisamente lo que pasa cuando tu pareja conoce a tu familia o cuando tu pareja es amiga de tus amigos.
¿Qué podemos hacer en esa situación? Sincerarnos con nosotros mismos y, después, sincerarnos con nuestra pareja, amigos o familia.
Como psicóloga, veo una reacción muy habitual en personas que ya no están enamoradas de sus parejas. Se trata del duelo anticipado.
Durante el duelo anticipado, asumes que ya no sientes amor y que la relación se está acabando, con todo el dolor que esto provoca. Sin embargo, no se lo cuentas a nadie. Vives en silencio la tristeza, la preocupación y la desesperanza por miedo a herir los sentimientos de tu pareja, o por no encontrar apoyo en tus seres queridos.
¿Qué es lo que acaba pasando la mayoría de las veces? Que el sufrimiento se prolonga y cuando tiene lugar la ruptura, tu salud mental está muy deteriorada, y tu expareja sufre igual que si la hubieses dejado antes (y con antes me refiero a ese preciso momento en el que te diste cuenta de que ya no sentías amor, pero decidiste seguir intentándolo por si acaso).
¿Y cómo suele reaccionar el entorno? A menudo se sorprenden. Piensan que todo iba bien y pueden soltar algún comentario que te hará daño (por ejemplo, preguntarte cómo lo habéis dejado con lo buena persona que era tu ex). Es su forma de intentar dar sentido a la ruptura. Afortunadamente, esta reacción es pasajera, y más pronto que tarde te apoyarán incondicionalmente.
Es muy habitual que durante el duelo anticipado, la persona intente reprimir sus sentimientos. En otras palabras, niega el desamor e incluso “vende” a su entorno una imagen ideal de cómo va la relación. Por eso, tras la ruptura, todo el mundo se sorprende.
Para evitar esa reacción de incredulidad (y las preguntas dañinas que a veces pueden hacerte), lo mejor que puedes hacer es actuar con sinceridad.
Una vez hayas aclarado tus sentimientos, explica a tus amigos o a tu familia lo que vives y lo que has vivido durante los últimos meses. Es decir, que no era oro todo lo que relucía, que llevabas tiempo intentando autoconvencerte de que todo iba bien, y que te daba miedo que te juzgasen.
Esta tarea es muy dura porque implica mostrar nuestras inseguridades, pero la gente que de verdad te quiere, lo entenderá, empatizará y te apoyará tal y como lo necesitas.
A mayores, deja de culparte por no sentir amor. Como ya he dicho, no podemos controlar lo que sentimos o dejamos de sentir, y haber dejado de amar a una persona no te convierte en mala persona. ¿Le dolerá a tu pareja la ruptura? Claro que sí, pero no puedes cargar en solitario con el peso del desamor hasta que no puedas más.